24

214 24 4
                                    

Narra Charlie:

Nos encontrábamos caminando por aquellas calles maravillosas de esa ciudad soñada para mí, de la mano, libres y felices. Yo sentía que nada podía ser mejor que esto. Estaba en el cielo, rodeado de amor y de dulzura.

El frío de las calles, sumado a la nieve que caía sobre nuestros hombros, era simplemente algo que nunca me imaginé que pasaría. Y aunque me sentía que me moría de hipotermia, no dije nada al respecto porque no me importaba.

Nick estaba raro, y aunque le pregunté que le pasaba, no me lo dijo. Yo no sabía si se trataba de algo bueno, o malo, pero de todas maneras esperaba pacientemente a que él me lo dijera.

—Amor... — me dijo con la mirada perdida. Sus ojos parecían vacíos, y en el momento en el que nos miramos fijamente, parecía que volvían a la vida.

—¿Si?

—¿Te gustaría conocer la estatua de la Libertad?— yo me quedé procesando eso por unos segundos. Tragué saliva.

—Pero amor... Es tarde, son las diez de la noche... — Él me sonrió.

—¿Y? — me abrazó. —¿Te olvidas que soy un hombre poderoso y que puedo conseguir lo que yo quiera?

—Que miedo saber cómo lo conseguiste...

—Mejor.— me dio un beso. —Si se trata de hacerte feliz, consigo lo que haga falta.

—Te amo. — él me dio un beso en la punta de la nariz, que me hizo reír porque me hizo cosquillas. —¿Se puede saber a dónde vamos a ir?

—Ah no sé. Por ahora iremos en... — le hizo una seña a una seña a un taxi, y éste frenó en seco. Me sentía en una película cuando uno le chifla a un auto y éste frena en medio de miles de otros autos. —Un taxi. No es muy romántico de mi parte pero, ya verás lo lindo que será lo demás.

Yo sonreí, negando con la cabeza. Decía que nada me podría seguir sorprendiendo de él, pero no, siempre me dejaba boquiabierto con cada acción que realizaba. Parecía que quería hacerme sentir el hombre más feliz, y le salía a la perfección.

Nos subimos al auto, y mientras tanto yo observé el paisaje por la ventana. Sinceramente, si es que quedaba cerca, prefería ir caminando para no perderme la ciudad a detalle, pero Nick me aseguró que recorreríamos toda la ciudad ya que teníamos mucho tiempo allí. Yo no sabía cómo hacía Nick para pagarme todo, y encima para pagar atracciones, museos, y restaurantes de lujo, pero él me pidió que no pensara en eso. Que él tenía dinero de sobra y que no tenía que ser un problema para ninguno. Yo no indagué más, pero de todas maneras tiraría currículum el lunes. Ya no quería seguir así. Obviamente no ganaría ni la cuarta parte de lo que ganaba él, pero al menos podría colaborar con algo, y también mantenerme ocupado.

—Ya falta poco. — me dijo él, al notar que movía mi pierna frenéticamente, muerto de nervios.

—Estoy nervioso... Esto es un sueño para mí. No lo puedo creer todavía. — ya estaba llorando. Él se rio, y me limpió un par de lágrimas con su pulgar. —Lo siento, soy muy sensible.

—¿Ah, si? No me había dado cuenta. Gracias por decírmelo. — yo me reí, y lo sostuve de las mejillas para molestarlo. —¡Eso duele!

—Ya lo sé. Y que me digas llorón, también.

—No podés ser tan exagerado. Todo bien que seas de Leo, pero, un límite te pido, amor.— yo me toqué el pecho de manera bastante exagerada, riendo.

—Y vos sos un escorpiano sin alma.

—Tenés razón. Yo no tenía alma antes de conocerte. Pero ahora mírame.— sonrió, victorioso. —Soy un romántico empedernido, mi amor. No te podés quejar de mí. — tenía razón. No podía.

—Que idiota que sos. — sonreía. —Te amo.

—Yo también te amo. — el taxi se detuvo. —Ah mira, ya hemos llegado. ¡Cerra los ojos o te mato! — me gritó, señalándome con el dedo.

Yo cerré automáticamente los ojos, y al bajar del auto, igualmente él me los tapó también.

—Me voy a caer, Nick. —Él me sostenía con fuerza de la cintura.

