Capitulo 12- Llámame Lía

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Numa caminaba por la nieve abrazándose a si mismo, no muy lejos de ahí los primos cortaban la carne como todos los días. Julia llevaba dos días sin hablar con nadie, ya no sabía qué hacer a parte de esperar a que pasara lo inevitable. Lo había intentado todo, hablar con ella, sentarse a su lado, ofrecerle un sitio donde tumbarse y nada. Ni una palabra había abandonado sus labios secos. No se había molestado ni en mirarle.

Él seguía sin comer, no podía culparla. Tenía un agujero en el estómago, era como si se estuviera comiendo a si mismo. Pero simplemente no podía comerse a sus amigos, para él no era solo carne.

Desde hace unos días se dio cuenta que Daniel separaba unos pedazos de carne del resto. No sabía por qué, simplemente lo hacía y se amontonaban en una vasija.

―¿Qué es eso que separan?―Preguntó Numa a Roberto que tomaba el sol sentado en una roca.

―Son pedazos de hígado, por si Julia quisiera empezar a comer...―Dijo mirando al suelo.

―¿Por qué hígado?

―Es donde el cuerpo almacena el hierro.―Lo miró desde abajo su amigo le devolvió la mirada con interrogación―El cuerpo recupera sangre de dos maneras: una―levanto su dedo índice―con transfusiones, de manera externa. Y dos―levantó otro dedo―con hierro y vitamina B12, aparte de otras hormonas.―Numa asintió siguiendo la explicación―El hierro lo almacenamos en el hígado, Numa. Esos trozos de carne tienen más hierro que cualquier plato de lentejas que puedas imaginar.

―¿Eso podría salvarle la vida?

―No seamos ingenuos, ha perdido mucha sangre y el cuerpo tarda en crear glóbulos rojos.―Hizo una pausa mirando a los primos trabajar― pero sin duda la ayudaría a ir recuperándose poco a poco. Es una persona deportista y acostumbrada a practicarlo altas alturas, su cuerpo crea glóbulos rojos de manera más rápida que el resto de nosotros. Si hay una chance de que sobreviva es comiendo eso.

El moreno asintió y comenzó a andar hacia los pedazos de carne, agarró uno ante la mirada de los Strautch caminó hasta el fuselaje que amparaba a Liliana, Javier y Julia. Entre otros muchos que se resguardaban del frío.

Miró dentro y cuando localizó a la chica en la misma postura que los dos últimos días se acercó a ella decidido.

Roberto lo siguió hasta el interior quedándose al lado de Liliana y Javier que lo miraban con cautela.

―Julia―Numa movió el hombro de la chica con determinación―¡Julia!―Dijo un poco más alto agarrando su barbilla con la mano que tenía libre para girarle la cara con suavidad.

La chica levantó la cabeza con el ceño fruncido siguiendo el movimiento de su tacto y lo miró sin decir nada. El chico le enseñó el pedazo de carne.

―Por favor, Julia―La chica mantuvo su mirada en él, impasible sin decir nada―Comé esto, si comes tú comeré yo también. Por favor.

―No―sentenció la chica para luego volver a bajar la cabeza de nuevo zafándose de su mano, el chico notó como el estómago le daba un vuelco.

Liliana se levantó de su sitio y gateó hasta la joven que temblaba hecha un ovillo.

―Cariño...―La llamó con un tono de voz cálido, como el de una madre que consuela a su hijo―No debí decir lo que dije. Te pido perdón.

Julia levantó la mirada con cautela, mirándola. La mujer apreció como los ojos castaños de la chica brillaban llenos de lágrimas, su boca todavía cubierta por sus brazos que descansaban cruzados sobre sus rodillas.

―No es justo, nada de esto es justo.―La mujer colocó una mano sobre el gorro de la chica―Es verdad, eres solo una cría. No mereces esto.―Sus ojos se llenaron de lágrimas―Pero...―No pudo terminar la frase sin antes soltar un sollozo―Yo. Echo tanto de menos a mis hijos...―Se llevó una mano a la nariz para ahogar otro lamento. Cogió aire y la miró con seguridad―Estoy absolutamente desesperada, igual que mi marido, igual que tú. Y si hay una mínima esperanza de que vuelva a abrazar a mis hijos y reside en ti, necesito que por favor lo intentes.―Volvió a sollozar―No es justo lo que te estoy pidiendo. No quiero pensar en lo que debes de estar pasando, porque no podría soportarlo. Soy egoísta, lo sé... Pero no puedo seguir viviendo aquí si no es creyendo que volveré a ver a mi familia.

La Sociedad de la NieveWhere stories live. Discover now