Capítulo 14. Lorena

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Otro verano más sin ti
Otra canción que te escribí
Para curarme y que me duela menos
Y aprender a distinguir
Lo que está bien y no está mal
Lo que dejaste a la mitad
Pero siento que en el fondo seguirás
Siendo mi debilidad
Debilidad, Miriam Rodríguez

Las clases de baile en la academia iban cada vez mejor desde que las empecé a dar con Carla. Ya no sentía aquella vergüenza de cuando llegué nueva a Aire por primera vez, y a diferencia de las clases con Raquel, no me sentía cohibida. Sentía que bailaba bien, como yo sabía realmente desde hacía años, lo que me permitía disfrutar más de lo que hacía.

En esas clases éramos muchos más alumnos de los que había a las últimas horas de la tarde con Raquel, y una de esas chicas que venían conmigo a clase era Celia, una chica algo más bajita que yo, de cabello castaño y liso con algunas mechas rubias. Era nueva en la academia y con el tiempo empezamos a llevarnos bastante bien.

En el gimnasio, también empecé a conocer a nuevas personas, como Luis, un chico colombiano que me ayudó con una de las máquinas y desde entonces no parábamos de hablar cada vez que nos encontrábamos por allí. Era alto, moreno y con unos ojos verdes preciosos.

— ¿Quieres quedar alguna vez fuera del gimnasio? — Me propuso un día tras la última repetición de un ejercicio de piernas.
— Pues… supongo que sí — dije casi en un susurro por lo desprevenida que me había pillado su pregunta. Pero lo cierto era que sí, que me apetecía conocerlo fuera de ese lugar, conocerlo mejor y olvidarme de Raquel que, al fin y al cabo, tan sólo era un capítulo cerrado más de mi vida.

***

Llegó el día en el que quedé con Luis, era un sábado por la noche y habíamos quedado para ir a un restaurante italiano a cenar y después al cine para ver una comedia romántica. Me lo pasé en grande con él, no era el típico tío chulo al que solo le importaba el gimnasio y su apariencia física, con unos músculos cuánto más marcados mejor. Y me caía bien. Me contó que entrenaba mucho porque se estaba preparando para las pruebas físicas de bombero, su sueño de toda la vida, y yo también le conté a lo que me dedicaba.

Me gustaba aquel chico, era guapo, simpático, atento, divertido… pero no sentía nada más, no sentía esas mariposas que había sentido con la que fue mi profesora de danza urbana en su día. Y me sabía mal por él porque para finales de octubre, notaba que Luis sí que sentía algo más que una simple amistad por mí. Lo notaba cuando se sonrojaba al verme, en su timidez al hablarme, en su sonrisa cuando me miraba y en todas las veces que lo pillaba embobado observándome mientras hacía mis ejercicios y él se distraía.

Uno de los días en los que tenía que estar en casa por la mañana trabajando para un cliente, decidí contarle lo que me pasaba a Alicia. Como ambas teletrabajábamos, habíamos decidido convertir el salón en nuestra oficina y trabajar juntas hasta que Vicky y Miriam llegaban de trabajar del hospital. Ellas habían terminado la carrera y en seguida habían encontrado trabajo en el mismo hospital, lo cual intentaban compaginar con las oposiciones.

— Me siento mal por Luis — le comenté un día a Alicia durante el descanso que hacíamos todos los días para desayunar.
— ¿Por qué?
— Siento que en cualquier momento me puede confesar sus sentimientos hacia mí y no estoy preparada para hacerle daño — confesé antes de empezar a mordisquear una de mis galletas de avena y chips de chocolate que tanto me gustaban.

Alicia dejó por un momento de untar la mantequilla en su tostada y me miró fijamente antes de responder.

— No tienes por qué hacerle daño, Lorena. Solamente estás siendo sincera con tus sentimientos, el daño se lo harías si aceptaras salir con él, porque lo estarías engañando.
— Ya…
— Y además — añadió —, que no te guste ahora mismo no significa que no lo pueda hacer en algún momento. Antes de empezar a salir con Marcos, él estaba muy, muy, muy enamorado de mí y yo no sentía tanto por él, pero al final, aquí me ves. Enamoradísima hasta las trancas y a punto de cumplir dos años.
— Entonces, ¿crees que me podrá gustar Luis en algún momento?
— No lo sé, eso lo tendrás que ir viendo tú. Yo solo te digo que no puedes cerrarte puertas y que, si algún día te dice algo, seas sincera con lo que sientes en ese momento.
— Gracias — le dediqué una sonrisa a mi amiga antes de darle un sorbo a mi Colacao y llenarme de espuma toda la boca, lo que provocó la risa de mi compañera de piso y también la mía.

— Gracias — le dediqué una sonrisa a mi amiga antes de darle un sorbo a mi Colacao y llenarme de espuma toda la boca, lo que provocó la risa de mi compañera de piso y también la mía

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La primavera que hay en tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora