Capítulo 18: ¿Quiénes somos?

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No sé cuanto tiempo pasé huyendo, solo sabía que el camino que una vez decidí ignorar, me lo había encontrado de nuevo y lo retomé con la esperanza de encontrar algo que me diera seguridad.

Y lo hizo, al final del camino encontré una luz, un sitio donde descansar, una pequeña choza oculta entre los árboles, como si el tronco de estos, al ser tan grande, ocultara el hogar de algún ser que sabía como sobrevivir en estos bosques.

Llamé a la puerta con la idea de encontrar a alguien dentro, pero a nada más mover mi mano, la puerta, de madera refinada de decorados oscuros hechos de hierro, se abrió enfrente mía. Abrí lo boca con cierto asombro al ver que el interior estaba todo lleno de muebles y estanterías llenas de libros, brebajes mágicos, alimentos y mantas gruesas que parecían aportar una gran calidez.

No sabía bien si era buena idea entrar en una casa que no era mía, pero cuando miraba hacia atrás, sentía el escalofrío en toda mi espalda recorrerme, un susurro proveniente de aquella voz que se reía a la distancia, atento a mis decisiones y movimientos.

No dudé en entrar al saber que ahí fuera no podría aguantar mucho rato más.

Nada más dar los primeros pasos, la puerta se cerró detrás de mi y con ello, las velas que se encontraban colgadas en las paredes y en el techo, se entendieron con un soplido, como si el viento entrara y en vez de apagarlas, las encendiera con algún tipo de magia.

El comedor se iluminó bajo una comodidad propia de una casa rústica, era oscura, pero no me daba esa sensación peligro o incomodidad, sino de un hogar donde se sentía uno protegido. Miraba las paredes y el suelo hecho de madera marronácea, pisando con cuidado mientras veía los muebles hechos por la propia naturaleza, estables y llenos de libros abiertos junto a objetos que no sabía cómo nombrar.

Identificaba algunos de ellos, en especial los alimentos que se asemejaban a mi planeta, pero otros parecían ser experimentos fallidos de un mago que le gustaba trastear mientras leía los libros, mismo con los brebajes que miraba con atención, viendo mi reflejo en alguno de estos o los colores vivos que tenía. Algunos estaban etiquetados en un idioma que no comprendía.

Caminaba perdida mientras mis manos tocaban lo que encontraba, pero con cuidado, el olor a eucalipto era presente en la sala, un olor que no me incomodaba, menos cuando escuchaba a lo lejos el fuego recién hecho en la chimenea que se encontraba un poco alejada de la salida, cerca de la habitación y la cocina.

Frené mis pasos para mirar mi alrededor con cierta confusión, cruzando mis brazos por un momento.

—¿Aquí es donde viviste? —pregunté, haciendo referencia a la maga, pues suponía que me estaba viendo.

No obtuve la respuesta que deseaba, por lo que continué observando a mi alrededor. Las estanterías estaban llenas de libros, organizados según el orden o color que le correspondía. En algunos de estos me atreví a ojearlo, viendo dibujos propios de un libro de hechizos o de seres inusuales que jamás había visto en mi vida.

Fruncí el ceño, dándome cuenta que esta simulación... era demasiado realista como la anterior prueba, me daba cuenta que todo lo que había vivido junto a las preguntas, no era por conveniencia o necesidad, sino porque aquella maga nos quería decir algo. ¿El qué? Eso era lo que me preguntaba mientras miraba el libro, fijándome en uno de los tantos seres que había.

No pude evitar fijarme en algunos como seres que parecían ser líquidos, pero que tenían una forma humanoide. Eran capaces de tomar un aspecto similar a nosotros o tomar una forma más esférica, pero con ese estado líquido del que siempre se derramaba. Habían otros como ellos, pero estos eran estables, aunque tenían una sonrisa cruel junto a sus colmillos con seis ojos en su lado izquierdo mientras que en el lado derecho tenía lo que sería las pulsaciones que marcaba el corazón en aquellas pantallas que había en los hospitales.

Las pruebas de la muerte [Código 025#] [MO]Where stories live. Discover now