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–Ahora ves hasta los ensayos, qué fuerte me parece–Chiara saltó en la butaca del susto; qué manía tenía Juanjo con aparecerse a sus espaldas–. Y en la zona de butacas y todo.

Puso una de sus manos en el pecho intentando controlar sus alborotados latidos por el susto, joder, mientras que se giraba en la butaca para encontrarse allí con Martin y Juanjo.

–¡Qué manía con asustarme! ¿Por qué no desaparecéis los dos y me dejáis tranquila?

La pareja tan solo sonrió y la ignoró totalmente, cambiando de asientos para ponerse junto a Chiara -una a cada lado de la chica-, y siguieron molestando con el mismo tema:

–¿Cómo es que lo ves desde las butacas? ¿Te dejan estar aquí abajo?

–Me han dejado–simplemente contestó.

El día anterior Violeta se había enterado de que Chiara había sido espectadora de la obra muchas veces desde las alturas, en una peligrosa plataforma. La actriz no quiso que volviera a ocurrir más, así que había conseguido que tuviera un exclusivo pase en el teatro, tanto para los ensayos como para el show.

–Privilegios de ser la...

–Sh.

–A mi no me mandes a callar.

–¿Y si te vas, Juanjo?

–¿Cómo han ido los primeros días?–preguntó Martin, cambiando de tema, y haciendo que ambos amigos dejaran de discutir y dejaran de comportarse como niños de cinco años.

La bruja regresó la mirada una última vez hacia el ensayo de Chicago que estaba sucediendo encima del escenario del teatro; fue imposible borrar la sonrisa en el momento en el que volvió a ver a una Violeta muy concentrada, allí arriba.

¿Cómo habían ido aquellos días?

Chiara suspiró con tranquilidad, antes de contestar:

–Bien, normal–empezó a decir–. No ha habido ninguna sorpresa... Hablamos mucho por las noches, una copa de vino, música y con ella es fácil... Violeta sabe escuchar y sabe entender. Por el día es más complicado..., o le están haciendo pruebas o ensayando. Y yo solo estoy con ella esperando un momento en el que...

–A eso veníamos–cortó Juanjo–. Entre otras cosas, los resultados de las pruebas.

Chiara sostuvo aquel documento que le había entregado su mejor amigo; no había nada nuevo que le sorprendiera. Nada concluso, nada que les diera alguna idea de porque Violeta había tenido aquella especie de resistencia al hechizo; cómo había sido capaz de curarse a través de la magia y a la vez no enamorarse perdidamente de la bruja. Existía la conexión, la necesidad de estar juntas, el vínculo pero...

Existe un pero.

Y Chiara lo sabía.

–Que no tienen ni idea. Nada nuevo.

La inglesa devolvió el documento y se centró en Violeta.

En aquellos momentos, todos los actores principales estaban en el escenario haciendo ejercicios de calentamiento de voz.

–Bueno, tu padre sigue con la idea de que hay una generación nueva de mestizos. Y otros piensan que tiene parientes brujos y que todo reside en eso...–la voz de Martin la devolvió a la zona de butacas– ¿Le has preguntado por sus antepasados?

–No...

De hecho, la mención de sus padres solo había ocurrido en la primera noche y desde entonces Chiara no había vuelto a escuchar de ellos. Ni siquiera tras el accidente que había ocurrido con su hija, ellos habían dado señales...

–Quizás...

–Sea lo que sea, no quiere más pruebas–sentenció la joven de ojos verdes–. Quiere una vida normal.

–¿Normal?–Juanjo soltó una carcajada–. A partir de ahora no va a tener una vida normal, Kiki. Lo mejor que puede hacer es acostumbrarse.

Chiara lo fulminó con la mirada en aquellos momentos.

–No voy a ponérselo más difícil, Juanjo.

Y si tenía que ir en contra de todos los brujos por y para Violeta, lo haría.

Los dedos del brujo más mayor resonaron contra el reposabrazos de la butaca, en aquel silencio que se había creado entre los tres. La bruja simplemente volvió la mirada hacia el ensayo de nuevo, no tenía más que añadir.

¿Ya se pueden ir?

–Tenemos una misión, recuerdas.

Casi lo había dicho como si le hubiera leído la mente en aquellos momentos.

Shit.

–Claro que me acuerdo–mintió descaradamente, aunque ninguno de los dos amigos la creyeron.

–Eres capaz de dejarla a solas, ¿no?

Chiara asintió con la cabeza, capaz era; sabía que nada malo iba a ocurrir, pero tampoco quería irse sin avisarle antes. Segundos más tarde hizo aparecer un papel y un bolígrafo entre sus manos y garabateó un par de frases, ante la atenta mirada de Juanjo y Martin, y luego lo hizo volar hasta Violeta, que seguía en el escenario.

Y solo cuando Chiara vio cómo recibía el mensaje entre sus manos, desapareció con sus amigos, sin ver como Violeta sonreía ante aquellas palabras:

Todas las letras que yo te he escrito

y no sé cual dedicarte

y componer es mi arte, lo que no quiero es cansarte.

Todas las letras que yo te he escrito,

y desde entonces...

cada vez que me siento en este teatro,

me veo en todos los momentos a tu lado.


Me tengo que ir a una misión,

pero ojalá el mundo se pudiera salvar sin mi

y yo simplemente escuchar tu canción,

dedicándote cinco minutos más...

porque tú sí que eres arte. 

I put a spell on youOù les histoires vivent. Découvrez maintenant