14.

734 81 8
                                    

–Aquí tienes, amor.

La camarera, detrás de la barra, dejó la bebida cerca de Chiara y le guiñó el ojo antes de seguir atendiendo a la gente. La bruja tan solo le sonrió de vuelta, casi de forma automática, mientras agarraba las dos copas y le pasaba a Violeta la suya.

Después de cenar habían decidido pasar al segundo punto de la lista de la actriz que era salir a bailar. Y allí estaban, en otro local de Madrid que Chiara ni siquiera le sonaba... Ni siquiera recordaba el nombre.

Ella tenía la costumbre de salir de fiesta siempre por Barcelona o Menorca.

–¿Qué...?–preguntó ante aquella mirada.

Chiara tuvo que alzar un poco más la voz para que la granadina la escuchara bien, pero aquella ceja levantada, aquella sonrisa tensa y ladeada de Violeta le hizo preguntar:

–Nada, amoooor–se burló alargando la palabra que había dicho la camarera–. Amoor.

–¡Vivi!–Chiara le dio un pequeño golpe, divertida–Solo estaba siendo simpática.

–Ajam, claro, lo que tu digas, babe.

–¿No...?

Violeta se puso la copa de gin-tonic en los labios para beber mientras la miraba de reojo.

–Es guapa.

Chiara miró hacia atrás, para volverse a fijar en la camarera de la barra de la discoteca, porque ni siquiera se había fijado en ella. Era guapa, Violeta tenía toda la razón, pero entonces sus ojos volvieron a la actriz y sonrió de lado mientras la observaba a ella con total lujo de detalles, incluso, dejó que la pelirroja notase como le daba un repaso con la mirada. De arriba abajo, con gusto y descaro, incluso se relamió los labios antes de beber de su propia copa...

–Tú también eres guapa. Muy guapa, de hecho.

–¿Estás ligando conmigo?

La balear sonrió ampliamente ante aquella mirada.

–Puede. ¿Funciona?

–Puedes probar bailando conmigo. A ver si funciona, digo.

Chiara se sentía en una nube, se sentía demasiado bien; el cuerpo de Violeta se pegaba al suyo como un imán, bailando a tiempo junto a ella, encontrando momentos indicados donde rozarse con tanto descaro que hacía que la inglesa sintiera la boca seca.

¿Dónde he dejado la copa...?

Sin embargo, la actriz no se apartaba de ella por nada en el mundo entre toda aquella gente.

Su frente se pegó a la suya respirando sobre su boca mientras el ritmo de la música les ensordecía por completo. Chiara tragó saliva por quinta vez en aquella misma canción... que ni siquiera sabía quién era la cantante, pero la bruja había decidido que aquella iba a ser su nueva canción favorita.

Desde el momento en el que pusieron un pie en la pista de baile, la tensión entre ellas había escalado a niveles infrahumanos. Y la menorquina tenía demasiado calor, y no por la temperatura del ambiente, sino por culpa de la granadina que no dejaba de moverse en contra de ella, de aquella manera tan sensual...

¿Era cosa del hechizo...?

Y perdió el control cuando Violeta se dio la media vuelta, para encajarse contra la cadera de Chiara. La bruja tenía la espalda de la actriz totalmente pegada contra su pecho, con el perfume cegando sus sentidos por completo; sus manos fueron automáticamente a sus caderas para mantenerla en aquella posición, sintiendo cada roce contra su entrepierna...

I put a spell on youWhere stories live. Discover now