Espiritia Lycantropia (Parte 2)

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A Oudfa se le fue entregada una flor metálica de distintos colores y formas de pétalo. Luego de la despedida de su benefactor convertido en su nuevo superior, lo celebró con un enorme pastel y una bebida en base a leche con sabor a las bayas que le compraban sus padres. De pronto, se puso a pensar en su familia. Unos meses antes de partir, le prometieron que cada cierto ciclo mayor, le mandarían dinero.

Entonces, esperó a que la temporada de admisiones se terminaran.

El gran día llegó. Empacó sus pertenencias y las sacó del sitió donde pasó unas noches. Tal y como lo mencionó el informante de la facción, tanto por papel y por la radio, los aceptados tendrían derecho a una habitación propia. No por nada, una buena parte de los impuestos recaudados en Ymion, se iba a pagar los edificios de los Caballeros.

Pagó sus deudas pendientes, fue directo al edificio en el que su nueva vida aguardaba. A las afueras se encontró con Damesin quien formó tres filas sin ninguna característica en particular, ella fue puesta en la tercera.

El señorito evitó un momento incomodo al no dirigirle ni la mirada a la loba, sabiendo de sus capacidades, era lo más prudente.

Los nuevos miembros se acomodaron en sus respectivos dormitorios. Oudfa hizo lo propio.

Unos cuantos ciclos menores, acabado el almuerzo y cuando el calor abrazador descendió. Damesin y otros encargados, llamaron a todos los recién añadidos y esta vez, los formó por su género y número de grupo, referido al día en que fueron admitidos. A la licántropa le correspondió el número uno.

En su grupo de chicas, entre las que no eran humanas, todas a excepción de ella y unas dos que eran aves-mujeres, eran de razas de duendes, elfos y hasta sirenas* y una de raza desconocida con piel azul y cabellos afilados. Parte de su pelaje pasó a estar erizado. Entre la multitud intentó reconocer a alguna de las suyas. Fue un vano intento.

Los lobos, sean los lobos-humanos y los que necesitan de la luna para convertirse, vivían en las partes más al norte de Ymion y algunos territorios unidos en los que el clima era templado o frío; pocos se acostumbraron al un sol abrazador como el que había en Tisali. La decisión de unirse a la facción de la Prianr fue porque Oudfa, consciente de sus capacidades, no iba a desperdiciarlas yéndose a facciones cercanas a su hogar, de menor capacidad.

Los nuevos miembros se presentaron ante todos con su nombre y lugar de procedencia. Ella siguió la dinámica. Al final, se le entregó a cada grupo, un instructor propio que se encargaría de los novatos.

—Mi nombre es Raspenbel, voy a ser quien les guíe en su camino —hizo una reverencia. De cabellos fucsias y una espada afilada, era una caballera noble y competente. Su primo, un muchacho con sombrero y apariencia parecida, era igual un líder de grupo.

«Ella es increíble. Quiero ser digna de empuñar un arma similar, prometo que me voy a esforzar», sin saberlo, se puso un nuevo objetivo.

Tan pronto como los entrenamientos y la formación académica comenzaron. Oudfa se fue adaptando al calor de Tisali. Si bien no era la mejor en las pruebas escritas o las que requerían de lógica como los números, era excelente en lo físico.

¡Podía escalar paredes en cuestión de minutos! Dejaba atrás a muchas, en especial a las humanas que eran las que peor la tenían en algunos desafíos físicos. Corría vueltas enteras sin perder stamina, no era por su juventud, si no por su sangre, pues su madre, a la edad que tenía, le daba competencia a velocistas humanos que pensaban que nadie era mejor que ellos o ellas.

—Entonces, para defenderse de la magia o la brujería, la espada no es una opción conveniente. Solo una magia igual puede contrarrestar a otra, lo mismo pasa con la brujería. Pero, existen escudos que permiten defenderse de más de un tipo de magia o brujería. Solo pueden ser confeccionados por herreros alquimistas que sean las dos al mismo tiempo, no por un herrero o un alquimista común —Damesin daba sus clases.

Ranvirkth: de magias y asperezas (Tomo I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora