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   Lo único que recuerdo es haber despertado en la enfermería de la casa grande con una contusión cerebral

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   Lo único que recuerdo es haber despertado en la enfermería de la casa grande con una contusión cerebral.

Cuando por fin estuve bien, pude largarme de la enfermería e ir con Annabeth. Entré a la cabaña de Atenea como perro por su casa, rogando que la diosa no me volatizara en el intento. Annabeth estaba tendida en su litera, tapada de cabeza a pies y llorando a moco tendido.

—Percy... —lloriqueó ella —Está muerto.

—Imposible —dije —Si Percy muere, Grover muere y viceversa —expliqué —A parte, lo hubiera sentido ya. Ese es más malo que la muerte misma, no hay quién se lo lleve

Annabeth dejó de llorar de repente, se sentó en la cama y me miró fijamente.

—¡Estuviste inconsciente durante dos semanas! —exclamó ella —¿Estás bien? Por todos los dioses —se lanzó fuertemente a abrazarme, solo para empezar a llorar en mi hombro otra vez.

Le acaricié el pelo intentando consolarla, pero me era inútil. Apostaba una teta a que el desgraciado de Perseus Dylan Jackson no estaba muerto, más que nada porque le había hecho un hechizo de rastreo, igual que a Annabeth y a Grover después de la misión que nos llevó a Atlas. Si Percy estaba muerto, yo ya lo sabría, y tenía q convocar el hechizo para saber dónde estaba.

    Annabeth no me dejó sola en dos días, dormimos juntas, fuimos al baño juntas, comimos juntas y todo mientras ella lloraba y yo la consolaba

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    Annabeth no me dejó sola en dos días, dormimos juntas, fuimos al baño juntas, comimos juntas y todo mientras ella lloraba y yo la consolaba. Annabeth no era una persona de ideas arrebatadas pero yo no tenía el corazón para dejarla sola en un momento como por el que ella estaba pasando.

Estábamos en el anfiteatro celebrando el funeral de Percy. Quirón estaba haciendo un anuncio sobre mi amigo que apuesto uno de los labios de la vagina que sigue vivo.

—... aceptar que ha muerto —expuso el centauro—. Después de un silencio tan largo, no es probable que nuestras plegarias sean atendidas. Le he pedido a su mejor amiga que haga los honores finales.

Ella volvió su rostro hacia la audiencia. Tenía los ojos hinchados de llorar, pero
acertó a decir:

—Era seguramente el amigo más valeroso que he tenido. Él... —Entonces me vio
—. ¡Está allí!

Levanté la mirada del suelo hasta ver a dónde Annabeth apuntaba. Percy Jackson, vivo y coleando, fresco como una lechuga y definitivamente respirando.

No lo mató la explosión, pero lo mato yo nada más Annabeth se descuide.

—¡Percy! —exclamó Beckendorf con una gran sonrisa. Un montón de chavales lo rodearon y empezaron a darle palmadas en la espalda. También hubo varias maldiciones procedentes de los chicos de la cabaña de Ares; Clarisse se limitó a poner los ojos en blanco, como si no pudiese creer que Percy hubiera tenido la cara dura de sobrevivir. Quirón se acercó a medio galope y todos le abrieron paso.

—Bueno —dijo con un suspiro de alivio—. Creo que nunca me había alegrado
tanto al ver regresar a un campista. Pero tienes que contarme...

—¿Dónde has estado? —lo interrumpió Annabeth, apartando a los demás campistas.  mí—. Yo... ¡pensábamos que habías muerto!

—Yo no —remarqué, levantando la mano —Percy es peor que la muerte misma.

Él se rió.

—Lo siento —dije—. Me perdí.

—¿Que te perdiste? —aulló—. ¿Dos semanas? ¿Dónde demonios...?

—Annabeth —la interrumpió Quirón—. Quizá deberíamos discutir esto en privado, ¿no crees? Los demás, regresad a vuestras ocupaciones.

Sin darles tiempo a protestar siquiera, agarró a Annabeth y a Percy como dos gatitos y los subió a su lomo.

—Arlette, sígueme —ordenó Quirón —Eres la única que está pensando con el cerebro en estos momentos.

—Arlette, sígueme —ordenó Quirón —Eres la única que está pensando con el cerebro en estos momentos

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—Has estado desaparecido dos semanas. —Ahora Annabeth hablaba con voz más
firme, pero aún se la veía conmocionada—. Cuando oí la explosión, pensé...

—Ya —asintió Percy—. Lo siento. Pero ya he averiguado cómo cruzar el laberinto. Hablé con Hefesto.

—¿Te dio él la clave?

—Bueno, vino a decirme que yo ya sabía cómo hacerlo. Y es cierto. Ahora lo
entiendo.

Annabeth se quedó boquiabierta ante la idea de Percy.

—¡Eso es una locura, Percy!

Quirón se arrellanó en su silla de ruedas y se acarició la barba.

—Hay un precedente, no obstante. Teseo contó con la ayuda de Ariadna.

—Pero esta búsqueda es mía —protestó Annabeth—. He de dirigirla yo.

Quirón parecía incómodo, hasta yo lo estaba.

—Querida, la búsqueda es tuya, pero necesitas ayuda.

—¿Y se supone que eso va a representar una ayuda? ¡Por favor! Es un error. Es
cobarde. Es...

—Cuesta tener que admitir que necesitamos la ayuda de un mortal —admitió Percy—.
Pero es cierto.

Annabeth le lanzó una mirada fulminante.

—Celos de tus ojos cuando miras a otra chica —canturreé al lado de Quirón —Tengo celos, celos.

Quirón ocultó su sonrisa pero Annabeth me miró como si estuviera a nada de mandarme a grabar esa misma canción a los estudios de grabación El Otro Barrio.

—¡Eres la persona más odiosa que he conocido, Percy Jackson! —dijo, y salió de la habitación hecha una furia.

—Uh —alcancé a decir —Yo mejor me voy, nos vemos cuando... No sé, espero que no nos veamos. Quiero dormir.

 Quiero dormir

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³CENTURIES (PJO&HP)Where stories live. Discover now