18. Me enfrentó a Luz

7 6 0
                                    

Fue de mucha ayuda que mi gato nos ayudara.
Nos refugiamos detrás de unas piedras enormes y allí pusimos la fogata y dormimos.
Volví a tener la pesadilla. Vi la cara de mi padre, pero se veía borroso y no distinguí nada.
Me desperté por que mi gato me lamia la cara.
—Te quiero, Gato —le dije.
—Miau —dijo.
El gato ya se había vuelto un gatito pequeño en su forma normal.
Luz me empujo.
—¿Qué sucede? —pregunte.
—Quiero pelear contra ti —respondió.
—¿Es amistoso o serio? —pregunte.
—Amistoso.
—Esta bien.
Luz sonreía.
—¿Listo para un pequeño enfrentamiento, Ángel? —pregunto Luz.
Óscar nos miraba a los dos con un bol de palomitas de maíz en la mano. Óscar estaba tranquilo y  entretenido.
Acepte el desafío de Luz.
—¡Claro, vamos a ver quién tiene más chispa!
Extiendo mi mano y aparece la espada de rayos.
Luz hace aparecer su espada de luz con energía solar.
Nuestros pasos hacen eco mientras avanzamos y chocan nuestras espadas. Rayos eléctricos y luces parpadean en cada impacto.
Óscar estaba tranquilo mientras comía sus palomitas de maíz.
—¡Vamos, chicos, demuéstrenme que tan poderosos son! —grito Óscar.
Luz y yo nos movíamos sin parar. Entre la agilidad y la destreza chocaban nuestras espadas. En cada choque conocía algo más de Luz. Nos hacíamos amigos.
Me descuide y Luz enreda su pie con el mío y me empuja con sus manos y caigo al suelo. Miro a Luz desde una perspectiva celeste. La veo sonreír y apuntó su espada en mi cuello amenazante para que yo no me levantara.
—No eres tan malo —dijo Luz—. Soy rápida, Ángel.
—Lo estoy probando, Luz. Eres tan veloz como un gato —dije. Al decir esas palabras recordé a mi gato. Mire a mi gato como él observaba nuestra pelea. Sonreí.
Luz se ríe. Me ayudó a levantarme y volvemos a pelear. Los destellos de luz en cada impacto me dejaba casi ciego, pero recuperaba la compostura y seguía esquivando y atacando. Una  pelea amistosa, espada contra espada
Estaba danzando con Luz en una pelea de espadas épica.
Me descuide de nuevo y tropecé. Me caía al suelo y accidentalmente Luz cayó encima de mi. Fue un momento incómodo. Yo me sonroje. Ella se sonrojo.
—¡UPS! No esperaba caer de esta forma —dijo Luz.
Me puse nervioso. Puse una sonrisa nerviosa. Una gota de sudor caía de mi frente.
—¡Lo siento! No fue mi intención. Pero tampoco me quejo.
—¿Debemos bailar? —pregunto Luz.
—No se —dije.
—¡Oigan, chicos, dejen el romance para después! ¡Yo vengo por la acción, pero no por ese tipo de acción!
—Ángel… —dijo Luz.
—¿Si? —pregunte.
—¡La luna de sangre esta por venir! ¡Tenemos pocas horas!
—¡¿Qué?!
—Debemos apurarnos y llegar al castillo del Rey demonio.
—De acuerdo, Luz.
Me levanté.
—¡Óscar! —grito Luz.
—Ya escuché, Luz —dijo Óscar.
Los cuatro nos preparamos para ir a nuestro destino. Nos subimos a la espalda del gato y nos fuimos a Asunción.
El portal estaba entre dos columnas griegas de más de seis metros de altura.
—Es hora —dijo Luz.
—Si —dijo Óscar.
Los cuatro entramos dentro del portal.
El paisaje era infernal. Nosotros nos estábamos preparando para el mayor desafío de nuestras vidas.
A lo lejos se observaba el castillo del Rey demonio.
—Hoy te salvare, mamá, papá —dije.
No tuve nada de miedo al desafiar mi propio destino. Según la profecía, yo venceré o moriré.
Mire a mi gato y lo acaricie. Mire a Luz y le guiñe un ojo. Mire a Óscar y chocamos puños.
—Estamos contigo, Ángel —dijo Óscar.
Asentí con la cabeza y grite lo siguiente:
—¡Vencer o morir!
 

ÁNGEL RAMOS (YA EN FÍSICO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora