Capítulo 13. Lorena

7 3 4
                                    

Las horas pasando y yo sigo esperando
Que el tiempo cure este corazón
Si ya eres pasado, si todo ha acabado
¿Por qué me hace llorar nuestra canción?
No sé cómo borrar que hay un tú y yo
Por primera vez, Nerea Rodríguez

Agosto se pasó volando sin hacer nada interesante aparte de tejer marcapáginas de crochet de diferentes flores y frutas que me recordaban al verano y cumplir los 24, esa edad que me hacía recordar que a partir del año siguiente estaría más cerca de los 30 que de los 20 y en parte me deprimía un poco el hecho de hacerme mayor. Pero aún así, disfruté aquel 8 de agosto con mi familia, sintiéndome la protagonista por un día y recibiendo regalos, como cada año, y estrenando mi primer top de crochet de colores llamativos y veraniegos que había tejido yo misma. El calor se acabó apoderando también del norte de España, lo cual me preocupaba porque en agosto casi nunca había habido temperaturas tan elevadas como las que estaban habiendo desde hacía unos años, pero por suerte llegó septiembre y con él, las temperaturas más bajas y la lluvia que pude disfrutar unos días antes de regresar a casa con mis compañeras de piso y, por tanto, al infernal calor que aún hacía en la capital..

— Si te parece que aquí hace calor es porque nunca has ido a Andalucía —. Me dijo Alicia uno de los días en los que más me quejaba de la temperatura y expresaba mis ansias por que llegara el otoño.

— La verdad es que creo que solo fui una vez de pequeña, pero no fue en verano, sino en Semana Santa. —. Respondí pensativa. 

— ¿A qué ciudad? 

— Sevilla —. La granadina puso los ojos en blanco. 

— Qué típico —. Bufó. 

— Pues a ver si algún día me llevas a hacer un tour por todas las ciudades de Andalucía — Respondí riendo.

— Me parece bien. Y acabamos en Granada, que es la mejor ciudad de España. 

— Perdona, la mejor ciudad de España es Vigo y lo sabes — Reí mientras le lanzaba un cojín del sofá a la cabeza y ella me respondió de la misma manera.

***

Durante los primeros días que estuve de vuelta en Madrid, me dediqué a terminar el trabajo final del máster, y a crear mi portfolio para empezar a trabajar como diseñadora gráfica por cuenta  propia en cuanto obtuviese mi título. 

También volví a apuntarme al gimnasio, al que pretendía ir por las tardes, tres veces por semana, simplemente para desconectar con los ejercicios, sin pensar en nada más, y a la academia de baile que, aunque me daba pánico volver a encontrarme con Raquel, sabía que en algún momento tendría que enfrentarme a esa situación, no podía pasarme la vida huyendo y evitando hacer todo lo que me gustaba por el miedo a lo que pudiera pasar con una persona. Sin embargo, algo en mí se alivió cuando me dijeron que por las mañanas daba las clases una tal Carla, una chica de cabello largo, liso y color caoba que acabó pareciéndome bastante simpática y graciosa, pues siempre hacía bromas en clase. 

Otra cosa que agradecí fue el hecho de que mis compañeras fuesen todas nuevas y desconocidas para mí ya que no habría soportado volver a ver a alguna de las chicas del año pasado. Me habría traído demasiados recuerdos y, después de haberme salido del grupo meses atrás, no me apetecía volver a hablar con ellas.

Agradecí todos esos cambios, agradecí los primeros clientes que llegaron a mí en cuanto empecé a trabajar como diseñadora gráfica como autónoma, agradecí todos los planes que hacía con mis amigas y compañeras de piso, todas las noches de sábado en la discoteca pasándolo bien, todas las nuevas oportunidades, pero una parte de mí no era capaz de olvidar, una parte de mí quería volver a estar como el año pasado, volver a empezar mi vida en Madrid, volver a conocer a Raquel y hacer que todo fuera diferente a como acabó. Pero en el fondo estaba tan rota que no me atrevía a arreglarlo por temor a que ya fuera algo irreparable. Porque esforzarme para darme cuenta de que ya no se podía hacer nada me hundiría aún más.

Por eso preferí tapar la herida con todos esos cambios, con esas sonrisas y bailes de fiesta y con personas nuevas a las que conocía y con las que intentaba salir a pesar de los fracasos porque los recuerdos me golpeaban siempre demasiado fuerte.

Por eso preferí tapar la herida con todos esos cambios, con esas sonrisas y bailes de fiesta y con personas nuevas a las que conocía y con las que intentaba salir a pesar de los fracasos porque los recuerdos me golpeaban siempre demasiado fuerte

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La primavera que hay en tus ojosWhere stories live. Discover now