11.

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El tarareo de la misma canción, una y otra vez se repetía en el despacho de Emma Williams en Menorca.

Chiara miraba la estantería de dos metros de alto y cinco de ancho, de color caoba, intentando averiguar dónde se encontraban aquellos malditos documentos; de vez en cuando, cuando paraba de remover libros, archivadores, carpetas y documentos enrollados, seguía el ritmo de la canción que estaba tarareando con sus dedos.

Había escuchado cantar aquella misma mañana, en la ducha, a Violeta la canción de Es por ti de Juanes y no se la podía quitar de la cabeza... Sobre todo no se podía quitar de la cabeza lo bien que llegaba a cantar la granadina, incluso mejor que en el teatro.

De repente, vio unos volúmenes en la esquina superior izquierda -que aún no había mirado- y la bruja movió la escalera para alcanzarlos, cuando entonces una presencia nueva entró en el despacho:

–Look at you!–exclamó la mujer de la junta haciendo que Chiara sonriera de espaldas a ella, por haber sido pillada en el acto–. Si tengo otra hija y todo.

–Hi, mom.

La bruja más joven siguió con la sonrisa pintada en la cara, había sabido que en algún momento su madre volvería y la pillaría con las manos en la masa, pero tampoco se molestó en decir nada más. De hecho, Chiara la miró y cuando comprobó que no había enfado en su madre, siguió con su tarea:

–Me alegro que hayas venido a comer este domingo con nosotros. Tus hermanos y nosotros te hemos echado de menos estos días...

Había sido un plan de dos por uno; comían con la familia y a la vez Chiara buscaba aquellos dichosos documentos de años anteriores, donde estaban transcritos los juicios contra los brujos, y que sabía que cada miembro de la junta poseía copias de ellos...

–Violeta también vino–comentó viendo aquellos volúmenes, que tan solo eran facturas e ingresos de la familia Williams.

–Lo sé, ella al menos me ha saludado apropiadamente, no como tú...–sin embargo Chiara siguió a lo suyo mientras la matriarca se sentaba en el sillón de color rojizo–, la he visto abajo jugando con tus hermanos. Aunque no sabía qué juego era...

–Es un juego no-mágico, Monopoly me ha dicho que se llamaba. Yo tampoco he jugado nunca.

Emma giró en el sillón, ayudada por sus pies, para mirar hacia la estantería que justamente estaba en la pared de detrás. Aunque a medida que iban pasando los minutos, la mujer rubia fue sonriendo abiertamente mientras que con sus dedos jugaba con los documentos que justamente estaban encima del escritorio, muy a la vista.

–Se lo estaban pasando bien..., ¿por qué no estás jugando con ellos?

–Esperaba encontrar algo antes, pero estoy tardando más de lo pensado...

Chiara bajó de la escalera y volvió a mirar la estantería, quizás era más fácil preguntarle directamente a su madre:

–¿Cómo está su padre?

–Mmh... en casa, la vigilancia que tiene es mínima–la hija mayor, se giró y apoyó sus manos en la escalera–. Bien, nerviosos, pero... bueno, bien. Creo que ya se ha hecho a la idea del juicio y del procedimiento...

–¿Y tú? ¿Cómo lo llevas?

–Mmh...

Emma asintió con la cabeza, aun con la mano en el escritorio sintiendo los documentos en su palma.

–La junta está bastante dividida, los que no creen que sea para tanto y los más clasistas que bueno... Quieren mostrar un lado más inflexible–bueno, no era un resultado tan malo, pensó Chiara–. Sobre todo Diaz... No me está gustando lo que está dejando entrever en sus palabras, Chiara. Así que te pido que tengas cuidado si te cruzas con la hija mayor, esa Salma siempre ha dado problemas con las ideas que le mete su madre en la cabeza... Siempre han sido de las más radicales de nuestra casta y las veo capaces de buscar la solución menos diplomática de todas...

Chiara asintió con la cabeza, conocía a la familia y sabía la envidia que Salma profesaba por ella y su Rango.

–¿Y tú? ¿Cuál es tu posicionamiento?

Emma se relamió los labios durante un par de segundos:

–Mañana se hablará de ello, pero quieren anular mi voto.

Chiara cerró los ojos, se lo había imaginado. Lo había barajado en su cabeza tantas veces, pero realmente contaba con el voto de su madre y el peso que tenía ella dentro de la junta.

Ahora si que estoy peleando sola en esto.

Great.

Sunshine, yo sería y seré objetiva el día del juicio.

–Great!–exclamó aún con más ironía.

Chiara miró a su madre, en realidad aquella información también la sabía, y sonrió con cariño para hacerle entender que todo estaba bien. Sin embargo, volvió a mirar la estantería tenía un trabajo aún importante por encontrar...

–¿Tú sabes dónde guardas...?

–¿Esto?

Emma sostuvo los documentos que había dejado expresamente en el escritorio días atrás, sabiendo que su hija los iba a necesitar.

–¿Es la copia de...? –preguntó Chiara cogiéndolo con sus manos, con los ojos brillantes de ilusión.

–Sería objetiva el día del juicio, pero hoy no lo soy. Ayudarte un poco tampoco es un crimen, ¿no?

Chiara miró los documentos y comprobó que su madre había leído sus intenciones, incluso antes de su llegada. Concretamente, la bruja más joven había estado buscando un juicio que había ocurrido dos o tres años atrás; cuando un joven brujo, recién graduado y con su Rango recién impuesto, se había negado a usar su magia y trabajar para ella. En realidad, Chiara lo que buscaba era saber qué argumentos se habían usado en aquel juicio y cuáles habían sido aceptados por la junta y cuáles habían sido rechazados...

Argumentos que tenía que empezar a construir si quería defender apropiadamente al padre de Violeta.

–Gracias, mamá.

–Ahora, tú y yo... ¿podemos ir a jugar con Violeta y tus hermanos?–preguntó la mujer, poniéndose en pie–. Quiero saber cómo se juega a... a... bueno, a eso.

Chiara un segundo más tarde abrazó a su madre, agradeciendo de verdad su ayuda; su relación con la mujer más mayor siempre tenía grandes subidas y bajadas, pero la adoraba y la quería con todo su corazón.

Una vez en la planta inferior de la gran casa, las dos Williams entraron en el salón encontrándose con los dos niños y Violeta sentados en el suelo alrededor de la mesa de café con el tablero y los billetes falsos en sus manos.

–¡Kiki, por fin!

–¿Queréis jugar...?

La bruja se sentó en el sofá de color verde haciendo que Violeta, aun el suelo, se recostara entre sus piernas; los brazos de Chiara fueron rápidamente a sus hombros y se inclinó para apoyar su barbilla en la cabeza de la chica.

–¿Lo has encontrado?–escuchó que le susurraba Violeta.

–Sí, no te preocupes por eso–la granadina se giró un poco para poder mirarla a la cara y sonrió. Chiara aprovechó el momento para besarle en la mejilla, sin embargo el ángulo era un poco difícil y el beso acabó lo suficientemente cerca de la boca de Violeta, haciendo que ambas se sonrojaron en el acto–. Bueno... mmh... Lo que sí que debería preocuparte es el juego, porque te pienso machacar.

–¿Ah, sí, Chiara?–el reto en su voz, la tentación, aquellos ojos que de repente desprendían fuego y un pequeño movimiento de ceja que solo pudo ver Chiara desde su posición... La bruja tembló en aquel sofá, con Violeta entre sus piernas–. Ya veremos a ver quién pierde...

¿Y ahora yo qué hago, si ni siquiera sé jugar?

I put a spell on youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora