MATTEO

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Después de un viaje lleno de emociones, finalmente llegamos a Estados Unidos, aterrizando en Los Ángeles con un suspiro colectivo de alivio. Mientras descendíamos del helicóptero, miré a mi alrededor, admirando la familiaridad de la ciudad que alguna vez llamé hogar.

— Chicos, necesito hacer una parada rápida antes de ir a casa. — anuncié.

Ellos asintieron, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabían que teníamos un deber que cumplir, un último paso para poner fin a esta larga y peligrosa misión.

— Me dirijo a la comisaría para entregar el huevo. — les informé.— Es hora de acabar con esto de una vez por todas.

Me dirigía a la comisaría preparado para enfrentar todo, quería acabar con todo y empezar una vida normal y tranquila.

Entré en la comisaría de Los Ángeles. Los guardias de seguridad me miraron con desconfianza, sus ojos escudriñando cada movimiento que hacía. Sin embargo, no me intimidaron. Mantuve mi mirada fija y decidida, nada me iba a detener y menos ahora.

Caminé hacia la recepción donde se encontraba la secretaría, me tiró una mirada asustadiza, pero no me importó para nada.

— Quiero hablar con la jefa. — dije seriamente y con voz autoritaria.

La secretaria asintió nerviosa y se apresuró a cumplir mi solicitud, probablemente desconcertada por mi actitud directa y sin rodeos. Pero no tenía tiempo que perder. Había llegado el momento de poner fin a esta saga de una vez por todas.

Mientras esperaba, mi mente repasaba los eventos que nos habían llevado hasta este punto. Recordé las batallas que habíamos librado, las alianzas que habíamos forjado y las pérdidas que habíamos sufrido en el camino. Pero ahora, estábamos a punto de alcanzar la victoria final, y no dejaría que nada ni nadie se interpusiera en nuestro camino.

La jefa de policía entró en la sala de recepción con una expresión de sorpresa al verme allí parado frente a ella. Sus labios se curvaron en una sonrisa burlona mientras me miraba con desdén.

— Vaya, ¿sigues vivo? Qué sorpresa. — dijo con tono sarcástico, como si mi presencia fuera un inconveniente para ella.

Sentí un destello de indignación ardiendo en mi pecho ante su actitud despectiva. La miré con una mezcla de desprecio y determinación, sin permitir que sus palabras me afectaran.

— Querías tu maldito huevo, ¿no es así? — dije con voz firme, ignorando su sarcasmo mientras sacaba el huevo dorado de mi chaqueta y se lo lanzaba en las manos con un gesto brusco.

La jefa atrapó el huevo con sorpresa, sus ojos se abrieron ampliamente al verlo. Por un momento, pareció aturdida por mi acción audaz, incapaz de formular una respuesta adecuada.

La jefa de policía me miró con una mezcla de incredulidad y sospecha mientras sostenía el huevo dorado en sus manos. Sus ojos escudriñaron el objeto con detenimiento, buscando cualquier indicio de falsedad o engaño.

Con movimientos precisos, examinó el huevo desde todos los ángulos, buscando cualquier señal de que pudiera ser una imitación. Podía sentir la tensión en el aire mientras esperaba su veredicto, consciente de que nuestras vidas pendían de un hilo.

Después de unos momentos de silenciosa contemplación, la jefa levantó la mirada hacia mí, una expresión de sorpresa y asombro en su rostro.

— Es real. — dijo con voz impresionada, sus ojos encontrándose con los míos en un instante de reconocimiento mutuo.

La jefa de policía examinó el huevo dorado con atención, y luego levantó la mirada hacia mí con una expresión de asombro y respeto.

— Queda totalmente libre, señor Rusonni. — dijo con una sonrisa sincera, reconociendo nuestro éxito. — Bien hecho. Si alguna vez necesita algo, no dude en contactarme.

Dangerous: Juego Tóxicoحيث تعيش القصص. اكتشف الآن