ÁNGEL RAMOS (YA EN FÍSICO).

4. Me voy a la escuela de descendientes.

Salí del bosque y me fui a dormir al orfanato.

—Vamos a ir a la escuela especial cuando salga el sol —dijo Luz.

—Si —dije.

Ahora estoy durmiendo con mi gato en la cama.

Las horas pasaron volando.

Tuve una pesadilla.

Un monstruo dijo:

—Tengo a tus padres.

Soñé algo muy feo. Soñé que caía de un avión y el piso nunca llegaba. Nunca toque el piso.

Me desperté sudando.

—Miau —dijo el gato.

—Gato, me despido de ti —dije.
Al abrir la puerta para salir e ir a la casa se Óscar, me encontré con una sorpresa.

—¿Juan? —pregunte.

Juan tenía una cicatriz que le cubría el ojo y su labio estaba roto.

—Ángel... —dijo.

Juan se desmayó.

Con la ayuda de otros huérfanos lo llevamos a mi habitación.

—¿Estas bien? —pregunte.

—Déjame respirar un segundo... —respiró—. Me salí de la casa. Quiero vivir aquí en el orfanato, Ángel.

Me sorprendí.

—¿Si? ¿Estas seguro?

Juan asintió con la cabeza.

—Ya no quiero ver a mi papá.

—Tu papá es un demonio, Juan.
Tuve que pensar algo...

—¿Quieres quedarte en mi habitación, Juan?

—Si, creo.

—Cuida a mi gato. Yo iré a otro lugar.

—No se de que hablas, pero cuidare a tu gato.

El gato estaba en el suelo. Juan se levantó y se movía con dificultad como si su pierna no estuviera en buena forma.

—Toma calcio, Juan —dije. Es mi consejo.

—Si...

Salí del orfanato. Llegue a la casa de Óscar.

—Hola, Óscar —dije.

—Hola, Ángel...

—¿Donde está Luz? —pregunte.

—Ella...

Un auto se acercaba y se detuvo enfrente de nosotros.

—Hola, mosquitos —dijo Luz—. Suban.

Luz conducía un imponente auto.
Compartí miradas con Óscar. ¿A subir? ¡A subir!

Nos subimos al auto.

—¿Donde queda la dichosa escuela de descendientes? —pregunte.

—Esta en Jaguaron —respondió Luz.

—¿En que parte de exactamente? —pregunte con más curiosidad.

—¿Conoces el cerro? Pues esta allí —Óscar.

—¿En el cerro? —me confundí, creo.

—En el cerro hay un portal mágico que nos transporta a otro mundo.

—¿Eso es posible? —pregunte.

Óscar me miró y dijo:

—Para ti debe de existir cualquier cosa. Ya me has visto a mi, un hombre lobo y a Luz, una descendiente de la diosa del sol.