—No te voy a dejar caer, tranquilo. — yo pisaba con sumo cuidado, y escuchaba el sonido de las olas. Se respiraba un aire de paz increíble.

—¿Está todo listo? — habló Nick. Yo me quedé quieto, suponiendo que había un tercero.

—Sí, señor Nelson. Está todo listo. Ya pueden subir. Es para ustedes solos, como me pidió.— yo sentía que mis piernas no respondían, entonces Nick tuvo que prácticamente empujarme.

—Hay tres escalones, y ya luego, todo derecho. — asentí haciendo lo que me pedía. Fui lentamente, sintiendo como mi estómago se llenaba de malditas mariposas. Al final si me convertiría en Rose al igual que en el barco del Titanic. Solo esperaba que no acabara mal.

—¿Ya? — pregunté cuando ya no había más obstáculos en mi camino.

—Ya.— abrí lentamente los ojos. No podía creerlo.

Sinceramente si antes de llegar a la casa de Nick me hubieran dicho que viviría algo como esto, me hubiera reído en sus caras por idiotas. Yo no tenía grandes motivaciones en la vida, ni tampoco una vida para tenerlas.

Me quedé observando el lugar, a punto de llorar. Habían luces preciosas, y había una mesa decorada con rosas negras y dos copas grandes. A su lado había una botella de vino blanco que tenía pinta de ser carísimo. Habían frutillas también en un pocillo de porcelana. Habían varias velas preciosas. No había más, pero eso ya era perfecto.

—¿Que es...? — no sabía que decir. —¿Que es esto?

Nick parecía más nervioso que antes. Todo el día había estado tenso, yo lo había notado. Él me observaba detenidamente, con los ojos brillando incluso más que aquellas luces.

Me voltee a verlo, y él estaba llorando.

—Amor. ¿Por qué lloras? — él sonreía, mientras con un pañuelo se secaba las lágrimas. Pero igualmente éstas no parecían querer detenerse.

—Porque te amo. — yo sentía mi corazón a mil, como siempre que estaba con él.

—Yo también te amo... — le di un beso, sin embargo él se puso serio.

—Quiero decirte algo, si me lo permitís. — yo asentí, con los nervios de punta. Él tragó saliva. —Desde que te conocí, si bien no empezamos muy bien, yo supe que serías importante para mí. —Sonreí.—Me diste vuelta la cabeza. Me convertiste en alguien distinto, en una persona simplemente. Capaz de poder sentir amor, ternura. Me diste la capacidad de amar, algo que yo creía que no pasaría. Yo no sentía que me merecía el amor de nadie, ni me sentía capaz de amar a nadie. Pero vos llegaste... —tomó con más fuerza mi mano. —Llegaste con tu alegría, con tu optimismo, con tu mal humor, con tu manera de ser tan descabellada que me hizo replantearme mi vida por completo. Te vi, te encontré, y supe que no tenía que dejarte ir porque eras la única esperanza de tener una vida real, sentimientos tan humanos y tan lindos que nunca me di la oportunidad de sentir. Cuando apareciste, le diste un sentido a esa vida aburrida y vacía que llevaba. Con tu amor me curaste el alma.— yo no podía dejar de llorar. Era simplemente, perfecto. —Ese alma que estaba completamente muerta, que ni siquiera creía tener. Fue como si hasta ese día yo me encontrara dormido, muerto en vida. Y vos me despertaste, me diste una oportunidad para que yo pudiera salir de eso que me estaba matando, y me diste una vida llena de cosas bonitas.— Puso una mano tras su espalda, y yo sentía que no podía respirar. —Y no me importa, no me interesa que las cosas salgan mal, ya no tengo miedo de eso porque sé que vamos a ser felices, que vamos a estar juntos siempre. Sé que si te tengo conmigo no me hace falta nada. Desde que te conocí ese vacío habitaba en mí, desapareció. Y si bien hemos sufrido, yo no me arrepiento de nada. Porque valió la pena. Vale la pena si te tengo a mi lado durmiendo en las noches, vale la pena si tengo tu risa en las películas de comedia malísimas que vemos, vale la pena si escucho tus pasos por la casa, sabiendo que estas ahí conmigo simplemente. Vale la pena si tengo que enfrentarme al mundo entero para tenerte, para ser feliz a tu lado. Lo único que deseo es que estemos toda la vida así, siendo felices. Descubriendo cosas del otro que pueden o no gustarnos, descubriendo sentimientos y emociones que nos llenen el corazón. Vale la pena si al final del día estás conmigo. Vos vales la pena, y vales todo el amor del mundo. Vos sos el amor para mí, nada ni nadie más me hizo sentir lo que vos me haces sentir. Y yo... — me tapé la cara, sollozando. Escuché su risa, y también su llanto. —Yo deseo que estemos juntos para toda la eternidad, amándonos y cuidándonos mutuamente, sin miedos. Yo ya no siento miedo, porque sé que estás conmigo. Y te juro que te voy a cuidar en cuerpo y alma, porque te amo hasta que te dejen de gustar las rosas negras, hasta que dejes de quemar las comidas, hasta que la Luna sea capaz de brillar más que tu mirada... Hasta que mi cuerpo emita su último suspiro, yo te voy a seguir amando.— yo estaba completamente en shock. Solo pude llorar, tapándome la boca en un intento de callar mis sollozos. —Por eso, quisiera preguntarte, si me das el placer de poder ser tu esposo. — se había agachado frente a mí, mostrándome una bella cajita con dos anillos. Nosotros ya teníamos unos anillos preciosos, pero éstos eran una cosa de otro mundo. Me estaba pidiendo matrimonio a mí, solo a mi.

