NICOLE

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 Me encontraba en la sala de estar, aferrándome al respaldo de una silla mientras las olas de náuseas me envolvían. Aquel malestar repentino y agudo retorcía mi estómago, haciendo que la realidad del embarazo se hiciera más palpable. Chiara y Iván observaban con preocupación, pero trataban de mantener un semblante tranquilizador.

― ¿Estás bien, Nicole? ― preguntó Iván, colocando una mano reconfortante en mi hombro.

― Es solo el embarazo. ― murmuré, sintiendo cómo las punzadas atravesaban mi abdomen. Me ofrecieron un vaso de agua, y lo acepté con gratitud, aunque el dolor persistía. La situación con Matteo y mis problemas de salud creaban una mezcla de ansiedad constante.

Chiara, notando mi palidez, sugirió la opción de visitar al médico, pero rechacé la idea. Debía enfrentar las pruebas mencionadas en la llamada. No podía permitir que algo le sucediera a Matteo. A pesar del malestar físico y emocional, una determinación feroz brillaba en mis ojos mientras me preparaba para afrontar lo que fuera que tuviera por delante.

Decidí sentarme en el sofá, intentando calmarme mientras los mareos disminuían gradualmente. La sala estaba cargada de tensión, y aunque intentaba concentrarme en el próximo paso, la preocupación por Matteo seguía pesando en mi mente.

― Nicole, si necesitas algo, por favor, dímelo. Estamos aquí para apoyarte en todo momento. ― Iván habló con sinceridad, y agradecí su gesto.

Chiara se acercó con una mirada solidaria. ― ¿Estás segura de que no quieres ir al médico? Podría acompañarte.

― No, necesito estar lista para lo que venga. No puedo permitirme debilidades ahora. ― respondí, tratando de convencerme a mí misma de que tenía el control de la situación.

La tarde avanzaba, y la tensión en la casa de Iván era palpable. Cada vez que intentaba concentrarme en algo, mi mente volvía a Matteo y a las pruebas que me aguardaban. A medida que la noche caía, las preocupaciones se intensificaban.

Finalmente, la fatiga se apoderó de mí, y decidí retirarme a descansar. Aunque cerré los ojos, mi mente seguía inquieta, preguntándose qué desafíos depararía la mañana y cuál sería el destino de Matteo.

La primera luz del día me despertó con una sensación de ansiedad palpable. Iván y Chiara también parecían afectados por la tensión del momento. Nos reunimos en la sala, mirándonos con expresiones serias mientras aguardábamos la siguiente indicación.

De repente, el teléfono sonó, interrumpiendo el silencio tenso de la habitación. Una mezcla de temor y determinación se apoderó de mí al contestar la llamada. La voz enmascarada, fría y distorsionada, resonó nuevamente, anunciando la segunda prueba.

― Enfrenta tus miedos, Nicole. Dirígete al parque de atracciones abandonado, allí encontrarás lo que buscas.

La llamada se cortó abruptamente, dejándonos con más preguntas que respuestas. Sin embargo, la referencia al parque de atracciones abandonado hizo que mi corazón latiera con fuerza. Era un lugar oscuro y lleno de recuerdos olvidados.

― Nicole, no deberías ir sola. Podría acompañarte. ― ofreció Chiara, su expresión reflejaba preocupación genuina.

― No, lo enfrentaré sola. Debo hacerlo. ― respondí, tratando de infundir confianza en mis palabras, aunque en mi interior la incertidumbre persistía.

Caminé hacia el parque de atracciones con determinación, aunque mis pensamientos estaban envueltos en una mezcla de miedo y determinación. El parque, una vez vibrante y lleno de vida, yacía ahora en la penumbra del abandono. La silueta de las atracciones desgastadas se recortaba contra el cielo amanecido, creando una escena más propia de una pesadilla que de un lugar de entretenimiento.

Dangerous: Juego TóxicoWhere stories live. Discover now