Capítulo 9- Quiero hacer tantas cosas

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Punto de vista de Julia:

Los días se vuelven más fríos, más oscuros. O eso creo. Yo siempre tengo frío, incluso cuando me dejan fuera con el sol de cara. Siento mi cuerpo morir, me cuesta mover las extremidades y mi color de piel es gris, ya ni siquiera es blanca. Soy como un cadáver que respira y a veces abre los ojos, la gente me mira con lástima cuando pasa por mi lado. Casi nadie habla conmigo, en parte porque no suelo tener periodos de lucidez muy largos, y creo que el resto no quieren encariñarse demasiado conmigo, Marcelo de vez en cuando me pregunta cómo estoy, no sé cómo responderle, creo que es obvio.

Siempre tengo sueño, paso la mayor parte del tiempo durmiendo, Numa y Roberto se esfuerzan por mantenerme despierta pero en cuanto me dejan en el mismo sitio más de 5 minutos se me cierran los ojos. La boca me sabe a metal todo el rato.

Esta mañana Pancho me ha despertado asustado, me zarandeaba. Creo que no conseguía que respondiera a estímulos, se pensaron lo peor. Pude ver a Roberto y Numa mirarme aterrorizados. Los veo hablar mucho por lo bajo, mientras me miran. Saben que me estoy muriendo, sé que me estoy muriendo.

Me da igual. Ya nada me importa, el dolor de la pierna sigue impidiéndome notar algo de alivio mientras consigo mantener los ojos abiertos. Así que prefiero estar dormida o inconsciente, la muerte no me parece tan mala ahora.

Pienso mucho en todas las cosas que no he hecho, y en las que he hecho mil veces y desearía poder volver a hacer. Subir una montaña helada con mi padre, y con Cisco. Ver a mi madre tejer una bufanda, otra bufanda de la suerte. Porque según ella la lana que usa es mágica y me da suerte en las competiciones. Me gustaría poder oler la sopa de pollo que cocina mi padre cuando vuelvo de los entrenos. Quiero enamorarme y besar a un chico. Quiero que me partan en corazón en mil pedazos y cantar con mis amigas una canción horrorosa para despotricar de mi ex.

Quiero que me lleven en un coche con las ventanillas bajadas y poder dejar mi mano flotar en el aire. Tumbarme en la playa y notar el sol de verano acariciar mi piel morena. Quiero comer chocolate y pedirme un helado de menta para que Cisco me diga que tengo muy mal gusto.

Quiero acariciar la cabeza de mi perro Sil. Quiero que me de besos por la cara, oler sus patitas. Dormirme en el suelo fresquito con él a mi lado, cuando hace calor en verano.

Quiero bailar sobre los pies de mi padre, y que se queje porque peso mucho. Quiero que mi madre me de un beso en la nariz y que Cisco me agarre la mano. Quiero enfadarme con alguien y luego arreglarlo con un abrazo y unas lágrimas tontas, de esas que te hacen sentir mejor después.

Quiero hacer tantas cosas.

Fin del punto de vista.

Esa noche el grupo no había podido descansar a penas, Moncho había sufrido un ataque de pánico que Liliana había intentado gestionar sin éxito, había gritado y delirado hasta caer profundamente dormido. Ahora todos se miraban en silencio, sentados unos al lado de otros. Julia dormía con la cabeza apoyada sobre el hombro de Roberto que también daba cabezadas.

Fito mira a Numa un momento―Si me muero, les doy permiso para alimentarse de mi cuerpo... Así siguen viviendo.

Todos le miran conmovidos.

―Yo doy mi consentimiento también―responde Roberto despertando a Julia que alza levemente la cabeza.

―Y yo el mío.

―Yo también les doy mi permiso―Añade Nando.

Fito dirige la mirada a un pedazo de cristal que sostiene su primo Daniel. Lo toma y sale del fuselaje a grandes pasos. Daniel y Gustavo lo siguen. Roberto los mira con Julia apoyada en su hombro.

La Sociedad de la NieveWhere stories live. Discover now