Dolor de encías

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NARRA ANNA

   - No te equivoques, Aiden Jonhson, no me gustas.

   - Oh vamos, Anna, ¿me muerdes por que te duelen las encías? -a pesar de ser verdad, no parecía que se lo terminara de creer.

   - Exacto. Por favor tienes que creerme, yo no voy mordiendo a la gente que pasa por ahí.

Lo cierto es que le había provocado algo más que un simple chupetón y su sangre era bastante rica. Un momento. ¿He dicho que su sangre sabía rica? ¿Pero qué? No entiendo nada. Primero esa sensación extraña cuando me abraza y luego esto. Aquí hay algo que no encaja.

Le dirigí una intensa mirada a mi hermana, ella sabía lo que quería decir. Por su expresión, Sarah creía en mí, y también quería averiguar qué estaba pasando. Entonces sonó de nuevo el timbre que indicaba el final del primer recreo y que teníamos que volver a clase.

Cuando iba caminando por el pasillo, mi dolor de encías empeoró. Le pregunté a Sarah dónde estaba la enfermería y me marché corriendo.

   - ¿Hola? -pregunté al entrar en la sala.

   - ¿Sí? Adelante, querida -dijo una voz que sonaba algo anciana pero muy dulce. Entonces una señora de mediana edad apareció tras unas cortinas y se acercó a mí-. ¿Te ocurre algo?

   - Me duelen mucho las encías desde esta mañana.

   - Bueno, yo no soy un dentista, pero puedo echar un vistazo, ven aquí -y señaló una de las camillas. Me senté en ella-. A ver, abre la boca bien grande.

Me dispuse a hacer lo que me decía cuando alguien entró corriendo por la puerta y gritando:

   - Enfermera Reynolds tiene que ayudarnos, a un alumno le han dado un balonazo en la cara y está inconsciente -era Aiden. 

   - Oh, dios mio. Vuelvo enseguida, pequeña -me dijo, y salió corriendo. 

Aiden se acercó a mí y tomó mi mano.

   - Vámonos -dijo, y no me dio tiempo de contestar cuando ya estábamos bajando las escaleras del pabellón. 

   - ¿Qué haces? Tengo que quedarme allí para cuando vuelva, además deberíamos ayudar al chico del balonazo.

   - ¿No me digas que te lo has creído? -Hizo una pausa-. Era una mentira para que pudiera sacarte de allí. 

   - ¿Por qué me haces esto? Me duele mucho la encía, joder -en ese momento el dolor aumentó.

   -  Es por tu bien. Rápido, sube al coche -dijo una vez fuera del recinto. 

   - No pienso subirme a ningún coche desconocido, y menos contigo -el dolor no me dejaba hablar como yo quería.

    - Mira dentro.

Eso hice. Dentro estaban mi hermana y Dylan. ¿Qué estaba pasando? ¿Una fuga colectiva? Mis padres me iban a matar. 

Un Secreto entre Tú y YoWhere stories live. Discover now