CHIARA (EXTRA III)

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Se había pasado medio año desde la boda de los Rusonni, y las cosas habían continuado su curso en nuestra pequeña familia. Iván se mantenía trabajando, pero hoy tenía libre, mientras que yo me dedicaba a mi carrera como abogada, tratando de encontrar un equilibrio entre mi vida profesional y mi creciente familia.

Un día soleado, mientras estaba en mi despacho revisando algunos documentos, sentí una extraña sensación en mi estómago. Al principio pensé que era simplemente estrés, pero luego recordé que había estado sintiendo esto durante varios días.

No me había bajado este mes... Eso era peligro...

Salí de mi despacho yendo hacia el salón dónde Iván se encontraba viendo el partido de fútbol y me puse delante de la tele con cara pálida.

— Gorda, aparta... — dijo haciéndome señas y me crucé de brazos.

Este levantó la vista y me miró fijamente y luego frunció el ceño.

— ¿Qué pasa? — preguntó serio.

— ¡¿Qué pasa?! — grité. — ¡No me ha bajado en todo el mes! — él se quedó asustado con cara de pánico.

— ¿Qué quieres decir...? — parecía asustadísimo.

— Que puede que esté embarazada. — susurré y este se levantó.

— ¡Mío no es! — salió corriendo por toda la sala.

— ¡Iván! — le grité. — Es en serio. — dije panicada y este frenó en seco y se acercó a mí.

Este suspiró, me tomó de las manos e hizo que nos sentaramos en el sofá. No dijo nada por varios segundos hasta que tomó aire y dijo:

— Tranquila, nena. — me acarició el pelo. — Iré a la farmacia, compraré un test de embarazo y veremos si es así. — asentí con pizca de miedo en mis ojos. — Todo estará bien. — me besó la frente, luego cogió su chaqueta y salió de casa.

Me quedé allí, sentada en el sofá, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mi pecho. La idea de estar embarazada había aparecido de la nada y ahora estaba completamente abrumada por la incertidumbre.

Mientras esperaba a que Iván regresara con el test de embarazo, cada segundo parecía una eternidad. Mi mente daba vueltas entre el miedo a lo desconocido y la esperanza de un futuro lleno de cambios.

Finalmente, el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos. Iván entró con una bolsa en la mano, su rostro serio pero decidido.

— Aquí está. — dijo, ofreciéndome la bolsa. Tomé el test con manos temblorosas, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza en mi pecho.

Después de unos minutos que parecieron una eternidad, observé el resultado con los ojos entrecerrados. Las dos líneas rosadas aparecieron claras y definidas.

Un torbellino de emociones me invadió. Estaba asustada, pero también emocionada. Miré a Iván, quien me observaba con una mezcla de preocupación y ternura.

— Estoy embarazada. — murmuré apenas, dejando que las palabras salieran con dificultad.

— ¡Me voy de casa! — gritó él haciéndome enfadar más, aunque sabía que bromeaba.

Rodé los ojos ante su comentario, pero no pude evitar soltar una risa nerviosa. Aunque la situación era abrumadora, la complicidad entre nosotros aliviaba un poco la carga de la incertidumbre.

— Oh, sí, claro. Puedes ir a vivir a la casa del árbol del jardín. — bromeé de vuelta, tratando de aligerar el ambiente.

Él me dedicó una sonrisa cómplice antes de sentarse a mi lado en el sofá, su mano buscando la mía de manera reconfortante.

— En serio, Chiara, lo vamos a superar juntos. — su voz era suave, llena de confianza. — No importa lo que suceda, estaremos el uno para el otro.

Asentí, agradecida por su apoyo inquebrantable. Sabía que esta nueva etapa en nuestras vidas sería un desafío, pero también tenía la certeza de que, con Iván a mi lado, podríamos enfrentar cualquier cosa.

Dangerous: Juego TóxicoWhere stories live. Discover now