Capítulo 14: Un mundo disperso.

12 4 27
                                    

Estaba... sin palabras. ¿Cómo era posible que hubiese tantos libros con aquellas estanterías que parecían ser infinitas? Tanta información oculta en cada paso que dábamos, un lugar místico donde los colores azules predominaban en nuestro alrededor con libros que flotaban y movían sus páginas, pero que, si me acordaba demasiado, se cerraban y se alejaban. Era tan interesante, pero a la vez escalofriante.

Los pasos que dábamos resonaban como si lleváramos zapatos de tacón propios de una princesa, pero en verdad era el suelo que hacía aquella sinfonía que nos dejaba inmersos en el lugar, mirando nuestro alrededor como si hubiéramos sido bendecidos por unos ojos nuevos. Muchos miraban las estanterías, yo miraba el techo porque el cristal del edificio daba directamente hacia las estrellas, aquellas que rodeaban el lugar, pero que eran proyectadas como si quisieran mostrar el universo. ¿Qué estaba ocurriendo?

—Nilia, ven —me pidió Miles, agarrándome de la mano—. Nos ha pedido que nos reunamos con él ya.

Aquello me extrañó bastante, pero acepté a pesar de querer estar contemplando mi alrededor durante horas. ¿Cuándo había creado todo esto? Tal construcción no debió haber pasado desapercibida, tendría que haber aparecido en noticias, pero ahí estaba, de un día para otro como si fuera una sorpresa, una que cuanto más avanzaba por los pasillos, más malos presentimientos tenía.

Mirando enfrente, vi aquel sujeto del cual no cambiaba su posición ni mostraba su apariencia. Tan misterioso y enigmático que todos teníamos cierto miedo a que nos podría decir. Nuestros sentidos eran testigos de un lugar totalmente distinto al que estábamos acostumbrados, esa paz que les lograba calmar sus preocupaciones, pero que a su vez se mantenían atentos ante las palabras del sujeto que pronto diría.

Vidrieras de cristales azules de los cuales brillos que parecían ser polvo estelar, iban moviéndose en un patrón que parecía ser repetitivo, pero hipnótico. Aquel hombre sujetaba su bastón con firmeza, sin hacer caso a la magia que al parecer él generaba, ¿tan acostumbrado estaba? ¿Qué deseaba hacer aquí? Dudas surgían sin parar hasta que dio un golpe firme con el bastón, captando nuestra atención.

—Cuatro, ¿no? —preguntó.

Nos miramos con cierta confusión, la forma en como había hablado parecía ser bastante borde a diferencia del anuncio que habíamos visto.

—Sí, somos cuatro —respondió Miles con calma, provocando que el mago golpeara dos veces contra el suelo.

Ante eso, escaleras aparecerían a sus espaldas, unas que llevaban al subsuelo. ¿¡Tenía una zona subterránea?! Aquello me dejó atónita, aunque no era la única, Zigor y Kilian se quedaban en sitio con los ojos bien abiertos.

—Está prohibido grabar aquí —aclaró el mago.

—¿No puedo grabar? —preguntó Kilian, logrando que el sujeto negara—. Oh, venga...

Una risa suave salió del sujeto, una que me hizo tragar saliva con dificultad y que mirara a Kilian con rapidez.

—Kilian, haz caso y deja de grabar —pedí.

—¡Pero tendré mucha fama! —gritó, molesto.

—Ya lo conseguirás si superas las pruebas —le recordé.

—Si... supera las pruebas.

Que el mago remarcara mis palabras fue algo que nos dejó con la alerta puesta en nuestros sentidos. Cuando hablaba no lo hacía con aquella alegría propia que demostró en el anuncio, sino que su tono parecía ser amenazador y firme, como un tipo de militar. Quería mirar detrás de esa túnica, ver el rostro que había detrás de esa oscuridad, pero no había nada más que ese vacío.

Las pruebas de la muerte [Código 025#] [MO]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt