THE ACTOR | Felipe Otaño

Capítulo III

Unos días después caminábamos hacia la plaza porque me había ofrecido a acompañar al banco central a Felipe.

—Oye, ¿Qué era eso tan importante qué hacías que no te dejaba dormir el otro día? —pregunté cuando nos unimos a la fila del banco.

—Una especie de biografía sobre mí, para un curso importantísimo en el que estoy, pero no podía avanzar por tener la mente el blanco.

—¿Ese curso es la razón por la que veniste hasta acá ?

—En gran parte, pero no es la razón principal.

—Te gusta hacerte el misterioso.

—Algo así — suspiró. —Hay un par de cosas que aún no sabés sobre mí, Victoria.

Tenía la razón.

—Pero ahora tenemos tiempo de sobra para hablar, habrá que aprovecharlo.

—¿Sobre qué quieres que hablemos?

—Sobre tu vida.

No esperaba que dijera eso, pero estaba dispuesta a responder todas sus preguntas.

—¿Qué quieres saber?

—Todo.

¿Todo? ¿Qué debía decir exactamente? No tenía mucho para contar.

—Como ya lo sabes soy Victoria, mi apellido es Anderson, estoy a poco de cumplir veintidós años y desde siempre he vivido en este rincón de Florida. Mis padres están divorciados, por lo que soy hija única —estaba tan nerviosa por no saber cuál iba a ser su reacción. —Y justo ahora estoy en un descanso de la universidad.

—¿Qué estudiaste?

—Arquitectura, me faltaba un año para graduarme, pero lo dejé porque no me llenaba, no me hacía feliz... Ahora pienso que dejé de tener un propósito al tomar este año sabático, la mayoría de mis amigos están a poco de terminar y comenzar a vivir.

—Jamás pensé que pasarás por esa situación, debe ser muy difícil llevarlo —dijo sorprendido.

—Yo simplemente no sé cómo seguir.

—¿De verdad crees que terminar la universidad te ayudaría a comenzar a vivir?

—Sí, es parte de.

—No tiene sentido, debes saber que la escuela es muy importante, pero no te abrirá las puertas a la vida, porque esas puertas siempre están abiertas. Además, cada persona avanza a su propio ritmo, ¿qué más da si tomas uno, dos o diez descansos y tus amigos no? Detenerte no te arruinara la vida, al contrario quizá te ayude a descubrir tu verdadera vocación. Si querés cambiar tu presente, deberías empezar por no compararte con los otros.

Que real era todo lo que acababa de escuchar, Felipe era un sabio que me había dejado sin palabras.

—No sé que decir, pero gracias.

—No hace falta decir más, sólo no lo olvides.

[...]

—Oye te recuerdo que prometiste que sí te acompañaba, después tu irías conmigo de compras.

—Lo recuerdo, vamos.

Las siguientes horas las pasamos yendo de una tienda a otra, saliendo de ellas con más y más bolsas, que el amable Felipe ayudaba a cargar.

—Solo una tienda más y ya —pedí cuando se detuvo a descansar en el piso.

—Llevas diciendo eso no se cuántas veces.

—Prometo que está vez va en serio, Philip —prometí.

—Mejor decime, ¿Hay alguna tienda vintage cerca? —preguntó mirando hacia todos lados.

—Sí, hay una justo detrás de ti —señalé el lugar.

—Espérame aquí, necesito comprar algo y vuelvo —dijo dejándome las bolsas.

—¡Yo también quiero ir! —grité pero ya era tarde.

Tuve que esperarlo sentada por poco más de 5 minutos.

—¿Qué te parece? —preguntó apareciendo feliz con una cámara sobre las manos.

—¡Me encanta! —sonreí observando el artefacto —Que buen gusto tenemos, yo tengo una casi igual.

—Sentí que era buena idea tener una, para llevarla conmigo siempre y capturar momentos.

—¿No sería más fácil usar la cámara del celular para capturar momentos?

—Podría ser, pero casi no uso el celular.

—Pero si tienes redes sociales, ¿no?

—No las tengo, no soy postear nada. Además para tomar fotos no hay nada mejor que una de estas —respondió restándole importancia.

Era imposible no juzgarlo, ¿Quién en pleno siglo veintiuno no tenía redes sociales?

—¿Puedo saber la razón?

—No lo sé, será porque prefiero mantener mi vida muy privada. Sólo uso el móvil para hablar con mi familia.

Este chico no dejaba de sorprenderme.

Al día siguiente propuse ir al museo, para que Feli fuera conociendo mejor el pueblo.

Fue ahí en donde usó su cámara por primera vez.

—Vic —me llamó mientras yo observaba una obra.

El sonido de la cámara me hizo saber cuál había sido su objetivo —¡No! Déjame ver qué tal salgo.

Debió avisarme antes para saber cómo posar.

—Mira, es perfecta para ser la primera de muchas.