Hielo contra Hielo (Parte 3)

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Del cielo cayeron unas cenizas imperceptibles, excepto para los que tenían la magia. El joven Kitaki pudo verlas, un par aterrizó sobre su mano. Eran de un negro profundo, con un aroma a fuego que no se extinguió. Siendo este para nada normal, al caer sobre el cadáver de un perro callejero muerto en una pelea, provocó que animal se pusiera de pie y acto seguido, ladrara para llamar la atención de otros.

—Esto no es bueno —dijo, Lucien, uno de los magos-brujos al servicio de los Grandes Carámbanos. Él era de los pocos que conocían la gravedad del asunto. Con la ayuda de sus espejos, logró guardar el reflejo del perro de la mirada perdida.

Ese no fue el único caso.

Por toda Qurp empezaron a dispersase las cenizas que levantaban a los muertos que por un motivo que ni los mismos magos conocían, regresaba a la vida solo a los animales pequeños.

Empezaron a oírse gritos de gatos tan agudos que impedían el descanso a los desafortunados. Este suceso llamó la atención de algunos de los informantes que querían desentrañar el misterio.

Fue cuestión de tiempo para que los gobernantes, pusieran los ojos en el asunto y mandaban a investigar. Para infortunio de ellos, los afectados desaparecían la mayoría de las ocasiones. Atraparlos no era fácil, peor para los no usuarios de magia.

—Ven, pequeño. Prometo que no te haré nada malo —uno de los peludos animales fue llamado por una informante que, en su inocencia, desconoció lo que le iba a suceder.

El felino de color plomo con rayas en el cuerpo se acercó a la mujer convenciéndola de que deseaba ser acariciado. Ya en sus brazos, se lanzó hacia la cara con fieros gritos, sacando las garras de su escondite.

— ¡Auxilio! —intervino un grito desesperado.

El animal de mirada perdida le daba arañazos con tanta rapidez que ella fue incapaz de esquivarlos. Nadie vino en su ayuda hasta que de repente, el animal fue arrancado por un valiente Kitaki que venía con Lucien al mando.

—Este no es un animal normal.

El gato se movía lleno de rabia y escupió un fuego derritió un vidrio sin problemas.

—No puede ser, esto no está bien. Kitaki, agárralo un momento, lo voy a aprisionar con mis espejos. Ya después ayudaremos a la informante.

El mago se apresuró en lanzar los espejos al aire y un cuadrado aprisionador se formó por los rayos que conectaban a cada uno con sus vértices. El kuruluk arrojó al animal adentro.

Incluso con el esfuerzo que hacían, apenas dieron con la captura de tres de esos animales. Ni el permafrost era suficiente para ponerles a raya, de ahí que fuese una odisea el pararlos.

—Lucien, no puedo quedarme. Ulnasa ha vuelto a Kulanmati, tengo que verla. Por favor, te pido que no alces la voz por lo pasado. Ayuda a la informante y deshazte del gato.

Con las órdenes dadas, el joven fue de vuelta al centro de la nación para recibir a su hermana mayor solo para encontrarse que había una congregación. Y en esa ocasión, no era una para bien.

—Preparen sus armas, bestias y magia. ¡Estamos siendo atacados por la nación de Orjim! —ella dio la mala noticia.

Ulnasa explicó que eran los habitantes de orjim los que causaron que los animales revivieran con la mirada perdida. Ellos, una nación capaz de controlar una magia de fuego capaz de levantar a los muertos, venían a por el territorio de Qurp, sus riquezas y sus bestias.

— ¡No vamos a retroceder ante los invasores! Como uno de los Grandes Carámbanos del Clan Urhamam es mi deber el defender de Qurp. Hay que preparar nuestras estrategias, cuerpos, magia y mente. Los jurukun no somos unos debiluchos.

Ranvirkth: de magias y asperezas (Tomo I)Where stories live. Discover now