Hielo contra Hielo 2 (Parte 1)

4 2 16
                                    

Los cristales de nieve cayeron delicados sobre Asarbi. Hacía mucho tiempo que no nevaba en la ciudad cuyo antiguo nombre fuese Kulanmati.

Se fueron acumulando en pequeños montones entre las calzadas y algunos rincones de las aceras. Relucían su blancura ante la luz del día, algunos ojos curiosos se posaron sobre estas.

Habían pasado varios años desde que la guerra entre los kuruluk de Qurp y los vencedores de la nación de la magia de fuego, resultase en una estrepitosa victoria sobre los usuarios de permafrost, haciendo que, se convirtieran en un territorio más de la creciente Orjim, que, con las hazañas de sus conquistadores, no paraba de expandirse por el continente de Madisia con la ayuda de sus generales y sus hazañas.

Unos copos que estaban a punto de caer sobre la delicada piel de una pequeña de menos de tres años de edad se derritieron al entrar en contacto con la pequeña ráfaga de fuego que un hombre lanzó para protegerla.

Aquella pequeña era nada menos que el futuro de la nación del fuego que, si bien tenía el control de todas las antiguas tierras de Qurp, el sistema de gobierno de clanes permaneció gracias a la intervención de una de las personas más importantes de la ahora llamada Provincia de Sarbrat.

Poco quedó de la antigua cultura que caminó por los senderos de los que los orjim se jactaban el haberse ganado con tanto esfuerzo. Y entre lo poco que quedaba como prueba de que en un tiempo pasado existió Qurp, eran sus habitantes originales, los que no lograron escapar en el escaso tiempo que se les dio para que lo hicieran.

— ¡Trabaja! Escoria de hielo. —Un hombre de edad mediana latigueó a uno mucho menor que él y que estaba descubierto por la parte de arriba.

El muchacho tenía la cara llena de marcas de golpes y la espalda cubierta por las heridas de años de latigazos. A unos pasos de su lastimera presencia, una mujer —la esposa del amo— se reía por lo que sucedía.

Como él, eran muchos los kuruluk y habitantes de otras etnias de la extinta Qurp que se encargaban de hacer los trabajos que los cómodos orjimianos no querían. El recojo de la basura. El aseo de las ciudades y pueblos. La caza de las bestias indeseadas. La construcción de nuevas moradas. El trabajo para los kuruluk parecía no acabar.

Con las mujeres de la antigua nación, la situación tampoco mejoraba.

Condenadas a tener por la fuerza hijos que no querían y a cuidar familias que no les pertenecían. Sufrían el mismo destino cruel que sus hombres. Ni siquiera el matrimonio con los conquistadores de estatus social les garantizaba la libertad, porque a menudo eran ellas la segunda o tercera. Estaban tan malditas como sus pares masculinos.

Sin nadie para defenderlos o ayudarlos, los kuruluk eran peor que parias que se arrastraban por Sarbrat en busca de sobrevivir. Quién podría pensar que una de las figuras más importantes para la ascensión de los orjimianos fuese uno de ellos, una que los traicionó en un momento en el que toda su ex nación esperaba a que sacara pecho para defenderles.

Ella era la esposa de Nahaar, la figura máxima de toda la provincia, gobernaba junto a él con la misma intensidad y puño de fuego sobre sus antiguos camaradas.

Ella era Ulnasa Hequrra, la madre de dos mestizas de hielo y fuego, futuras usuarias de la más poderosa magia ígnea que era capaz de imponer en toda Ranvirkth por su capacidad de levantar a los muertos.

Viviendo entre poder, lujo y estatus. Ulnasa había olvidado por completo lo que alguna vez fue: una Urhamam, hija del clan que ostentaba el poder antes de que la invasión fuera una realidad. Ella no se arrepentía de lo que hizo. Estar con los ganadores orjim fue una decisión que tomó en base no solo a la crianza que le dieron sus padres de siempre buscar lo mejor, si no de un instinto tan primitivo como natural que nacía de mecanismos de evolución humana que era más notable en un grupo extenso de individuos que compartía una característica en común.

Ranvirkth: de magias y asperezas (Tomo I)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें