Capítulo VII

963 75 6
                                    


—¡El pastafrola está listo! —anunció Felipe cuando sacó el recipiente del horno con ayuda de guantes de cocina para no quemarse.

El delicado olor azucarado se podía percibir por todo el lugar.

—Déjame ver eso —dije llegando hasta él —Se ve muy bien.

—Y sabe aún mejor.

Felipe había cocinado una tarta artesanal típica de su país para los dos.

Saber cocinar se sumaba a su checklist de habilidades.

Poco antes había intentado ser su auxiliar de cocina pero era pésima, así que antes de romper o arruinar la receta decidí dejarle todo el espacio.

—¿Puedo? —pregunté refiriéndome a si podía tomar una rebanada.

—Aún no, te podés quemar —respondió orgulloso contemplando su platillo.

—Si esta tarta sabe tan bien como dices juro que me tienes —dije en broma.

—¿Segura?

Ya me tenía.

—¿Qué hora es? —preguntó lavando sus manos.

—Son las siete —revisé en mi móvil.

—Perfecto.

—¿Planeas algo?

—Vayamos al balcón.

—Antes dejame ayudarte con el delantal —ayudé a quitar el nudo y después salimos por las puertas corredizas de cristal.

Desde el séptimo piso en donde se encontraba su apartamento lo único visible eran casas de colores sombríos, árboles, palmeras, largas lámparas y lujosos coches que pasaban de vez en cuando.

—Después de estar un mes acá, ¿Te gusta lo que ves? —pregunté mientras mantenía la vista al frente.

Para mí Palm beach lo era todo, era el mejor lugar en el mundo.

Tal vez para él no era impactante o fuera de lo común pero aún así quería saber cuál era su opinión.

—Sí, cuando recién llegué no le di importancia, pero poco a poco se fueron dando cosas, además no me pudo haber tocado mejor guía de turistas. Y ahora que conozco más... Hasta podría decir que estoy enamorado.

—¿Seguimos hablando de la playa o es sobre mí? —bromeé haciéndolo reír.

—De la playa, de la playa —respondió nervioso.

—¿Te quedarías para siempre en Florida?

—No para siempre, pero me quedaría una larga temporada si tuviera una buena razón para hacerlo.

—¿Y aún no la hay?

Mentiría si dijera que no me divertía jugar con su mente y verlo dudar por lo apenado que se sentía.

—Olvidé agradecerte por dejarme traer a Sunny —dije cambiando el tema. —Es muy importante para mí.

Sunny era uno de mis dos mascotas, un beagle de apenas tres años.

—No es nada —dijo girando hacia el interior de la casa —Míralo es muy bien portado el chico.

—Lo sé —ví hacia donde mi perro dormía tranquilamente.

—Quiero decirte que vos y Sunny no necesitan invitación, pueden venir cuando quieran.

—Gracias.

—Deberíamos regresar, el postre debe estar frío.

—Espera —hice un intento por tomarlo del brazo para detenerlo —¿Hay algo más que quieras decirme?

Por la expresión que llevaba desde la tarde no era difícil deducir que algo le pasaba.

—Sí, ¿Cómo supiste?

Esa intuición femenina nunca fallaba.

—Puedes decírmelo ahora, tengo tiempo.

—Es sobre tu fiesta de cumpleaños.

—¿Qué hay con eso?

Mi cumpleaños veintidós era en un par de días y había decidido organizar una fiesta para celebrarlo.

Mis mejores amigos que vivían fuera del estado ya habían confirmado y pensaba que era perfecta la ocasión para presentarles a Felipe, que era de quién tanto hablaba en video call.

Querían conocerlo.

Y no, aún no éramos novios, no era algo que quisiera, o tal vez sí, pero en el futuro y si por alguna razón no existía ese futuro juntos, disfrutaría esto que estábamos viviendo.

No era necesario ponerle nombre o etiqueta a lo que pasaba entre nosotros para que los demás pudieran entender lo que había de por medio.

—¿Me perdonarás si te digo que no podré estar?

Mis planes en un segundo se venían abajo.

Era muy mala noticia, pero tenía que mantener la calma.

Antes de hablar di espacio para que dijera sus razones.

—Surgió un viaje exprés a California, obviamente por trabajo, tengo que salir un día antes de tu cumpleaños y regreso dos días después, no estaba en mis planes lo prometo, pero es una oportunidad única que no puedo dejar pasar, ¿Sabes?  —dice tan rápido que apenas logro comprender —Tenía miedo de decirte porque sentí que ibas a odiarme, no hay algo que desee más que estar ese día con vos, Victoria, pero es imposible cambiar la fecha del viaje. Perdóname, sólo espero que esto no arruine nada y que disfrutes ese momento como nunca.

—No tienes que pedir perdón, entiendo que no depende de ti —respondí tranquila y supe que estaba sorprendido porque no es lo que esperaba escuchar. —Si es una gran oportunidad no tienes que rechazarla por mí.

Estaba bien con eso, claramente no estaba feliz con la idea de que Felipe estuviera ausente, pero era imposible enojarme.

Él había hecho desde el día uno miles de cosas para verme feliz, y ser feliz conmigo, y eso tenía un valor incomparable.

Me había convertido en una persona más comprensiva.

—Prometo que te daré un regalo cuando vuelva —dijo con una gran sonrisa haciéndome emocionar.

—¿Puedes darme una pista al menos?

—No, tenés que esperar.

—Entonces esperaré con ansias.

—Entonces esperaré con ansias

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
THE ACTOR | Felipe Otaño Where stories live. Discover now