Caí de rodillas a su lado, y me tiré a sus brazos llorando desconsoladamente. Comencé a besarle toda la cara, y él sonreía de oreja a oreja.

—¡Si! ¡Por supuesto que quiero casarme con vos! — Él se rio más fuerte, y me besó con tanto amor que sentí que me iba a desmayar. Nunca pensé que una persona podía ser tan feliz, tan plena como yo en este momento. Me colocó uno de los anillos, y yo, con las manos temblando, le puse el otro. Juntamos nuestras manos, y era una imagen realmente perfecta. No había otra palabra para definir este momento más que esa. Era perfecto. —Te amo. Te amo con toda mi alma. Y deseo que seamos felices, no me importa cómo, pero deseo que seamos plenamente felices como nos merecemos. Yo prometo amarte siempre, tengas lo que defectos que tengas. Eso es lo que te hace perfecto, lo que te hace el ser más hermoso que pisó el planeta.— lo besé más y más, sintiendo que no era suficiente. —Prometo cuidarte ahora y siempre, y quiero que me sigas cuidando como siempre lo hiciste. Tu amor me hizo mejor persona, me hizo entender que mi vida era maldita mentira, que todo lo que yo creía correcto era una estúpida farsa. Conocerte me hizo entender que el amor verdadero si existe, y que vale la pena sufrirlo si al final íbamos a obtener esta felicidad. Te amo como nunca creí amar a alguien. No puedo ni siquiera explicarlo. — no sabia que más decir, así que lo besé. Lo besé hasta que mis labios quedaron rojos, pero no me importaba. Sólo quería tener todo de él, todo lo que él pudiera darme yo lo aceptaría porque lo amaba con cada parte de mi corazón. —Mi corazón es tuyo desde que me di cuenta de que te amaba, Nick. Sólo tuyo.

—Y el mío te pertenece sólo a vos. Mi amor es puro y exclusivamente para vos. Ahora y siempre.

—Para siempre.

Nos besamos hasta el cansancio, o tal vez nunca nos cansaríamos realmente. Yo sabía que nunca me cansaría de eso, de su amor, no podría jamás.

Para este momento, yo me encontraba sobre sus piernas. La felicidad de ambos se notaba en el ambiente, era impresionante. Sentía que estaba en un puto sueño, de el cual si lo era, no quería despertarme nunca.

—Te amo. — me dijo él otra vez. Parecía maravillado al igual que yo. Amaba tanto sentirme así, tan querido y admirado por el amor de mi vida.

—Te amo. — lo besé de nuevo. Sus manos bajaron hasta mi cintura, apretándola con fuerza. Los besos se intensificaron luego de un rato, y yo podía sentir como su miembro se endurecía bajo mi cuerpo. Yo estaba igual. Él me quitó la camisa, y yo la suya. Me besó el cuello, la clavícula, el pecho. Parecía querer dejar sus besos por todo mi cuerpo, y yo no me quejaba. Es más, me encantaba. Lo tiré hacia abajo para besarlo por todo el cuerpo también. En cuanto llegué a su pecho, podía escuchar sus latidos desbocados a la perfección. Era incluso más intenso que otras veces, porque el amor de ambos se sentía en cada toque.

