8.

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–¿Confías en mi?

Y quizás Chiara esperaba algo de duda en Violeta, algo de indecisión de si cogerle de la mano o no y jamás se lo hubiera tenido en cuenta. Y también sería normal si lo hiciera: se habían conocido hacía unos días y todo lo que había ocurrido en sus vidas era inimaginable, pero allí estaban las dos en el dúplex de Madrid intentando averiguar qué le había ocurrido a la actriz con el hechizo -que poco había funcionado, en realidad- y averiguar qué les iba a ocurrir a las dos después de aquello...

Sin embargo, ni un segundo tardó Violeta en cogerle la mano a Chiara.

Sus dedos se entrelazaron al instante, casi como si fuera un acto involuntario que hubieran hecho toda la vida. Y la bruja no pudo hacer otra cosa que sonreír. Chiara quería olvidarse de todo, de cada uno de sus problemas, y quería que Violeta no pensara en nada más de su vida.

Por unas horas, quería que fueran ellas dos simplemente.

Con los dedos entrelazados, Chiara pensó en el destino al que quería ir y cerró los ojos, haciendo que aparecieran un segundo más tarde en una cala al mar preciosa y con los primeros rayos de sol apareciendo en el reflejo del agua...

–¿Dónde estamos?

–¿De verdad lo quieres saber?–le devolvió la pregunta, mientras Chiara se sentaba en la arena, a pocos metros de las olas del mar que chocaban con suavidad.

–¿Eso es el amanecer?

La duda en su voz, casi ahogada por el propio pensamiento, hizo que la bruja soltara una pequeña carcajada de confirmación:

–¿Has estado alguna vez en Bali?

Violeta dejó caer su cuerpo en la arena, sentándose de sorpresa en la arena, justo al lado de Chiara.

–Esto... es...

–Sí.

Era Bali.

Durante unos minutos, la inglesa dejó que la actriz se hiciera a la idea de dónde se encontraban y la dejó disfrutar de las maravillosas vistas que tenían delante de sus ojos. Ella misma disfrutó escuchando el sonido del mar, la calidez, la soledad, y sobre todo la sensación de que todos sus problemas se habían quedado en España y allí solo estaban ellas dos, como dos personas normales.

O casi normales.

–Creo que si no hubiera sido bruja... Si en otra vida no tuviera magia, creo que me hubiera dedicado a la música como tú.

Aunque no la estaba mirando, la inglesa notó la mirada penetrante de la actriz sobre ella.

–¿De verdad?

–Es como... algo que sé que hubiera hecho. Una afición ahora, un entretenimiento, pero en otra vida...

–¿Pues sabes que? Yo también creo que serías una cantante de éxito.

No me has escuchado cantar.

Pero Chiara solo sonrió:

–O simplemente me dedicaría a la música–Kiki giró un poco el rostro para mirarla mejor a la cara, apoyó su codo sobre la rodilla y puso la palma de su mano en la cara para acomodarse–. ¿Cómo empezaste tú en ese mundillo?

–¿Sabes lo que es Operación Triunfo?–la cara de incomprensión de la bruja lo dijo todo–. Un programa de canto en la televisión y bueno, déjalo ahí... Me presenté en el 2020 y me quedé a las puertas de entrar, me quedé en el casting final. Y cosas de la vida, conocí a una chica que me comentó que en Madrid habían abierto castings para musicales... Era eso o volver a Granada para estudiar periodismo, ¿sabes? Y empecé así, pero desde pequeña supe que la música era mi vida, si es que todo lo que me ha rodeado desde niña lo ha sido... En mi casa todo es música, ya lo verás mañana.

–Claro, mañana.

El tono de voz y la sensación que le sobrevino una vez más a Chiara; jamás se iba a olvidar de lo que era aquella sensación casi como si fuera capaz de saber lo que iba a ocurrir... Y le tenía miedo a eso, no por la sensación, sino por lo que significaba.

–Hay algo que te preocupa de mañana.

–No, yo...

–No era una pregunta–sentenció Violeta dándole un ligero golpe en la rodilla.

Chiara sonrió ante aquella cotidianidad; Violeta le estaba diciendo que ni se atreviera a mentirle.

–Solo no quiero que tus padres me odien.

Y en cierta manera, a la bruja le dolía tener que ocultar parte de su verdad, de dónde residía el miedo de mañana. Simplemente, aún no era capaz de admitir en voz alta lo que podía significar el día de mañana para las dos.

–¿Sabes qué? No vamos a hablar de nada más, de nada más que nos preocupe hoy.

Violeta se levantó de la arena y sacó su teléfono móvil del bolsillo mientras buscaba algo en él.

–¿Y qué vamos a hacer?

La primera nota de música que sonó por el altavoz del teléfono lo dejó todo claro: Una Bachata de Lola Indigo. La actriz se mordió el labio inferior dejando caer su smartphone a la arena y estiró su mano para ayudar a Chiara a levantarse:

–Bailar. ¿Ahora... confías tú en mi?

I trust you with my life.

I put a spell on youWhere stories live. Discover now