Capítulo 11

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Aitana Méndez

Cuando llegó al hospital, se bajó del taxi pagando rápidamente, para después entrar directamente a recepción. Dió su nombre e identificación y de allí entregó el nombre de la persona a quién venía a ver. Esperó con algo de impaciencia a cuyo trabajador que le habían otorgado, hasta que tocaron su hombro, llamando su atención sobresaltándola. Se volteó y notó a una joven pelirroja con su cabello recogido y su uniforme de enfermera.

—Señorita Méndez, soy Emiliana Perez, fui la doctora que atendió al paciente Caden Jefferson, su prometido. Venga por aquí, ya está fuera de peligro, así que ningún temor a la cual entrar en pánico.–le tranquilizó con una sonrisa amable y después le hizo una seña para ir a un costado de la recepción para adentrarse al hospital.

Después de unos minutos en silencio, abrió su carpeta donde estaba la información del chico y empezó a dar la exposición de su salud.

—Su estado es estable. Perdió suficiente sangre, pero no tanto como para ser una mala noticia. La herida en su pierna no dañó ningún ligamento o arteria que deje alguna complicación, así que su curación debería ir en un buen camino después de que salga de aquí. –empezó a decir la doctora leyendo el reporte en la carpeta que tenía en sus manos, siendo muy profesional.

Aitana la siguió escuchando con atención, haciendo algunas simples preguntas de repaso por la condición de su compañero de trabajo, cuya mentira que había dicho era que ella era su prometida. Agradeció por su atención y prestación auxiliar con una sonrisa y después se despidió escuchando la felicitación de su boda con una incomodidad que esperaba que no se mostrará en su cara.

Ni en sus más locos sueños, se hubiera imaginado estar en esa situación. Lo que haya pasado con Caden, debió ser absolutamente grave para llamarla y construyera esa mentira, en vez de algún personal de la presidenta para avisar de su estado, como se hacía en esos casos de ataque.

Suspiró tomándose un momento y bloqueando su mente de recuerdos y fantasmas del pasado que siempre regresaba en circunstancias parecidas como aquellos. Trago grueso y colocó su mano en la cerradura y la empujó, abriéndose. El frío del aire acondicionado golpeó su cuerpo caliente, gracias a todo el ajetreo de la mañana y dio pasos hacia adentro.

La sensación de deja vu, vibró bajo su piel, calando sus huesos y congelando su cuerpo un instante. Aquella presencia enrollada en esa camilla envío un fugaz recuerdo, como un meteorito. Rápido y silencioso por su mente, que al chocar genera la mayor destrucción de todas sus emociones. En alguna parte de su cabeza volvió a construir ese aquel terror que sintió una vez al ver a su persona favorita en una camilla. A su otra mitad. Y nuevamente se repetía al ver una persona que le tenía un respeto inigualable y un aprecio, gracias a sus rutinas del trabajo.

Acercándose lentamente, miró el cuerpo del contrario en la camilla, descansando. Con cuidado agarró la silla al lado suyo y se aproximó sentándose a una distancia prudente. Aún no podía creer lo que veía, lo que alguna vez fue un hombre alto, indestructible e invencible, se podía ver en ese momento la debilidad y fragilidad que cada humano tenía. Sin importar quien seas, lo grande e imponente que te demuestres al mundo, siempre algo y alguien te hará tierra esparcida en un cementerio.

—¿Qué te pasó, jefe? –preguntó bajamente agarrando su mano con amabilidad y solidaridad, queriendo darle tal vez fuerza con su toque, mientras lo miraba sabiendo que tal vez no recibiría una respuesta, pero al ver cómo abrió un ojo mirándole fijamente, se sobresaltó, asustándose—. Carajo, Caden, creía que en serio estabas dormido.

El nombrado sonrió débilmente pero sin dejar de estar entretenido por su reacción—. Quería ver cómo te mostraba ante mi situación. No pensé sinceramente en que vendrías y tomarás mi mano, eso fue muy dulce, Méndez. Si no fuera a que sé específicamente que te gustan las mujeres, te daría la oportunidad –bromeó molestándola, haciendo que la contraria se sonrojara hasta las orejas y bufara.

The Hidden TruthWhere stories live. Discover now