Él se puso arriba de mi cuerpo, y nos besamos con más fuerza. Inconscientemente comenzamos a movernos para fricción entre nuestros miembros, era un sentimiento inexplicable. Él aceleró sus movimientos, y a su vez me besaba el cuello. Su lengua pasó por allí lentamente hasta mi oreja, su aliento caliente y agitado llegó hasta mi oído a la perfección, generándome puntadas en la entrepierna por la sensación.

—Quiero que te muevas para mí. — me dijo mientras se masturbaba y se colocaba un preservativo. Yo estaba tan fuera de mí mismo que ni siquiera sentí pudor por su pedido. Al terminar de colocárselo, yo mismo me coloqué su pene en mi entrada. Me fui sentando en él muy lentamente para que no sucediera lo de antes, y él apretó las sábanas con fuerza mientras gemía mi nombre.

—Sos el hombre más perfecto del mundo... — me dijo mientras él mismo me movía sobre él.

Comencé a moverme más fuerte, perdiendo la cabeza por completo. Coloqué mis piernas al rededor de su cuerpo para no cansarme tan fácil. Nick se acercó hasta mis labios, y me apretó el cuello con fuerza, sabiendo que eso me encantaba. La humedad de su lengua me estaba matando. Cuando se dio cuenta de que me había cansado, me tomó de la cintura, y en un movimiento rápido, yo me encontraba debajo de su cuerpo.

Su mirada tan intensa me mataba, era simplemente de otro mundo lo perfecto que era. Y era mi novio, mi persona, y mi futuro esposo.

Yo no dejaba de mirarlo, y comencé a llorar sin pensarlo. No sabía si lloraba de placer o de amor, o tal vez de las dos.

Él dejó de moverse, pero sin embargo no salió de mí en ningún momento.

—¿Qué pasa, amor?— me dio un beso en la nariz. Yo puse mis manos en su cabello, apretándolo.

—Es que no puedo creer que seas tan lindo... Y que me hayas elegido a mí para ser tu compañero. Te amo. — él pareció dejar la preocupación de lado, y me besó.

—Yo te amo a vos, y amo haberte elegido, y que vos entre tanta gente hayas aceptado ser mi esposo. —volvió a besarme, y a moverse todavía con más determinación. Gemimos ambos entre el beso.

Seguimos en la nuestra, hasta que yo sentí que mi celular sonaba. Quería ignorarlo, pero ya comenzaba a ser molesto.

Suspirando con frustración, atendí.

—Quién quiera que seas, estoy en un momento importante con mi futuro esposo, así que sé leve porque quiero seguir. — Nick sonreía mientras negaba con la cabeza. Se acostó mientras apoyaba su cabeza en sus manos. Tuve el impulso de besarlo, y de tirar el celular a la mierda por haber interrumpido.

—¿Hijo? — mencionó la persona. Yo borré todo rastro de sonrisa de mi cara. Nick frunció el ceño. —Hijo, soy papá.

—¿P-Papá?

Nick se paró rápidamente, arrancándome el teléfono de las manos. Yo me senté en la cama, demasiado confundido como para pensar en algo mejor.

—¿Que mierda querés? — soltó mi novio. Parecía tan enojado que tuve miedo en ese instante. Yo no podía oír lo que pasaba, pero la cara de Nick tan sorprendida me llevó a creer que algo malo había pasado.

Narra Nick:

—¿Qué mierda querés? — estaba cansado. Cansado de ellos y de que siempre arruinaran el momento. Ya no quería saber nada, simplemente quería que nos dejaran en paz. Por un momento pensé que sería así ya que no tenía ni idea dónde estaban ni él ni el enfermo de mi padre. Pero después de todo lo que me habían hecho sólo les deseaba lo peor, e imploraba que no se acercaran más a nosotros.

—Quiero hablar con mi hijo, Nicholas. — su voz me daba repugnancia. Me alejé un poco de Charlie, quién estaba tan metido en sí mismo que quizá ni me escuchaba.

—No lo harás. ¿No crees que ya nos han lastimado lo suficiente? ¿Que más quieren de nosotros? ¿No pararán hasta vernos muertos, cierto?

