Secreto al descubierto

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NARRA SARAH

   - Anna sube al coche -dije, pero Anna se negó.
   - No pienso fugarme del instituto, Sarah -dijo Anna.
   - Anna, por favor confía en mí, y además, papá y mamá nos han dado permiso para irnos, es más, fueron ellos los que me llamaron para que nos fuésemos -dije tranquilamente. Anna subió y se abrocho el cinturón.
Al llegar a casa bajé corriendo azotando la puerta. "¿Por qué nuestros padres nos ocultarían algo así?", me preguntaba mientras abría la puerta.

    - ¡Papá! -grité, y este bajo corriendo las escaleras, junto con mamá que salió de la cocina, sonrieron inocentes.

   - ¿Qué ocurre? -Preguntó  Anna entrando junto a Dylan y Aiden.
   - Chicas, es ahora de decirles la verdad -dijo mamá sentándose en el sofá mientras tomaba una taza de té, típico de ella cuando estaba nerviosa o preocupada por algo, siempre tomaba té.
   - ¿Qué verdad? -preguntó Anna confundida, yo también estaba confusa y la llamada de papá al instituto no ayudó para nada.   

   - ¿Ustedes son lo mismo? -preguntó mamá dirigiendo su fría mirada hacia Dylan y Aiden, ellos se limitaron a asentir.¿Lo mismo? ¿Qué rayos significa eso? Le lancé una mirada rápida a mi hermana, ella tenía la misma expresión de perplejidad que yo.

   - ¿Se lo habéis dicho? -preguntó papá algo temeroso.
   - No, creíamos que era mejor que se lo dijeran ustedes -dijo Aiden, algo más serio que de costumbre.
   - Agg, díganlo de una maldita vez, me estoy muriendo de la intriga -dije ya harta de tanto misterio.
   - Bueno, pero antes que nada, tomen asiento -dijo mamá, Anna y yo nos sentamos.
   - A ver, chicas, como sabéis, vuestra madre y yo nos separamos cuando teníais cinco años, pero fue para protegerlas -empezó a decir papá. ¿Protegernos? ¿De qué?
   - Protegerlas de los demás vampiros -dijo mamá como si me hubiese leído la mente. ESPEREN mi mamá acaba de decir que somos ¿Vampiros?, esto es una broma. ¿Verdad? Miré a Anna, su cara era peor que la mía.
   - N-no lo entiendo -dije nerviosa, que de un día para otro tu familia te diga que eres vampiro no es algo que puedas asimilar tan de repente.
   - Muchas personas iban detrás de vosotras, es muy raro ver a dos gemelas vampiros -dijo papá.
   - Por eso Sarah -dijo mirándome - Tú te quedaste conmigo y Anna se fue con tu papá, en realidad nunca nos separamos, solo teníamos que separarlas a ustedes, hasta hoy que ambas ya tienen 16 años que es la mayoría de edad de los vampiros -terminó de explicar mamá.
   - Esto es una broma ¿Verdad? -pregunté, con media sonrisa de locura en la cara.
   - No, y tus amigos Dylan y Aiden también lo son -dijo papá, volteé a ver a los chicos y estos solo asintieron y agacharon la cabeza.
   - Si fuese vampiro ya lo hubiera notado -dije yo.
  - Sarah, ¿recuerdas que antes de que volviesen papá y Anna, decías que te dolían las encías y te encontrabas supermal?, lo mismo pasa con Anna -dijo mamá calmada, ahora recuerdo que antes de que Anna y Papa vinieran, mis encías dolían, y note un pequeño cambio en los dientes pero no creí que fuera para tanto.
   - ¿Entonces no me veré en el espejo? -pregunté asustada, mis padres y los chicos rieron.
   - Ayh Sarah todo eso es mentira. Pues claro que podemos vernos en el espejo, si no, ¿cómo crees que sé que soy tan guapo? -dijo Aiden, a lo Anna rió sarcástica.

