4.

928 75 4
                                    

¿Tres meses?

¿Qué iba a hacer en tan solo tres meses?

La primera cosa buena que pensó, para sacar algo positivo de todo aquello, era qué nada malo le iba a pasar a Violeta; el hechizo, por lo que había entendido, había funcionado y había sanado a la actriz de todo el daño del accidente. Y entre otras cosas, tardarían tres meses en retirarle el hechizo, siempre y cuando las condiciones fueran buenas... Lo que ocurriese después de aquellos meses, solo causaría consecuencias para Chiara. Violeta viviría igual.

Y con aquellos intentos de pensamientos positivos, Chiara tenía que hacer frente a las consecuencias de aquel día.

Media hora más tarde, la inglesa apareció en Menorca, delante de la villa de sus padres.

Tan solo respiró con fuerza:

Puedo hacerlo.

De vez en cuando echaba de menos su vida en la isla, sobre todo la vida de niña y adolescente, cuando su máxima preocupación eran los exámenes de brujería y cuál iba a ser su futuro rango. Cuando pasaba las tardes en la playa haciendo el gamberro con sus amigos o jugando con sus hermanos pequeños en aquel inmenso jardín que estaba atravesando en aquellos momentos. Echaba de menos aquella antigua vida porque en comparación con su vida en Barcelona, desde los últimos dos años, era de todo menos paz y tranquilidad.

Segundos más tarde, y con aquellos pensamientos en la cabeza, Chiara vio como la puerta principal se abrió antes de que fuera capaz de tocarla y fueron sus propios hermanos los que la recibieron con un abrazo.

–Peques, ¿cómo estáis?

A Jasmine y Joey, a pesar de haberles visto el domingo anterior, los había echado muchísimo de menos. Pero ninguno pudo decir nada más, porque una voz resonó por el pasillo:

–¡Chiara, ven al salón, por favor!

La hermana más mayor de los Oliver miró hacia el interior de su antiguo hogar y respiró con fuerza; tendría que hablar con sus padres, tarde o temprano.

–Creo que no nos van a dejar ir contigo, ¿no?

–No creo, Joey–le revolvió el pelo–. Luego te lo cuento todo.

Jasmine agarró la mano del pequeño y empezó a tirar de él hacia las escaleras del segundo piso donde se encontraban las habitaciones.

–Pero Kiki... esa chica es muy guapa, me gusta. Y habla muy bonito...

Chiara sonrió con cariño a su hermano de seis años, pero... luego se dio cuenta de lo que había dicho:

¿Hablar? ¿Estaba despierta?

Sus amigos le habían dicho que le habían dado una poción para que durmiera un par de horas más y ni siquiera había pasado una desde que se había acabado el juicio.

Chiara atravesó el largo pasillo, ignorando los antiguos cuadros familiares y el horrible papel pintado clásico de las paredes, para llegar al salón principal. Casi se quedó en el umbral de la puerta cuando notó la presencia de sus padres, ambos de pie, mirándola... mientras que Violeta -totalmente despierta- estaba sentada en el borde del sofá de color verde oscuro de terciopelo, justo al lado de la chimenea.

Parecía incómoda con todo su alrededor...

–Creo que tenemos un problema, Chiara.

¿Más problemas?

Y fue su padre el que dijo aquellas palabras, invitando a que Chiara acabara de entrar en el salón; su madre tan solo la miró con una expresión bastante neutral y no supo qué esperarse.

I put a spell on youМесто, где живут истории. Откройте их для себя