—¿Qué? ¿Crees que yo querría que mi hijo se muera? ¿De verdad crees que no la pasé mal cuando creí que estaba muerto? — quería reírme de su cinismo, pero no lo hice.

—Al parecer, no. No te vi desesperado buscándolo todo este tiempo como he estado yo. No vi que nos apoyaras como realmente dijiste que harías. Vos sabias que mi padre nos quería lejos, ¡sabias que él quería separarnos! ¿Y sabes qué? No lo logró. Nadie lo va a lograr, jamás. No me importa lo que hagan con su vida, pero yo no voy a dejar que sigan ensuciando la nuestra.— iba a colgar, pero él volvió a hablar.

—¡Nosotros queremos terminar con toda esta mierda!— suspiró. —No me enorgullece decir que he entendido todo después de asumir que mi hijo había fallecido, pero fue así. Luego de eso entendí que no podemos seguir lastimando a la gente que queremos. Él te ama, Nick. Y me ha dicho que está orgulloso de vos... — yo me reí.

—¿Orgulloso de mí? No me hagas reír. Si me quisiera me habría apoyado desde el inicio. No habría armado todo ese plan asqueroso para separarnos. ¡Me habría aceptado tal cual soy sin importar si no le gustaba!

—¡Él tenía miedo, Nick! Fue todo mi culpa. Yo lo he abandonado, lo dejé sólo cuando más me necesitaba... Y él ha vivido en la mentira toda su vida. Él tenía miedo de que repitieras su historia, que sufrieras igual que él cuando yo lo dejé. — me quedé mudo. Una parte de mí no le creía, esa parte sabía que ellos harían lo que fuera para manipularnos. Pero esa otra parte que habitaba en mí, la parte que había querido esconder toda mi vida, quería saltar de la felicidad al saber que su padre no quería que él sufriera. Eso indicaba que él lo quería, pero sus acciones le decían otra cosa.

—Entonces lo hubiera demostrado. ¿Te pensas que para mí fue fácil descubrir mí sexualidad? No. Yo necesitaba que me apoyaran, que fuera un padre y no un maldito psicópata que me hizo crecer entre toda su mierda. Él me convirtió en una persona horrible, sin sentimientos, sin sueños... Charlie fue el único que pudo sacarme de eso, y yo no pienso perdonarlo por habérmelo quitado todo este tiempo.

—Él sólo... — se escuchaba que el parlante se alejaba, y otras manos lo tomaban. — Hijo, soy tu padre. Por favor, no me cortes.

—Así que, la parejita está junta por fin. — reí. —¿Qué pasa? ¿Decidieron dejar de negar que son dos maricones? Porque ustedes si son maricones. ¿Te gusta que te llame así, papi? ¿Igual que cómo me llamaste a mi? O mejor, ¿¡como llamaste a mí novio para después darlo por muerto!? — Charlie llegó a mí lado, abrazándome. Yo lo aparté porque en el estado que estaba era probable que le hiciera daño.

—Hijo... Sé que nunca me vas a perdonar que...

—¿¡Perdonar!? ¿Acaso sabes lo que eso significa? No tenés cara. Vos no tenés perdón ni siquiera de Dios. — respiré hondo.— Y prepárate, porque no voy a descansar hasta verte muerto, por la lacra que sos. Vos ya no sos nada mío, nunca lo fuiste. — y corté.

No podía creerlo. No me entraba en la cabeza que una persona pudiera ser tan siniestra. ¿Perdón me pedía? Que cínico de mierda. Y que estúpido que era si se creía que yo lo iba a perdonar. Yo no lo haría nunca. No los perdonaría jamás por habernos hecho tantas cosas, por habernos separados. Yo sabía que él me tenía envidia. Envidiaba que yo fuera feliz, que fuera libre, y más envidiaba que yo sí había conseguido ser feliz con un Spring, no como él. Sin embargo, esa parte que tanto detestaba, me hacía tenerle lástima. Yo no era mala persona, por esa razón sentía pena por ellos. Ellos en su momento se amaron, y yo sabía que seguían haciéndolo. Pero nosotros no teníamos la culpa de que su amor fuera detenido por cosas de la vida, no teníamos porque pagar sus errores, y sin embargo lo habíamos hecho.

