Mi reflejo humano

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NARRA ANNA

Aterricé en el aeropuerto de Londres, desde donde mi padre y yo cogimos un tren hasta Winchester, y desde allí un taxi hacia Bournemouth.

   - Papá -susurré mientras miraba por la ventana del vehículo.

   - Dime.

   - ¿Cómo es mamá?

   - ¿A qué te refieres?

   - Quiero decir, llevo 13 años sin verla, y yo he cambiado mucho, así que puede que...

   - Ya te he entendido -papá hizo una leve pausa. Sus ojos verdes relucían tranquilos con los reflejos de las farolas de la calle-. Tienes miedo de que ya no te quiera como antes, ¿verdad?

Asentí tímidamente. 

   - Tu madre es tu madre y siempre lo será. Porque hayamos estado separados un tiempo no quiere decir que haya dejado de quererte. Además, ella tiene a una chica igual que tú todos los días en casa -papá rió. 

   - ¡Qué gracioso! -exclamé sarcástica.

Volví a mirar por la venta. En ese momento un gran edificio similar a un palacio, o lo que yo tenía entendido por "palacio", se cruzó ante mis ojos. Era tan majestuoso que daban ganas de hacer una reverencia antes él. En lo alto de la puerta de entrada había un letrero en el que se encontraba escrito: Bournemouth Private Acadamy. Lo primero que pensé fue que debía de ser uno de esos colegios de niños ricos y pijos, todo supercaro y privado. Después, deseé que Sarah no fuese a ese. Aunque sinceramente, era realmente sorprendente. Como pasamos muy rápido por la puerta no pude ver nada más que el alrededor y el edificio. Creo que no había nadie en el entorno, debían de estar todos en clase. 

A la media hora el taxista paró en seco al inicio de una carretera de pueblo algo abandonada. 

   - A partir de aquí no puedo seguir -avisó el conductor. 

   - Está bien, gracias -mi padre le tendió la mano con un billete de 100 libras. 

Nos bajamos del taxi y con las maletas en las manos comenzamos a caminar a lo largo del carril. No entendía muy bien por qué no podíamos seguir en el coche por esa zona, pero supuse que se debía al lúgubre ambiente que había, todo era gris y oscuro, recubierto de niebla, había un bosque por el que tuvimos que atravesar. La verdad es que no me daba miedo en absoluto, porque había pasado por lugares peores cuando mi padre y yo viajábamos por ahí. A pesar de estar terminando agosto corría un poco el aire frío y tuve que abrir mi maleta para sacar una chaqueta. 

   - Anna no abras la maleta aquí -ordenó mi padre.

   - ¿Por qué? Tengo frío, además solo será un segundo. 

   - Es peligroso pararse por esta zona -mi padre no hacía más que mirar de un sitio a otro, estaba ¿nervioso?

   - ¿Peligroso? ¿Pero no me habías dicho que donde vivía mamá todo era muy pacífico? -Llevaba semanas sospechando de mi padre, sentía como que me estaba ocultando algo.

   - Y lo es, pero por ahora mantente cerca de mí y no te pares he dicho.

Cerré la maleta corriendo y volví a emprender la marcha. ¿Qué habría querido decir con eso de que era peligroso que me separase de él, por ahora? 

Tras unos 5 km andando llegamos a la ladera de una pequeña colina. En lo alto se podía divisar el tejado de una gran casa. Si aquella era la mía, era sumamente espectacular. Aunque tal vez algo tétrica con las luces en la noche. Mi padre y yo no tardamos mucho en subir la colina. Al llegar busqué el timbre, pero papá me dijo que la casa todavía funcionaba con un pomo. Éste tenía forma de perro algo diabólico. Esperamos durante unos minutos, pero nadie acudió a abrir la puerta.

   - Papá, no llevarás llaves, ¿verdad?

   - La rácana de tu madre me las quitó cuando nos divorciamos. Creo que toca esperar.

Como pensé que aquello iba para largo me senté en las escaleras y apoyé la cabeza en mi maleta. Entonces, unas luces iluminaron la entrada de la casa. Eran luces de un coche, y dentro había dos personas, dos mujeres para ser exactos. Madre e hija.


Un Secreto entre Tú y YoWhere stories live. Discover now