Cᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ ᴜɴᴏ |𝟒𝟏|

4.1K 386 101
                                    

De solo pensarlo, me temblaba todo. Tenia muchos nervios.

Me mire al espejo y resoplé frustrada. No me gustaba lo que veía.

–Pero, ¿Por qué no te gusta? Estas hermosa, Jo.

–No es mi estilo–dije mirando a través del espejo un vestido blanco floreado. No sé en que momento me lo había comprado, pero lo tenia aun con etiqueta.

–Te quedan bien todos los estilos.

–No.

Enzo suspiro mientras se reía. Hace cuarenta minutos me esperaba sentadito en la cama, entre el montón de ropa que me había probado y la había dejado tirada por distintos lados del cuarto.

–Y ponete otra cosa, chiqui–me miro de arriba a abajo. Me había dejado muy en claro que le encantaba ese vestido, y aunque era perfecto para la ocasión, no me gustaba–Solo es ir a conocer a mis papas, no es la gran cosa.

–Pero no puedo ir vestida como una zorra–me di media vuelta para mirarlo. Yo apreté los labios, ya cansada de la situación que yo misma había creado.

Enzo negó con la cabeza con una sonrisa en la cara mientras se paraba de la cama. Una vez que me tuvo cerca, puso sus manos en mi cintura y me dio un beso en la cabeza.

–Chiqui, vestite como quieras. Todo te queda hermoso–me dio un beso en los labios.

–Si, pero decís eso porque si fuese por vos, voy en ropa en interior–dije riéndome.

–Si fuese por mi, nos quedaríamos acá–dijo acercándose.

Le di un golpe corto en uno de sus brazos, haciendo que él se ría para luego separarse un poco.

Me sorprendía lo mucho que le gustaba estar aquí, en su casa.

Bueno, después de un largo, muy largo rato, ya estábamos por salir de casa.

Por suerte la casa de los papas de Enzo no queda muy lejos.

Opte por ponerme unos baggy jeans negros y un top manga larga con escote cuadrado del mismo color, y mis Vans knu skool no podían faltar. Y como sentí que me faltaba algo, me puse unas gafas negras en la cabeza.

Abrí la puerta del auto de Enzo y me senté en el asiento del copiloto mientras él en el del copiloto.

–¿Despolarizaste los vidrios?–le pregunté mirando los vidrios del auto una vez que ya habíamos emprendido viaje, haciendo la que no me puse nerviosa cuando puso una de sus manos en una de mis piernas.

–Si.

–Pero, ahora todos nos van a poder ver y les vamos a dar una nueva excusa para tirar malos comentarios–dije mirándolo, algo preocupada.

–¿Y?–me miro de reojo.

–¿Y...no te importan?–volví a mirar hacia el frente. Enzo subió muy lentamente su mano, provocando que mis nervios sean casi indisimulables.

–¿Queres ver que tanto me importan?–dijo mirándome, subiendo sus manos hacia la bragueta de mis jeans. En este momento estaba completamente orgullosa de haber tomado la decisión de ponerme pantalones tan anchos. Eso facilita todo.

Aferre una de mis manos al asiento del coche, apoye mi cabeza en el respaldo del asiento y solté un suspiro pesado.

Los dedos de Enzo se movieron habilidosamente por el botón de mi pantalón, desabrochándolo en un segundo.

Sus manos pasaron por el interior de mi ropa interior. Agradecí que tenia gafas de sol en la cabeza y las baje a mis ojos.

Los dedos de Enzo comenzaron a moverse en círculos, mientras su mirada estaba fija en la calle. No pude evitar soltar gemidos ni arquear la espalda.

𝐎 𝐋 𝐃 𝐄 𝐑 || 𝖤𝗇𝗓𝗈 𝖵𝗈𝗀𝗋𝗂𝗇𝖼𝗂𝖼Where stories live. Discover now