—¿Estás bien? — me preguntó Charlie, con la nariz roja y los ojos hinchados.

—No. No quiero que esto siga pasando. No quiero que llores más por ellos, no se merecen ni siquiera nuestra lástima. ¿Vos estás bien?

Él se quedó en silencio unos segundos.

—Sí. Y creo que pensamos distinto, Nick.

—¿Sobre qué?

—Nosotros dijimos que empezaríamos una nueva vida, ¿verdad?

—Si. Por eso, dejemos atrás a estos enfermos y seamos felices, no los necesitamos.

—Yo sí, Nick. — me tomó de las manos. —Yo necesito que estemos bien. Y no puedo concentrarme en nuestro casamiento, en nuestro amor, en nuestra felicidad, si sé que ellos están sufriendo. — lo solté.

—¿Qué estás diciendo? ¿Acaso ellos pensaron en nuestra felicidad cuando armaron toda esta mierda? ¿Tu padre pensó en vos cuando le pagó a una pobre chica indefensa e indigente para que fuera una puta? ¿No, verdad? ¡Nuestros padres sólo quieren jodernos la vida! ¿No lo ves? — empezaba a ponerme más nervioso, y Charlie me miró con miedo. No. Miedo no, por favor. —-Amor...

—¡No, Nick! — lloraba, y yo sentí pánico. —Sé que nos lastimaron, y sé que se merecen lo peor por ello pero, ¿no crees que ya han sufrido lo suficiente en vida por lo que han hecho? — yo no podía creer su reacción. —Sé que crees que estoy loco, pero, ¿y si ellos no son nuestros enemigos? ¿No pensaste que tal vez, tal vez ellos lo único que querían eran ser felices juntos así como nosotros?

—¿Y la mejor forma de conseguir su felicidad era terminar con la nuestra? ¡No me jodas, Charlie! — él se rio mientras lloraba.

—¿¡No te das cuenta de nada!? —Yo tragué saliva. Pocas veces peleábamos hasta gritarnos, y yo no sabía cómo reaccionar.

—¿De qué?

—¡De que no somos el centro del mundo, por Dios! ¿Por qué tenemos que ser como ellos? Sólo... —respiró profundo. —Sólo digo que creo que es tiempo de acabar con esta estúpida guerra entre nuestros padres y nosotros. Si, ellos nos lastimaron. ¿Pero no crees que ellos la pasaron mal también al no poder vivir su amor como ellos querían? Sé que el dolor a veces te vuelve cruel, y eso tal vez les ha pasado a ellos. Yo no odio a mi padre, y mira que tengo motivos de sobra. Pero pienso también que él ha dejado su felicidad de lado para tenerme. Otro en su lugar se hubiera largado y habría dejado tirada a mi madre y a mí, pero no lo hizo. Soportó años fingiendo que la amaba y que era feliz, cuando en realidad amaba a tu padre. Y yo creo que eso mismo le pasó a Stéphane. No pudo soportar que mí padre nos haya elegido, a él lo haya dejado a un lado. Son cosas que no se pueden cambiar, eso ya pasó y es historia de ellos. Pero nosotros tenemos que ser maduros y comprender que hay cosas que tienen que ser así y no van a cambiar por más que queramos. — me tomó de la mano. —Así que tenemos dos opciones; o los respetamos y los comprendemos dejando de lado todo lo malo y empezamos de cero sin intentar cambiar lo que no se puede, o nos empecinamos en odiarlos y arruinar su vida sólo porque ellos intentaron hacerlo con la nuestra. Y si elegís eso, me temo que me vas a perder.— yo me horroricé.

Me imaginé en una milésima de segundo a mí mismo sufriendo como hace meses antes. Llorando como un desgraciado porque había perdido al amor de mí vida. Recurriendo a las drogas y al alcohol para llenar el vacío que había dejado su pérdida en mí. Saber que sin él nada tenía sentido, y sacando fuerzas de dónde no sabía para mantenerme de pie pese a que estaba muerto en vida.

Me imaginé volviendo a pasar exactamente lo mismo, y me rompí en miles de pedazos.

—No. No quiero perderte de nuevo, no puedo perderte de nuevo. — le dije, llorando entre sus brazos. Él también lloraba y yo no lo soportaba. —Lo siento. Sé que tenés razón y que estoy siendo egoísta, pero, vos no estuviste en mi lugar. No pasaste meses y meses llorando porque habías perdido lo único que te hacía feliz en manos de tu propio padre. No sabes lo que me estás pidiendo con esto.

