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Ha llegado el día, uno de esos días en los que la gente normal celebra. Celebran que están en el mundo un año más. Que han sobrevivido a todos los obstáculos que la vida les ha ido poniendo en el camino. Hoy es mi cumpleaños. Me deprimo de solo pensarlo. A lo que a otra persona le puede hacer ilusión, a mí me asquea. ¿La culpa? De mi padre. Toda suya.

De camino a Fox River intento recordar todos los doce de mayo de mi infancia y adolescencia. Un desastre, una auténtica farsa. No hay ninguno feliz. ¿Por qué iba a ser distinto hoy?

Entro. Caminando hacia la enfermería me cruzo con algún guardia que me dan los buenos días con una sonrisa, saben que día es hoy. Conociendo a Rachel me ha preparado algo, como cada año.

¡Feliz cumpleaños! —chilla.

Ya sabes que no lo celebro, pero gracias —seca.

¿Otra vez como cada año? ¡Es una festividad alegre, tía! —Rachel convenciéndome.

No para mí

Encogiéndome de hombros, entro en mi consulta, enciendo la luz y me siento con el café ya encima de la mesa.

Tanto café no es bueno, pero lo necesito... y hoy más

Esta noche salimos si o si

Per...

No quiero un no por respuesta —señalándome.

Suspiro. Rachel entra en su consulta, tiene que atender a uno de los reclusos con problemas musculares, ya mayor, creo que es el más mayor de la prisión. Se llama Charles Westmoreland. Nunca lo he tenido, pero por lo que me ha contado Rachel es un hombre muy agradable. Lleva siempre en brazos su gata Marilyn. De cuando se permitían tener mascotas en prisión. No estaba cuando esa ley se prohibió. Una pena, me hubiera gustado tener mascotas a las que cuidar, seguro que se comportarían mejor que muchos de los reclusos que ayudo.

Río mentalmente ante mi ocurrencia mientras sorbo el café con tranquilidad. Miro el corcho, y con un poco de melancolía cojo la foto de mi yo de hace unos años. Era tan feliz, me encantaba pasar los cumpleaños con gente, los regalos eran lo de menos.

- Paquete para la doctora

Uno de los guardias más pelotas me entrega un ramo de flores con una tarjeta.

Feliz cumpleaños —Bellick.

Gracias —desganada.

Meto las flores en agua, total, esas pobres flores no tienen la culpa de haber llegado a mis manos. Las acaricio, son preciosas, y el detalle es bonito, pero me hubiera gustado recibir una llamada. Queda mucho día por delante, y mi esperanza de recibir un ''feliz cumpleaños hija'' no se pierde del todo.


EN LA SALA DE MANUALIDADES...

Se siente como un niño pequeño, rodeado de hojas de papel de colores, brillantes... en la sala de manualidades es donde los presos que no forman parte de IP ahogan las horas. Los del ala psiquiátrica también están ahí.

Necesita entrar en IP cuanto antes. Ahí está su hermano. Por la tarde lo ha visto en los vestuarios y le ha contado el plan que tiene para escapar. Si todo va según lo planeado, en tres semanas no será ejecutado en la silla eléctrica. Solo Abruzzi puede ayudarlo a formar parte de IP, y está seguro que lo conseguirá, tiene algo que ofrecer a cambio de ese puesto, y está seguro que no dudará un segundo cuando lo sepa.

***

¿Entonces esta noche qué? ¿Visitamos a Ryan? —dice Rachel asomando la cabeza por el marco de la puerta.

BAJA INHIBICIÓN LATENTE // PRISON BREAKWhere stories live. Discover now