Capítulo 3- Ajusten sus cinturones para no desperdigar sus cuerpos por los Andes

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Cisco cerró la puerta del baño y vio la jarana que había montada en el pasillo del avión, chicos levantados hablando entre ellos y riendo, fumando unos y otros jugando a las cartas. Al lado de su asiento pudo apreciar la cabeza de su querida compañera que se movía levemente con el traqueteo de la nave. Había estado durmiendo durante 20 minutos, ya pronto tocarían tierra. Esbozó una media sonrisa comenzando su camino hasta su asiento. Una conversación captó la atención de este.

―Me estás jodiendo.―escuchó a uno de los jóvenes hablar con otro entre risas.

Se giró para mirarle, era el chico con el que Julia había intercambiado un par de miradas, entrecerró los ojos parándose en mitad del pasillo. El chico se dio cuenta y se giró a mirarle, no cabe duda de que lo reconoció porque evitó su mirada de manera instantánea, avergonzado o incluso asustado. El metro noventa de altura de Francisco y su ojos negros penetrantes podían achantar hasta al mismísimo Mussolini, o eso le había dicho Julia muchas veces. 

―No te estoy jodiendo. Por eso las turbulencias. Pero nosotros somos más pillos―respondió su compañero dándole un codazo sin percatarse del duelo de miradas que Cisco había iniciado a su lado.―Mirá, esta es la cordillera. Nosotros tenemos que ir de acá a acá. La ruta no es en línea recta. Imagínate, no se puede cruzar así como así. La cordillera es colosal.―Siguió diciendo el joven dibujando en un mapa.

El chico volvió a alzar la mirada hacia Francisco que le miraba ya un poco más alejado. Frunció el ceño al verle apuntarse a sus dos ojos entrecerrados y señalarle luego a él, advirtiéndole de que le estaba vigilando.

―Por eso viajamos hacia el sur en búsqueda de un paso más bajo. Lo cruzamos y ya en Chile viramos hacia el norte en Curicó y en diez minutos estamos aterrizando en Santiago.―Por fin su compañero levantó la vista y lo vio mirar hacia el asiento del principio de la aeronave.―¿Me escuchaste?

―¿Qué? Sí, sí.―Respondió el chico volviendo a conectar con su compañero y su interesante apreciación sobre la trayectoria del avión.

―¿A dónde mirabas?―su compañero alzó la mirada viendo a Cisco tomar asiento.

―A ningún lado―el chico nervioso cogió las cartas de nuevo intentando desviar la atención de su amigo.

―Aaah...―rió por lo bajo― Mirabas a la mina del delante, ¿no es cierto?

―Que no Roque, no decís más que tonterías―sonrió negando, siempre se le había dado mal mentir― vamos a seguir jugando, no me cambies de tema que ya casi te gano.

Roque rió demasiado alto atrayendo las miradas de un par de compañeros.

―¿De qué ríen ustedes dos?―Preguntó uno de ellos, era Pancho el mejor amigo de Numa.

―El reservado Numa ya le echó el ojo a una―una turbulencia interrumpió al chico. Borrándole la sonrisa.―Vayan repartiendo que ahora vengo―se levantó y caminó hacia el pasillo.

Numa agradeció la sacudida, Roque podía ser muy poco discreto cuando quería. El chico volvió a mirar por la ventana cada vez más preocupado, el cielo estaba gris. De entre las nubes surge una roca negra, el avión estaba volando sorprendentemente bajo, eso pensó Numa.

Una voz resonó en toda la aeronave:

"Buenas tardes, damas y caballeros. Aquí les habla su capitán, el general Carlos Páez. Queríamos pedirles por favor, que se ajusten sus cinturones para no desperdigar sus cuerpos por los Andes. Y que recomienden nuestra compañía Casa Pueblo para los próximos vuelos..."

Los pasajeros contestaron con carcajadas, uno de ellos se había hecho con el interfono y se dirigía a ellos como un tripulante de cabina. Roque por detrás le arrebató el teléfono.

―Siéntese por favor. ―Colgó el teléfono y se fue haciendo paso entre la gente de pasillo― vayan para adelante que necesito espacio para mí.