NARRA ANNA

Vampiros. Ah vale, es justo lo que pensaba, sí. No creía que mis padres hubiesen vuelto por amor a sus hijas ni nada por el estilo, que va. Yo sabía desde el principio que éramos vampiros. Vale, no. Por favor que se note mi ironía. ¿Y encima también los dos primos estos eran vampiros? Lo que no pasa en mi familia, no pasa en ninguna. 

Después de esa charla tan... ¿intensa? Mis padres nos ordenaron que subiésemos a nuestras habitaciones seguidas de los chicos. Ahora les habían hecho nuestros guardianes o algo por el estilo. A pesar de que yo había insistido en que no necesitaba guardaespaldas, ellos no hacían más que seguirme. 

   - Muy bien, chicos, hasta aquí hemos llegado -indiqué una vez en la puerta de mi habitación-. A partir de aquí no podéis pasar, es mi cuarto, son mis normas, y mi gente. Así que pido intimidad. 

   - Vale, Anna, te esperamos fuera -dijo Dylan. 

Mamá había dicho que en unas horas iríamos a una ceremonia de mayoría de edad para vampiros. Se suponía que era como una especie de fiesta juvenil vampiresca, lo cual dudaba mucho que fuese verdad, al menos no el tipo de fiestas a las que estaba yo acostumbrada en mi antigua vida, porque por lo que parecía, a esta fiesta, iba a asistir el Consejo Superior de Vampiros, el cual estaba formado en su mayoría por ancianos de más de 7000 años. 

Sarah y yo teníamos aproximadamente dos horas para arreglarnos y estar tan estupendas como "siempre". No sé para ella, pero desde luego para mí dos horas no eran nada. 

Estaba probándome mi quinto vestido ceremonial cuando alguien llamó a mi puerta. 

   - ¿Sí? -dije.

   - ¿Anna, puedo entrar? -era Aiden. 

   - Estoy cambiándome, fuera he dicho. Mi habitación, mis reglas, mi gente. 

Hubo un silencio en ese momento. Pensé que se había marchado pues. Me equivocaba, al cabo de un minuto volvió a tocar. 

   - Anna, tengo que pasar. Tenemos que hablar. 

   - Yo no tengo nada de qué hablar contigo, apenas nos conocemos -era la primera vez que hablaba de esa manera con un chico, normalmente soy muy amable, compasiva y voy de buenas. Pero con él todo era diferente. 

   - Está bien, espero fuera -por un momento creí que su voz sonaba apagada y distante, pero enseguida esfumé ese pensamiento. 

Pasada una hora y media decidí salir de mi habitación para ir a comer algo y de paso hablar con Sarah. Estaba casi segura de que Aiden no seguía en la puerta, porque ya no había vuelto a llamar y no hacía ningún ruido. Abrí con sigilo. No me podía creer lo que estaba viendo. El magnífico Aiden Johnson estaba dormido en una silla justo delante de mi habitación. No pude evitar soltar una gran carcajada, aunque ni siquiera eso lo despertó. Entonces se me ocurrió la mejor idea que había tenido nunca, tomarle una foto para mi perfil de Instagram. Eso hice. Al principio iba a subirla, pero después me dio un poco de pena y la dejé guardada en la galería para sobornarle. 

En la cocina tampoco había mucho que comer, la nevera estaba un poco vacía. Decidí acercarme al salón, con mis padres. 

   - ¿Estás seguro de que Aiden también es de los nuestros? Noto algo raro en él -era la voz de mi madre. 

   - No lo sé, cariño. Según él y su primo, sí.

¿Qué? ¿Aún más secretos? Quise interrumpir, pero me vieron. 

   - Hola, Anna. ¿Ya estás lista? Vámonos. 

Mi hermana y los chicos bajaron a los pocos segundos y nos subimos al coche.

Un Secreto entre Tú y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora