Oscar Piastri

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Trope: enemies to lovers
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Clara

Hay días que preferiría desaparecer y cambiar mi nombre. O por lo menos el apellido.
Mi padre, Norbert Webber, es el CEO de una marca importante en Londres. Esta marca es sponsor de algunos deportistas, principalmente en el mundo de la fórmula 1.
Por lo tanto, mi apellido tiene una gran influencia. Todos en mi familia estaban orgullosos de esto, por mi lado... no tanto.

Los lujos y el dinero no era algo que me gustara. A mis 18 años tuve mi primer trabajo en una cafetería en el centro de Londres, ahorré lo suficiente por todo un año y me mudé a un pequeño loft. Por supuesto, esto no fue del agrado de mi padre. Al enterarse, me dió un sermón sobre cómo el apellido Webber no podría verse afectado por tener a una integrante de la familia trabajando en un sucio café y viviendo a las afueras del centro en un departamento más pequeño que una caja de zapatos. Me hizo renunciar y mudarme a un lugar de su elección.

No me quedó opción porque era él quién pagaba mis estudios en la universidad. Esa era la única razón por la que seguía soportando su actitud de mierda.
Soy una estudiante de psicología, estoy cursando mi tercer año, eso significa que aún me quedan dos años más de esto. No podía echarlo a perder.

Aunque mi padre no estaba ayudando demasiado para que aquello no ocurra.

Esta mañana ni siquiera dijo buenos días, directamente me ordenó que estuviera lista a las ocho en punto para ir a cenar con uno de sus clientes, un nuevo corredor de la fórmula 1. Oscar Piastri.
Lastimosamente lo conoci y coincidimos en varias ocaciones y en ninguna de esas veces consiguió agradarme.

En los eventos siempre estaba con el rostro serio. Observaba todo a su alrededor sin una pizca de emoción, como si estuviera aburrido esperando el momento exacto para irse. Todo el mundo se acercaba a saludarlo y felicitarlo por ascender a la máxima categoría y se mostraba genuinamente agradecido, en mi opinión, pero al segundo que lo dejaban solo, borraba toda expresión de su rostro y volvía a la seriedad.

Si yo fuera una corredora que recién ha firmado su primer contrato con un equipo importante de la fórmula 1, me mostraría un poco más entusiasta. Su arrogancia era algo imposible de comprender.

Una noche coincidimos en un evento organizado por la empresa de mi padre. Nos presentó pero no hablamos más que para decirnos "Hola" y "Adiós". Ni siquiera intentó conversar conmigo. Debo admitir que yo tampoco. No era una chica extrovertida, me costaba crear vínculos por mi falta de confianza y creo que eso se puede ver a simple vista. Culpa de mi padre.
Él simplemente se dedicó a mirarme. Sus ojos me persiguieron toda la noche. A pesar de que todo su rostro no emitía expresión, sus ojos hablaban por él.
Esos pozos marrones ardían cada vez que me miraba. Adondequiera que iba, ahí estaban pendientes de mí. Mi cuerpo parecía poseído por la atención que estaba recibiendo. No entendía la sensación, me molestaba que tuviera cierto control sobre mí. Me molestaba ser tan consciente de él.

A ver, podía notar el atractivo. Entendía a las chicas de tik tok y su fascinación por él. Pese a la seriedad plasmada en su rostro, era bastante lindo de ver. Sus labios eran finos pero podía imaginarme que cumplían su trabajo cuando conectaban con otros. Me permití por única vez soñar con el contacto de nuestros labios, sentir la magia que podíamos crear con un mínimo roce. Mi cuerpo se estremecía de tan solo pensarlo. Su cabello castaño sedoso brillaba bajo las luces tenues, tan sedoso que te daban ganas de arrastrar tus dedos entre las hebras lentamente. Su altura era la medida perfecta. Ni muy alto ni muy bajo, lo justo. Debo llegarle a la clavícula como máximo, con mis ojos a la altura de su cuello. Lo me que lleva al siguiente punto, su cuello. Es imposible dejarlo pasar.

Debido al gran entrenamiento que requería ser corredor de F1, la fuerza del cuello era un factor importante. Se notaba, pero, si seguimos en el escenario hipotético, lo único que quería es morder su piel y dejar una marca en él. Tal y como él lo estaba haciendo conmigo. Marcarme con su mirada, perseguirme hasta que lo único que podía pensar era en tenerlo cerca.

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