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Aquella noche, después de cenar, Quintus indicó que nos pusiéramos todos la armadura, como si fuéramos a jugar a capturar la bandera, aunque el estado de ánimo general era más bien sombrío

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Aquella noche, después de cenar, Quintus indicó que nos pusiéramos todos la
armadura, como si fuéramos a jugar a capturar la bandera, aunque el estado de ánimo general era más bien sombrío. Los cajones de madera habían desaparecido de la arena en algún momento del día y yo tenía la impresión de que su contenido, fuese lo que
fuese, estaba en el bosque.

—Muy bien —dijo Quintus en la mesa principal, al tiempo que se ponía en pie—.
Situaos alrededor.

Iba todo cubierto de bronce y cuero negro. A la luz de las antorchas, su pelo gris le confería un aspecto fantasmal. La Señorita O'Leary saltaba a su lado y daba buena cuenta de las sobras de la cena.

—Os repartiréis en grupos de dos —anunció Quintus. Y cuando todos empezaban
a hablar y escoger a sus amigos, gritó—: ¡Grupos que ya han sido elegidos!

—¡Uuuuuuh! —protestó todo el mundo.

—Vuestro objetivo es sencillo: encontrar los laureles de oro sin perecer en el intento. La corona está envuelta en un paquete de seda, atado a la espalda de uno de los monstruos. Hay seis monstruos. Cada uno lleva un paquete de seda, pero sólo uno contiene los laureles. Debéis encontrar la corona de oro antes que nadie. Y naturalmente... habréis de matar al monstruo para conseguirla. Y salir vivos.

Todo el mundo empezó a murmurar con excitación. La tarea parecía bastante
sencilla. Qué caramba, ya habíamos matado a muchos monstruos. Para eso nos
entrenábamos.

—Ahora anunciaré quiénes serán vuestros compañeros —prosiguió Quintus—.
No se aceptarán cambios, permutas ni quejas.

—¡Arrrífff! —La Señorita O'Leary había hundido todo el morro en un plato de
pizza.

Quintus sacó un rollo de papiro y empezó a recitar nombres. A Beckendorf le tocó
con Silena Beauregard, cosa que pareció dejarlo más que contento. Los hermanos
Stoll, Travis y Connor, iban juntos. Ninguna sorpresa; siempre lo hacían todo unidos. A mi me tocó con Clarisse; la refriega brutal y el combate táctico combinados; un equipo difícil de superar. A Annabeth le tocó con Percy y a Grover le tocó con Tyson, cosa que casi le causa un infarto a ambas partes.

Aún había luz cuando nos internamos en el bosque, pero con las sombras de los árboles casi parecía medianoche. Hacía frío, además, aunque estuviéramos en verano.

Clarisse  encontró huellas casi que de inmediato, yo confiaba en ella. Clarisse iba con espada y escudo, así que lo más sabio para mí esta vez era una básica combinación de arco y flecha, con una daga atada en el muslo por si acaso.

Un buen rato después, después de varios monstruos, peleas con otros campistas y varias caídas de mi parte, logramos llegar a los laureles.

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³CENTURIES (PJO&HP)Where stories live. Discover now