15.

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Just breathe in and out, nice and slowly.

Chiara estaba de pie mirando hacia la hermosa mujer que yacía tumbada en su cama, casi desnuda, hipnotizada por ella. Solo un tanga le cubría la parte inferior del cuerpo, y casi ni eso, porque el trozo de tela era insignificante a la vista...

No es el momento para desmayarse, Keeks...

Respiró de forma entrecortada durante aquel milisegundo en el que se había quedado absorta mirando aquel cuadro perfecto que tenía sobre su colchón.

–Chiara...–ronroneó impaciente Violeta, irguiéndose un poco sobre sus codos.

La bruja volvió en sí, y rápidamente, empezó a deshacerse de sus pantalones dejándolos caer por su propio peso para quedar en las mismas condiciones que la invitada en su cama. Y se tumbó encima de ella volviendo a unir sus labios en un desesperado beso, sintiendo sus pechos desnudos presionados entre ellos.

No había nada mejor en el mundo que los besos de Violeta y Chiara lo acababa de descubrir.

Una de las piernas de la inglesa se colocó estratégicamente entre las de Violeta haciendo que esta pusiera sus manos en su culo, para presionarla más contra ella, incluso moviendo sus caderas para buscar más contacto.

Quizás lo segundo mejor en el mundo eran los gemidos de la actriz sobre su boca...

Sin embargo, tan solo duró un segundo porqué Chiara se separó de sus labios hinchados para sonreír provocativamente mientras un sentimiento de control se apoderaba de ella.

–I like to... mandar–le susurró, mordiéndole el cuello.

La menorquina se aferró a sus manos, poniéndolas encima de su cabeza para que no las moviera de ahí.

Fue instantáneo.

Fue tan repentino que Chiara no supo ni reaccionar.

Algo en la mirada de Violeta cambió, algo en su respiración; algo estaba yendo mal.

La granadina quiso besarla con anhelo, con locura, con tal desesperación que hizo que Chiara se separara unos centímetros de ella, aunque aun estando encima de ella. El cuerpo de Violeta ardía al tocarlo, y...

–Kiki, me quema por dentro... Necesito. Necesito que...–Violeta le agarró con fuerza del rostro y tiró para chocar sus bocas juntas.

No eran los mismos besos; no era la misma Violeta.

No era la misma pasión.

Chiara con fuerza se separó de ella.

–Vivi...–dijo, forzando a que la escuchara; se sentó a horcajadas encima de ella, sosteniendo sus brazos con fuerza–. Violeta, ¿es el hechizo? Necesito que me escuches, céntrate en mi voz...

Notó como todo el cuerpo de Violeta cada vez desprendía más calor, a este paso su cuerpo iba a colapsar por su propia temperatura...

Chiara corrió hacia el lavabo y agarró un par de toallas empapándolas debajo del grifo, pero en el momento en el que volvió a la habitación principal y se puso de rodillas sobre la cama, cerca de la actriz, esta gritó:

–¡NO!–gimió de dolor–¡No me toques!

–¿Violeta, qué...?

–¡Vete!

Chiara vio la batalla que estaba teniendo en sus ojos: entre el hechizo y sus propios sentimientos.

–Violeta, yo no voy a...

–Chiara, por favor...–le suplicó, con dificultad–. O sabes parar esto o te vas. Porque no puedo ahora... ¡Dios! Esto no es... normal y duele necesitarte tanto... arde.

I put a spell on youWhere stories live. Discover now