10. Uso mis poderes como loco.

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Caminamos y dejamos atrás al laberinto, pero parece que el laberinto es como un enamorado insistente y…
—¡La tierra tiembla! —grito Óscar.
—Gracias por decirlo, Óscar —dije.
La tierra estaba temblando. A lo lejos salió un brillo. El brillo provenía del laberinto.
—¿Qué sucede? —pregunto Luz.
—No se y tampoco me quedare para averiguarlo —dije.
La tierra dejó de sacudirse y pudimos correr.
—¿Escuchan eso? —pregunto Óscar.
Escuchamos risas y la luz se acercaba más. La luz vino a toda velocidad y nos atravesó. Sentí que todo mi cuerpo helaba como la cama de un pingüino.
Al respirar, salía vapor de mis vías aéreas.
—Me congelo —dije.
—¿Y si nos abrazamos? —preguntó Óscar—. Abrazarse produce calor.
—Ni loca —dijo Luz—. Yo soy todo de calor.
Luz abrió la palma de sus manos y hizo aparecer fuego. Luz hizo explotar las bolas de fuego en sus manos y se generó una honda expansiva que nos calentó a todos.
—Gracias, Luz —dije.
Las risas volvieron y la luz aterrizó en el suelo. ¡Aparecieron…!
—¡Fantasmas! —grito Óscar.
Me dio algo de miedo, pero para este punto un fantasma debería de ser inofensivo. En este caso había muchos fantasmas.
—¡Los detendré! —grite.
Puse mis rayos como pistolas y dispare contra los fantasmas. Los rayos eléctricos atravesaban a los fantasmas y no les hacía ningún daño.
—Los fantasmas son aliados del Rey demonio —dijo Luz.
—Pues no me importa —dije. Fui grosero—. Perdón, Luz.
Grite con furia y desde las nubes cayó un gigantesco rayo que no paraba de iluminar el escenario. Agarre el rayo con la mano y lo hice girar como una gran espada y destrui a los fantasmas.
Los fantasmas volaban y eso era genial.
—Intentare volar —dije.
—¡¿Qué?! —gritaron Óscar y Luz.
—¡Se que es una locura, pero debo de intentarlo! —grite.
—¡Es una locura, Ángel! —grito Luz.
Luz lanzaba sus rayos de s a los fantasmas  y Óscar les guiña y espantaba si se acercaban a él.
Puse rayos eléctricos a mis zapatos y mis pies brillaban.
—La fuerza de gravedad está relacionada a la energía eléctrica —explique—. Puedo hacer que la fuerza de gravedad me abandone si lo contra resto con una energía eléctrica igual de potente. No se ni lo que digo.
La idea de volar usando los rayos eléctricos en los pies me emocionaba.
Mis zapatos brillaba con intensidad. Mis pies dejaban de tocar el suelo y empecé a volar.
Luche en el aire contra los fantasmas. Los fantasmas eran personas muertas translúcidas que podrían flotar. Tenían armas y peleamos. Use mi feroz rayo y atravesé a muchos fantasmas y los hice explotar.
—Ya pasaron a otra mejor vida —dijo Óscar.
—¡Fantástico! —grito Luz.
Aterrice en el suelo.
—¿No hay forma de detener a los fantasmas? —pregunte.
—Los fantasmas son controlados por el Rey demonio —dijo Luz—. Solo el mismo Rey demonio puede detenerlos.
—¡Ya se! —grito Óscar—. ¡El Rey demonio sabe que vamos en su búsqueda y por eso envió a los fantasmas!
—¡Podría ser! —grito Luz.
La pelea contra los fantasmas era una locura.
Unos fantasmas llevaron a Óscar.
—¡Óscar! —grite.
—¡Aaaah! —gritaba Óscar.
Corrí y salté en el aire. Empecé a volar para perseguir a los fantasmas.
—¡Bajen a Óscar! —grite.
Los fantasmas dejaron a Óscar en el suelo y se fueron.
Hice explotar un gran rayo y sus chispas alcanzaron a los fantasmas y les quemó la cola. Los fantasmas huyeron.
—¡Ángel! —grito Luz.
Caí al suelo. Me desmayó. Estuve muy cansado.
—¡Ángel! —grito Óscar.
Algo de agua en la cara me hizo despertar.
—¡Fantasmas! —grite.
—Ángel… —dijo Luz.
—¿Qué? —pregunte.
—Los fantasmas te obedecieron y bajaron a Óscar.
—¡Sí! —dijo Óscar—. Los fantasmas les tiene miedo a Ángel.
—Me tuvieron miedo por los enormes rayos —dije—. Solo fue eso.
Me levanté.
—Ese laberinto es muy peligroso —dijo Luz—. No sabemos que otras cosas están allí.
—Acorrer —dije.
Corrimos lo más que pudimos para no estar ni un centímetro cerca del laberinto.
Después se escuchó otro temblor.
Me detuve para ver.
—¿Qué es eso? —pregunto Óscar.
—No lo se —dije.
Volvimos a correr. Escuche ruidos en el aire y enfrente de mi aterrizaron paredes del laberinto. Muchos bloques empezaron a unirse para crea a…
—¡Un gigante de piedra! —grito Óscar.
Un enorme gigante de piedra estaba enfrente de nosotros.
—¡Maldito laberinto! —grito Luz enojada.
Mire a los dos y dije:
—¡Corran! ¡Yo peleare contra el gigante de piedra!
—¡No! —gritaron los dos.
Hice un campo magnético y puse a dentro a Óscar y a Luz.
—¡Estarán protegidos dentro de la jaula de energía! —grite.
—Me gusta la jaula —dijo Óscar.
Sonreí. Volví a mirar al monstruo de piedra. Lo miré con mi mirada de: “Te voy a dar bien duro”. Creo que no son las palabras indicadas.
El gigante de piedra hizo una espada de piedra y me ataco. Use mi espada eléctrica y chocamos espadas. Del choque salieron chispas que desaparecieron en el aire.
El gigante me atacó. Lo esquive. Me acerqué y le di un corte en el talón y lo hice arrodillar en el suelo. Aproveche el momento y le clavé la espada en la espalda. El gigante giro su cabeza y escupió fuego de su boca. Use mis poderes para volar y hacer una espada mucho más grande que el gigante de piedra. Metí la espada en su garganta y salió por su trasero. Apreté los dientes con furia e hice más grande la espada.
—¡KABOOM! —exploto en mil pedazos. El gigante de piedra fue derrotado.
Aterrice en el suelo y deshice el campo magnético y libere a Óscar y  a Luz.
—Desgraciado, tonto, tonto, tonto —dijo Luz y me golpeó en la espalda.
—Me vuelves a golpear y te doy un rayo en la cara —le dije.
—Cálmate, Ángel —dijo Óscar.
—Los salve —dije.
—¿Nosotros pedimos que nos salvaras? —pregunto Luz.
—¡Eso fue genial! —grito Óscar.
Sonreí.
—A marcharnos de aquí —ordené.
Luz estaba algo enojada por salvar su vida. Óscar estaba más que emocionado. Yo estuve cansado y satisfecho.
Superamos con éxito el desafío del laberinto.
Estoy seguro que voy a superar todos los desafíos que se me presenten en este viaje para salvar a mis padres.
 

ÁNGEL RAMOS (YA EN FÍSICO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora