2. PRIMERA VEZ

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"El neurótico ama a su síntoma
como el psicótico a su delirio"
—Sigmund Freud

García miraba pálido al mayor. No se fiaba del todo: estaba seguro de que esto se trataría ni nada más ni nada menos de una venganza, una tortura para pagar por todos los pecados que el rubio había cometido.

Miró el reloj: las 1 de la mañana.

A estas horas, ¿a entrenar? Conway, estoy débil. Me tienen drogado, usted lo sabe. No puedo ni con mi propio peso, si esto es para vengarte y sentirte mejor castig..— Su discurso fue ahogado por un repentino agarre de mandíbula.
Pudo sentir como los oscuros ojos del contrario penetraban en los suyos.

Acicálate. — Ordenó, mirándole la cara mientras la manipulaba a su antojo. —Estás hecho un cristo... mira esas ojeras, que cara de desquiciado...— Siguió sin piedad

Ni que tuviera a nadie a quien impresionar aquí.— Dijo como pudo el rubio, observando como aún este manejaba su cara.

El superior ignoró este comentario, soltando su sensible cara, apreciando como sus dedos habían dejado una indefensa marca sobre su pálida piel.

Venga, tira a cambiarte, vamos a ir a otra zona. Aquí no hay espacio ni para mear. — Añadió Conway, ahora si, viendo como el rubio tras un suspiro le obedecía: las costumbres no cambiaban.

Conway guió al menor, este no preguntaba, miraba a sus alrededores, inspeccionándolos y sintiendo sus piernas funcionar: no solía caminar mucho desde que estaba encerrado en esa mini sala

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Conway guió al menor, este no preguntaba, miraba a sus alrededores, inspeccionándolos y sintiendo sus piernas funcionar: no solía caminar mucho desde que estaba encerrado en esa mini sala.

Lo estaba llevando fuera del centro, preocupado miró las cámaras, éstas mostraban un color rojizo al lado, cual indicaba que habían sido apagadas, ¿lo tenía todo planeado? Demasiado rebuscado y enfermizo, pero viniendo de Conway ¿Qué le sorprendería a Gustabo? Nada.
Ahora mismo el rubio le seguía cuál rebaño a su pastor, sin saber que eso marcaría su sentencia de vida.

Finalmente, el pelinegro paró en seco, provocando que Garcia se chocase con su gran espalda al estar sumergido en sus propios pensamientos.

Anormal...— susurro para sí mismo Jack.— Te han fundido hasta los reflejos.— Comentó, burlándose del rubio y su patoso choque, ahora dándole la cara y mirándole fijamente. A comparación suya, se sentía bastante más superior.

Haga rápido lo que tenga que hacer para desfogarse y déjeme descansar... Entre ahora usted y los otros me tienen de puto saco de boxeo— Habló Gustabo, realmente sin pena alguna: se lo había buscado.

Y dale con eso.– El contrario empezó a dar vueltas alrededor del rubio. — Ya me desfogo cada noche con tu putisima madre, no te preocupes.— Soltó uno de sus típicos comentarios, posándose ahora detrás del rubio: cuál había soltado un suspiro de carcajada al notar que el pelinegro seguía igual que siempre.

30 Entrenamientos. [INTENABO AU]Where stories live. Discover now