Como la Luna (Parte 2)

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En el sitio donde se hacían los pagos, se encontraba una mujer de cabellos platinados por la edad, con arrugas en su cara y de vestimenta un traje igual de fino que el del conde, pero de color guindo.

—Así que ella por fin vino a mi Salón. Creo que puedo hacer un buen trato.

Cuando Tamerán se despidió de la costurera con una reverencia, la anfitriona esperó unos minutos; tomó el lugar del hombre. Marea estaba a punto de pedir un tónico para bajar el azúcar cuando la mujer extraña le dijo:

—Pide lo que quieras, yo pago. Soy la dueña de este lugar.

Con las pupilas expandidas, dejó caer el menú. No sabía a quién tenía ante sus hermosos ojos color plata.

— ¿Quién es usted y qué quiere de mí? —hizo una pregunta lógica.

—Soy Demaje; como dije antes, soy la dueña de este lugar. Tú debes ser Marea, eres más hermosa en persona.

— ¡¿Cómo sabe mi nombre?! —se hizo para atrás con su asiento e intentó no caerse.

—Te lo diré pero quiero hacer un trato contigo.

De nuevo aceptó. Decidió confiar en las palabras de su Anfitriona.

—Cuál es su trato, Señora —se dirigió con profundo respeto.

—Quiero que promociones este lugar. Debes ponerte en la puerta y llamar a los clientes.

— ¿Eso es todo? Suena tan fácil. Acepto.

—Sí, señorita Marea. Ahora te lo diré —llamó a uno de sus empleados para pedirle que traiga dos tónicos. —Tu fama es grande, dicen de ti que eres una de las mujeres más hermosas del reino. Yo que ti, aprovecharía mi belleza para conseguir una mejor vida. La juventud y la hermosura, no duran para siempre. Hace muchos años que mi ex-esposo me dejó por una mujer con la mitad de mi edad. Tardé en aceptarlo. Me dediqué a este negocio, usando cada moneda que ahorré en la vida. No le iba a pedir dinero a él, hirió mi orgullo.

—Que lamentable, Señora Demaje.

—Lo siento si te conté la historia de mi vida. Pido tu empatía y paciencia.

—No, es muy duro lo que me cuenta.

La joven salió con una expresión entre la angustia y el miedo. Conmovida por la historia de su anfitriona, estaba dispuesta a darle una colaboración.

De vuelta a su hogar, tropezó con algo que no pudo ver; una pierna de mujer.

En el suelo, su rostro fue cubierto por el polvo. El cabello se le llenó de molestas virutas.

Para nada era la primera vez que le pasaba una situación similar. Caía de formas misteriosas, le cortaban el pelo o le rasgaban la ropa. Al pasar los años, se tuvo que acostumbrar.

Cuando el ciclo a la Luna llena cambió, Marea se preparó con sus mejores prendas para ir al Salón de Masas de la señora Demaje. Su cabello relucía producto del cuidado y de la luz de estrellas en polvo que se aplicó; era el momento en el que le llegaba hasta debajo de su espalda.

En sus ojos color plata se dilucidaba un reflejo puro y cristalino. Con su cuerpo de palillo pero ágil al mismo tiempo, un vestido transparente y arremolinado con un escote le caía perfecto a su figura.

Llegó a tiempo para ayudar a la Anfitriona, vestida de traje con sombrero de copa que le dio la bienvenida para ponerla en un lugar cerca de la puerta.

—Si es que necesitas una base para que te vean mejor, pídela.

—No creo, Señora. Estos zapatos que uso me aumentan suficiente altura.

Ranvirkth: de magias y asperezas (Tomo I)Where stories live. Discover now