Avispas

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De mala gana arrastro cada uno de sus pasos por los pasillos de Easton. Había fallado de nuevo, pero no era su culpa que hubieran rechazado a Leya Front. Bien, bien, quizás recalcar sus defectos frente al crush de la azabache de la casa Adler no había sido buena idea. Pero en su defensa, el chico estaba en la casa Lang, lo conocía bien, era alguien arrogante. Lo único bueno en él era su rostro y aún así había intentado que tuviera algo de interés por la maldita mocosa de primer año.

«Debería de agradecerme en lugar de hacer que mil avispas me persigan».

Tomo ambas coletas haciendo dos bolitas, apretó con fuerza y el agua cayó a sus lados. Poco le importaba si alguien resbalaba por el agua, es más, esperaba que ese alguien fuera Leya Front. Por culpa de ésa azabache de ojos miel, tuvo que correr hasta un estanque, para colmo las avispas no se habían marchado solo hasta después de diez minutos.

¡Diez minutos aguantando la respiración bajo el agua!

Ella misma se había sorprendido por haber logrado sobrevivir sin desmayarse en el minuto cinco.

De no ser porque su varita no estaba con ella, se habría encargado de mandar a volar a los avispones.

Tenía que ir a su dormitorio para poder cambiarse el uniforme y así ir a asesinar al maldito culpable de su desgracia. Una cita, no le había pedido un gran favor, solo le pidió que tuviera una cita al bastardo arrogante, pero se negó y aprovecho para rechazar de una forma muy inhumana a Leya.

Soltó un largo suspiro, observo a su alrededor preguntándose dónde demonios estaba. No recordaba que ese fuera el pabellón de la casa Lang.

¿Era posible que se extraviara? No tenía sentido, estaba en su tercer año en Easton, juraba que incluso podría caminar hasta con los ojos cerrados a su dormitorio.

Quizás este era el karma por querer desear que Leya Front resbalara con el agua que había dejado chorrear de sus coletas y ropa durante todo su recorrido.

Si estaba en lo correcto, se encontraba en el área de los dormi de Adler. Y el único lugar que conocía ahí, era el dormitorio 302. El único dormitorio que conocía por la fiesta que habían hecho cabeza de hongo y sus amigos después de vencer a Magia Lupus. Había seguido hasta ahí a Abel y Abbys que parecía darles igual que los acompañará, aunque se había ido poco después de que Abel se alejara con Finn. Todavía recordaba el dormitorio y como llegar.

El problema era... Que había pasado un año y probablemente hubieran cambiado de dormitorio. Tendría demasiada suerte si encontraba a alguno de ellos para que la ayuden. Esperaba encontrarse al menos con uno  para que le indicaran el camino de regreso.

Para otra persona sería más fácil preguntar a cualquier otro estudiante, pero no es que la tuvieran en buenos términos, considerando que era un cupido que no había logrado hacer que una pareja se enamorará, además era alguien de Lang, los único a los que conocía en ese lugar no tendrían malas intenciones como para hacer que se extraviara más.

Pero no tenía forma de como hayar a alguno de ellos. Además mientras más perdia tiempo, su cuerpo corría más riesgo de coger un resfriado.

Así que tomó lo primero que encontró, con ambas manos, lo levantó sobre su cabeza lista para romper la ventana y salir de ese lugar. No iba a esperar a que milagrosamente llegará alguien que la ayudara a salir de ahí.

—¿Que estas haciendo?

Un gran escalofrío recorrió todo su ser, después de alrededor de medio minuto, tomo valor con la misma posición en la que estaba y volteo de forma lenta.

De no ser porque su padre le había enseñado a no decir groserías, habría soltado una en ese mismo instante.

«Tragame tierra y escupeme en un volcán».

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