Capítulo 22: Cruda realidad.

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Sala en blanco, otra vez más. No miraba hacia ningún lado porque tenía claro que lo que iba a ocurrir aquí serían las preguntas que al principio me había hecho, o al menos es lo que suponía al ver el blanco iluminarme por completo.

Antes sentía inseguridad y duda ante ese color tan luminoso rodearme, capaz ni hacía caso ante las pruebas tan complicadas que recibía, pero ahora podía sentir cierta calma, incluso sentía que mi mente estaba más despejaba a diferencia a otras ocasiones donde eran constantes pruebas sin apenas descanso.

Hablar con mi familia y mis amigos me vino bien, pues no solo pude meditar sobre todo lo ocurrido, sino que ver que me sentía acompañada por ellos, que era los que más me importaban.

Respiré profundo y crucé mis brazos, pero antes de hacerlo observé mi vestimenta y mis manos con el único ojo disponible que tenía por el momento. Podía comprender porque mi estilo era tan cutre y despreciado por otras mujeres o porque podía dar un aura de misterio. Solo de ver que tenía heridas en mis manos y en mi rostro, tenía claro que mi aparecía era más de un ser que era como una leyenda... una leyenda oculta.

Reí para mis adentros ante esas palabras, ¿de verdad? No, me parecía en parte absurdo toda la situación que estaba viviendo. Parecía ser un sueño, uno del que no me despertaría hasta completar las pruebas, capaz era un reto para mi sola, uno donde había caído inconsciente y luchaba por mi vida...

Pero cuando recordaba todo, sabía que no era un sueño, que los números estaban ahí, que mi familia y amigos me daban su apoyo, y que las heridas de mi cuerpo eran una marca en mi cuerpo que no iban a desaparecer.

Esperé con las manos en mis bolsillos, lista para lo que pudiera ocurrir, pero el silencio en la sala hacía que poco a poco mi concepción del tiempo y la realidad fueran inusuales, como si aquella sala me alejara de todo y me hiciera distinta. Aun así, mantuve la calma y miré a mi alrededor, encontrándome con varias manchas oscuras que iban expandiéndose.

—¿Qué me tienes preparado? —pregunté, lista para la posible tanda de rondas.

—Entraste aquí con unas ideas y ahora has llegado a este punto donde eres consciente, más o menos, de la situación —respondió aquella voz escalofriante, grave y profunda, una que causaba la piel de gallina en cualquiera.

—Cierto, pero aun sigo teniendo dudas las cuales no me has respondido del todo —recordé mientras veía como la luz de la sala era consumida, pero no del todo, aun perduraba la mitad de la sala en luz, mientras que la otra era oscuridad.

—Aun te quedan pruebas por superar, irás sabiéndolo poco a poco —aseguró—, por ahora... Dime, Nilia, ¿qué es el equilibrio para ti?

Preguntas, genial. Suspiré aliviada porque prefería hacer trabajar mi mente en estas situaciones antes de verme envuelta en problemas graves donde mi cuerpo aun no estaba acostumbrado. Respiré hondo y pensé bien la pregunta.

—El bien y el mal —respondí—. Una balanza donde toma las acciones que has hecho durante tu vida.

—Exacto, y dime, ¿hay opciones de que existan seres completamente buenos o malos?

—Claro que las hay —contesté sin dudar.

—¿Segura? —preguntó, logrando que mis dudas fueran apareciendo en mi interior.

—Es un tanto complicado porque de normal las personas buenas son aquellas que han tenido que sufrir mucho para al final conseguir ese bien. No dejarse por el mal es algo complicado en según la situación donde te veas envuelto —respondí de nuevo, cruzando mis brazos con calma.

—Perfecto... Entonces, quiero que tú, analices lo siguiente.

La sala se mantenía igual, con aquellos colores blancos y negros que mantenían el equilibrio en la sala, pero no solo eso, sino que enfrente mía aparecería poco a poco la llama de un fuego que brillaba en colores azules y violetas. Se encontraba a unos pocos pasos enfrente mía, destacando su presencia en medio de la sala.

Las pruebas de la muerte [Código 025#] [MO]Where stories live. Discover now