Capítulo 10

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Aitana Méndez

Se volteó cuando escuchó la puerta abrirse y notó a la presidenta pasar por allí con una sonrisa tímida y divertida. La observó con sus facciones fruncidas llenas de confusión, sin entender el porqué había sido llamada está mañana. 

Después del compartir que tuvieron anoche con la comida, hablaron hasta muy tarde en compañía del vino, casi llegando hasta las 3 de la mañana. No podían detenerse sin conocer los detalles más mínimos de cada parte de sus vidas, como si fueran amigas de años. Congeniaron en tantos sentidos a la hora de conversar, riendo y destapando algunos secretos que las horas pasaron volando sin darse cuenta ambas. Si no fuera porque vio el reloj cuando le llegó un aviso de Gmail sobre una oferta y vió la hora, además después obligarla a moverse diciéndole que no volvería más, se quedarían hasta el amanecer por la contraria.

Aunque al final si terminó sucediendo, cuando fue llamada a las 5 de la mañana, siendo citada por la misma presidenta que quería verla en persona para compartir una valiosa información con ella. Al inicio no había entendido nada y no lo hacía aún estando allí ya presente, pero sí le había ocasionado que sintiera miedo, ya que creía que alguien se había enterado que había pasado la mayoría de la noche allí fraternizando con la presidenta, algo que ya se sabía que no se podía hacer.

Si su jefe se enteraba, le quitaba la cabeza y no sabía decirlo si literal o figuradamente.

Cuando Bridget cerró la puerta, de inmediato relajo su posición y suspiró mirándola confundida—. Señora presidenta, ¿Todo bien? ¿Ha pasado algo? ¿Por qué me has citado rápidamente? –preguntó ansiosa notando como ella iba al sofá y se estiraba para sacar una mochila entre los cojines, acompañado de dos colchonetas de yoga, cargando cada una debajo de sus brazos.

Sin entender aún nada, alzó sus cejas llenas de interrogantes, no sabía que primero hacer, ayudarla o saber la respuesta de su presencia allí. La rubia río por sus facciones y se apiadó de su inquietud respondiendo—. Vamos a salir, así que vamos y no, no acepto ninguna excusa que vaya a salir de tu boca.

Pestañeó varias veces viéndola salir rápidamente y tuvo que obligar a sus piernas a seguirla, para poder sacarle más contexto a lo que se refería.

—¿Cómo qué a salir? ¿A dónde iremos?

Nuevamente la sonrisa de la presidenta se hizo más extensa y más alegre y nuevamente contestó como si fuera algo tan explosivo y emocionante.

—Bueno, ya que a las 8 de la mañana tengo mi rueda de prensa y diré mi discurso que para nada he aprendido y tal vez Miller haga su renuncia. Quise volver a los entrenamientos para poder concentrarme mejor, porque últimamente el estrés y algunos sobrepensamientos no me han dejado descansar. –confesó haciendo una mueca saliendo de la residencia para ir al jardín de rosas, mientras Aitana la escuchaba atentamente con comprensión y dulzura—. También quería volver a patearte el trasero –bromeó volviendo a estar de buen humor a pesar de haber dormido pocas horas.

Quería acercarse, abrazarla y quitarle un poco de la carga que tenía encima de sus hombros, aunque era imposible, después de todo era la jefa mandataria de todo un país y ese peso jamás se iría hasta que cumpliera sus años de gobierno, pero eso sí quería facilitarle su estancia y hacerla más adaptable para ella. Podía darle lo que necesitaba y quería. Darle la satisfacción de despejarse, antes de volver a hundirse en salvar su pellejo o guiar a millones de personas a un mejor futuro.

Miró su entorno antes de hacer algún movimiento de acercamiento, notando que estaban algo más privadas y lejanas de la vista que da a la calle y algo escondidas de la periferia de la Casa Blanca, si no fuera el lugar más seguro del mundo, se preocuparía, pero sabiendo que si permanece al lado de ella, la protegería de todo y de todos.

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