—Si lo sé. Yo también sufrí estando lejos, rodeado de desconocidos, sin un nombre, sin nadie que me dijera que todo era una farsa. Yo solo tuve que entender que tenía que salir de ahí para encontrarme, y fue cuando supe que siempre habías sido lo único que me motivaba a seguir. Fue el amor lo que me ayudó, lo único que pudo salvarme. Y yo por el mismo amor que nos ha salvado a nosotros te pido que comprendas que no todo va a salir como nosotros pensamos, las cosas sólo pasan, y lo único que podemos hacer es tomar decisiones para saber que hacer con ellas. Y yo ya tomé la decisión de que estoy harto de tanto dolor, de tanta mentira, sólo quiero estar bien, y si vos me acompañas sería perfecto, y si no, igual te voy a entender. Es tu decisión, ahora te toca elegir a vos que camino querés seguir. —

Yo tenía que dejar de ser egoísta, de pensar solo en mi. Tenía que abrir mi cabeza, sabía que eso era él me estaba pidiendo. Que entendiera las cosas como él me las planteaba, y no como yo quería creer que eran. Supe que él tenía razón, las cosas solo pasan, y yo podía elegir si quería ser feliz a su lado sin importarme nada como hasta ahora, o volver a ser el mismo infeliz que era sólo porque no me animaba a aceptar la realidad. Esa realidad que hace tiempo había asumido, pero que aún me dolía como la mierda. Me dolía darme cuenta de que él tenía razón, nuestros padres también se merecían ser felices. Todos se merecían tener a alguien a quién amar, eso lo sabía porque antes de conocer el amor yo sólo era un cuerpo sin alma.

El amor era capaz de todo, hasta de cambiar el alma de la persona más cruel del mundo, y tal vez así había sido con mi padre.

—Está bien. Intentaré cambiar mi pensamiento, haré lo posible para comprenderlos y no ser un egoísta. Tenés razón. Hemos pasado por mucho como para terminar algo tan hermoso por algo que no podemos cambiar. Yo te amo. Elijo y voy a elegir siempre tener tu amor. Es lo único que quiero. — Él sonrió, y yo también. No podía imaginarme una vida sin esa sonrisa, sin esos ojos azules como el mar, sin ese pelo rizado tan bonito que tanto me gustaba tocar, esas manos que cuando me tocaban me hacían volver a la realidad, no podía vivir sin él. No quería vivir sin él.

—Yo también mi amor. Te amo con todo mi corazón, y sé que a partir de ahora las cosas mejorarán para nosotros. Tenemos que planear nuestra boda, eso es lo más importante en este momento, ¿no? — él tenía una magia, una luz que se notaba a miles de kilómetros, una alegría que me llenaba el alma, y yo solo pude pensar en que se venían momentos únicos para nosotros, y que no valía la pena pensar en cosas que no podíamos cambiar.

—Hablando de eso, hay una decisión importante que tomar antes. — Él frunció el ceño, parecía asustado.

—¿Cuál?

—¿Quien usará esmoquin y quién usará vestido? — me dio un golpe bastante fuerte en el hombro, suspirando de alivio. Yo sonreí de oreja a oreja.

—¡Idiota! Claramente los vestidos no entran, sos un gordo. — yo me hice el ofendido.

—¡Es por tu culpa!

—¿Eh? ¿Por?

—Porque te haces el exquisito cuando te llevo a comer, y al final me termino comiendo mi plato y tus sobras. — el se puso rojo.

—¡No es mi culpa tener el estómago de una hormiga!

—¡No es mi culpa tener el estómago de un oso!

Y ahí empezamos a pelear sin sentido como siempre, y al final del día terminamos basándonos, como siempre.

—¿Por que no aprovechamos que estamos así para continuar con lo de antes? — le dije yo. —Así puedo bajar de peso para no parecer un muñeco inflable con el traje. — él soltó una carcajada, y yo lo besé.

—Te amo, imbécil. — yo negaba con la cabeza, sintiendo mi corazón latiendo con fuerza.

—Te amo, grisin.

—¡Te odio!

Everything has changed || Heartstoppper.Where stories live. Discover now