5. HÚMEDO

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"Cada palabra tiene consecuencias.
Cada silencio, también"
— Jean Paul-Sartre

La cara del pelinegro atormentaba al rubio, cual bajo su tacto estaba esposado, su cuerpo siendo manipulado al antojo del mayor. Se sentía un cosquilleo subir por su abdomen, cual yacía totalmente desnudo, obra causante de Conway.

Se sentía drogado, no necesariamente por algo que hubo sido inyectado, sino por la mirada lasciva del superintendente, que se comía al rubio con la mirada. Aprovechando esta subida de tensión, comenzó a tocar su cuerpo sin compasión alguna, recibiendo a cambio pequeños jadeos de García. El de la mirada erotica seguía jugando con su paciencia.

Vamos a poner a prueba tus 5 sentidos, Gustabín...— susurraba en su oreja, poniéndole los pelos de punta mientras que sus ojos estaban siendo ocultados al mundo por una bandana negra.

De repente sintió algo húmedo consumiendo su cuello y bajando en su entera anatomía, antes de poder reaccionar ante el tacto que sentía con tanta intensidad, una alarma despertó sus sentidos, dándose cuenta que lo único húmedo que había sentido era su erección, tapada por un colaborativo pantalón. La vergüenza consumió su cara, tintándola de rojo al darse cuenta del escándalo de sueño que había producido su consciencia mientras él no podía mantener el control de sus pensamientos.

¿Pero que puta mierda ha sido eso?— susurró enfadado para si mismo, como si su cuerpo fuera el culpable de dicho acto.

Miró el reloj y sabía que el examinador iba a pasar en breves, trató de relajar la rigidez levantándose y lavándose la cara en el pequeño lavamanos que tenía su habitación. Su ceño fruncido aún por el innecesario sueño que su consciencia le hizo tener.

Antes de poder relajar su fruncimiento, entró el profesional con pastilla en mano y el desayuno correspondiente. La cara del hombre inspeccionó al rubio y sus nuevas heridas, pero se ahorró las preguntas, cosa que García notó. Hicieron el mismo procedimiento y poco después Gustabo abandonó la pequeña habitación, esta vez haciendo caso a Castro y yendo a las zonas comunes, asistiendo esta vez a la mini cafetería.

Se sentó en un sofá pequeño, aprovechando para mirar a la tele con cierto desinterés, ya que no tenían móvil, podría aprovechar en enterarse de las novedades de hoy en día por ese aparato.

Igual que en el gimnasio, se volvía a sentir observado, inspecciono su alrededor y vio al mismo hombre que estaba observándole.
Compartió el contacto visual, haciendo que el contrario se sintiera incomodado, aún así, este se acercaba lentamente.

Hey tío. ¿Qué tal?— Soltó el semi-rapado al acercarse lo suficiente a García, este respondió simplemente con una ojeada de arriba a bajo, asombrado por la valentía del contrario.

Bueno, aquí encerrado. — Contestó en sinceridad el rubio, viendo como el otro se reía por ese simple comentario.

Gonzalo, soy Gonzalo Navarro.— Decidió compartir su identidad.

Gustabo. Con B. — Respondió sin más, haciendo el mismo acto de respeto, mirándolo fijamente.

Un silencio incómodo abundó esa burbuja. Se veía como Gonzalo trataba de sacarle tema de conversación al rubio.

¿Por qué estás aquí?— Preguntó, dudando de si era buena idea hablar de su encierro.

30 Entrenamientos. [INTENABO AU]Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum