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–¿Estás segura que no te importa?

–Chiara, por cuarta vez, no. No me importa.

–Sí, bien, vale...–asintió con la cabeza, recopilando la última conversación que había tenido con Violeta–. Pasamos un par de noches en mi piso de Barcelona para que mi padre te pueda hacer más pruebas y confirmamos que te has recuperado del todo, y luego, nos trasladamos a tu... bueno, a tu piso en Madrid.

–Quiero...–negó con la cabeza, corrigiendo sus palabras–. Si vamos a Madrid es para seguir actuando. El teatro y la música son mi vida. No me puedes quitar eso.

La bruja pensó en las palabras de su madre, en que tenían que ser cuidadosas, pero simplemente asintió con la cabeza. No podían dejar de hacer su día a día por una pequeñísima posibilidad de que las atacaran a ambas... Chiara ni siquiera lo iba a pensar más.

Tendrían que encontrar un equilibrio.

–Claro, no me perdonaría no verte más en ese escenario.

La inglesa salió del ascensor que daba a la única puerta del rellano; no volvió a mirar hacia atrás donde estaba Violeta, simplemente hizo un movimiento mágico con la mano para abrirla.

–Espero que me des un juego de llaves... porque yo no sé hacer eso–Chiara soltó una pequeña risita, y volvió a asentir mientras dejaba que la actriz pasase al interior del apartamento–. Oh. wow, no es como me esperaba tu casa...

Era una estancia totalmente abierta, de colores blancos, grises y negros. Chiara miró lo mismo que estaba observando Violeta; desde la puerta de entrada se veía parte de la cocina a mano derecha, al menos la isla, para luego a lo lejos ver el sofá negro en forma de L y las bonitas vistas de Barcelona al final de todo.

–¿Por?

–Es un piso moderno.

Chiara sonrió con gracia, ahora entendía el comentario.

–Bueno, no todos los brujos somos unos estirados anticuados–puso los ojos en blanco, el estereotipo se lo conocía muy bien–. ¿Te esperabas algo como la casa de mis padres en Menorca?

–Algo por el estilo–confirmó la granadina.

Ambas caminaron un par de pasos hasta quedar apoyadas en la encimera de la isla de granito blanco y vetas negras.

–Mi madre es más tradicional, en ese sentido, y la imagen de los Williams siempre tiene que ser con clase.

Durante unos segundos vio como Violeta seguía observando todo lo de su alrededor y la dejó hacer, mientras que ella se dirigía al salón donde en uno de los muebles tenía un tocadiscos y toda una estantería llena de música. En poco tiempo encontró el indicado y decidió que era un buen momento para ponerlo; Billy Joel siempre era ideal. Pero nada más poner la aguja en el disco y girarse, se encontró a su invitada conteniendo un bostezo.

Había sido un día lleno de emociones y cambios; prácticamente se habían pasado la tarde en un hospital mágico entre pruebas y más pruebas con el padre de Chiara, y a pesar de que no eran ni las ocho de la noche, se podía entender el cansancio de Violeta.

–Te enseñaré tu habitación.

Entre la cocina de estilo abierto y el salón había un pasillo a mano izquierda, que daba a tres puertas. La de la derecha era un lavabo y justo enfrente la habitación de invitados, que Chiara abrió para ella.

La actriz vio el mismo estilo de decoración, simple y sencilla, aunque con algo más de color entre aquellas paredes.

–No creo que ocurra, pero tengo que informarte–empezó a decir Chiara mientras caminaba por la habitación y se dirigía hacía un armario de dobles puertas, de color grisaceo, que llegaba hasta el techo–. ¿Sabes que... bueno, el mundo de la magia no es pacifico? No somos criaturas de paz, no por las últimas décadas, y yo bueno... No existen muchas personas de Rango 1 en este mundo. Y si me ven como una amenaza... pueden...

I put a spell on youWhere stories live. Discover now