Numa se levanta de su asiento y se sienta cerca de su compañero Pancho que ya se había alejado a su sitio, se abrocha el cinturón en el preciso instante en el que el avión vuelve a dar otra sacudida mucho más fuerte que las anteriores que hace desplomarse el avión varios metros. Esta vez nadie ríe, las hebillas chirrían.

―Siéntense y pónganse el cinturón―manda Roque.

Un pozo de aire más grande y violento hace caer el avión empujando el cuerpo de este contra el techo y luego contra el suelo de manera violenta, como si no pesara nada. La gente se agarra al a sus asientos con temor. Y Roque se levanta del suelo como puede volviendo a su asiento rápidamente con un gesto de terror dibujado en el rostro.

Numa mira por la ventana de nuevo, el avión está cayendo por debajo de las nubes. Algo no va bien. Las montañas pasan a escasos metros de las alas. Era inminente , iban a estrellarse.

El traqueteo aumenta sacudiendo a todo el mundo con violencia, los motores comienzan a rugir con fuerza a la vez que el avión se endereza.

Por la inercia Numa clava la cabeza en el asiento de delante, al igual que el resto de los tripulantes. El avión está cayendo en picado, puede notar las costillas aprisionar sus pulmones, no puede respirar.

Julia ya despierta por las violentas sacudidas abraza a Cisco con fuerza―Tranquila, tranquila niña. Está bien. Estoy contigo.

Tiene miedo, puede sentirlo en su voz. A pesar de ser la primera vez que ve a su entrenador así. La chica reúne el coraje para abrir un ojo y mirar por la ventana, la montaña. Piedras. Un rayo de luz que ciega a la morena haciendo que cierre los ojos con fuerza y estruje a su compañero de aventuras.

―No me sueltes Cisco.―Murmura con lágrimas en los ojos.

―Nunca niña, siempre estoy contigo.―La abrazaba como si le fuera la vida en ello.

Un momento de sosiego, de silencio. Y entonces, un estruendo.

¡Boooom!

El avión golpea la montaña con la panza y el ala derecha. Una explosión descomunal despresuriza la cabina. Numa se lleva las manos a los oídos ensordecido por el brutal cambio de presiones. En ese momento la cola de avión se parte volando lejos del resto de este y con él la gente que estaba sentada en la mitad trasera de la aeronave.

Otra sacudida brutal zarandeó a los pocos que quedaban en esa mitad, la parte baja del avión ha tocado tierra y ahora se desliza sin frenos por la nieve a toda velocidad. Como si de un trineo se tratase.

Numa se hace una bola con sus piernas entre los brazos esperando el impacto final mientras mira con horror las paredes de la montaña pasar a su lado a una velocidad vertiginosa.

Julia grita desgarrando sus cuerdas vocales mientras sigue abrazada a Cisco que respira aceleradamente, nota como le grita algo pero es incapaz de escuchar lo que dice. Pensó en que, a lo mejor, esas serían las últimas palabras que escucharía de él.

El tubo que antes era avión sigue descendiendo por la montaña cogiendo más y más velocidad. En ese momento Julia nota como Cisco la empuja lejos de él y entonces un golpe seco en la cabeza hace que todo se vuelva negro.

*

Espero que os haya gustado,

ya empezamos a entrar en materia... Quiero daros las gracias a TODAS por la increíble acogida que le estáis dando a la historia. No me imaginaba que iría tan bien :')

Os informo que iré mandando mensajes en mi perfil para avisaros de cuando vaya a haber una actualización, si queréis estar informadas os recomiendo que me sigáis.

Me encantaría responder a todos los comentarios, pero ya son demasiados, pero sabed que os leo a todas. No se me escapa ni uno, soy como el ojo de Sauron que todo lo ve. 

Veo que me pedís que no mate a Numa o a Julia o a Coco... y solo puedo deciros que nos os prometo nada. Yo soy una dramática y me encanta matar a personajes (jejeje...)

Un abrazote a todas/os, tengo el cora llenito con vuestros comentarios.

Hasta la próxima.

L.

La Sociedad de la NieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora