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Reconozco que me ha dolido dejar atrás la taberna, y a Rachel. Si las cosas fueran de otra manera, si la policía no me buscara por ser cómplice de una fuga, me hubiera podido quedar junto a ella, tomando algo y hablando de los monstruos de sus sobrinos y de lo acojonada que esta por haber empezado una relación seria por primera vez en su vida. El amor acojona. El amor es para los valientes. Y yo... yo estoy más que acojonada.

Jamás había sentido lo que siento por Michael, y si, suena muy cliché, pero la única vez que he creído enamorarme, hace ya muchos años, en la universidad, de un compañero de la otra clase, llamado Andrew, eso... eso no se compara para nada la sensación que me provoca el estar cerca de Michael. Ya desde el primer segundo, note que era diferente, mi cuerpo lo sabía, yo lo sabía. Y por muy asustada que este de este nuevo sentimiento, que hace que me tiemble todo el cuerpo (incluso me haga sudar y tener nauseas) no voy a dejarlo escapar. Realmente no ha pasado nada más que un 'espérame' y un beso, pero vaya beso...

Por muchas ganas que tenga de que me haga el amor, necesito conocerlo un poco más, ir quitándole corazas poco a poco. Y junto a él, sé que tarde o temprano llegare a descubrir quien ha matado a mi padre, y por qué.

Hace aproximadamente quince minutos que he entrado en Illinois. Sé que es una estupidez que me esconda en mi casa, es al primer sitio al que la policía me buscara, por eso he de pensar rápido. El hotel en el que me quedado con Michael está descartado, debo buscar otro sitio cuanto antes. No me quedare en casa de Rachel por muchas veces que me lo haya insistido, no quiero meterla en esto. Es peligroso.

Aparco el coche al lado de una gasolinera. Respiro hondo rascándome la cabeza. Esta peluca me empieza a picar, pues es de las baratas, pero da el pego por completo. Del bolso saco el móvil, y busco por Google Maps un hostal cerca de mi ubicación actual. Hay dos. Opto por el que está un poco más alejado de mi casa y de la comisaría de policía más cercana, por si acaso, y hago la reserva para de aquí media hora, que es lo que tardare en llegar. No pongo mi nombre, me lo invento. Hecho. El hostal Grand Paradise me espera.

***

Llego al hostal. Aparco en frente, por si tengo que salir corriendo. Salgo, peinándome la peluca con las manos y entro. Doy mi nombre, falso, a la recepcionista, una señora mayor, con gafas, y cara de amargada. Ni si quiera se molesta en preguntarme por mi DNI, y menuda suerte, porque no lo tengo. Lilith Evans no existe.

Sonríe sin ganas, y me da las llaves. El sitio es tal y como lo había visto por internet; cutre, desgastado y barato. Subo las escaleras, sin tocar la barandilla, pues están llenas de una substancia aceitosa que no quiero saber ni que es, y en la pared, veo el número de mi habitación. Espero que la cama, por lo menos, este limpia.

Meto la llave en el picaporte, oxidado, y entro cerrando la puerta a mi espalda. Rezo para tener que quedarme aquí poco tiempo. Entre otras cosas porque no tengo recambio, solo una muda limpia que tengo siempre en el bolso por casos como este, de emergencia.

Hay una silla mugrienta pegada a la pared. La cama es de matrimonio, esta empotrada a la pared también. Hay una mesilla de noche, a la cual le falta un cajón. En frente de la cama hay un mueble marrón, de madera, que aguanta el peso de una tele, al parecer de última generación. Ya sabemos a lo que viene la gente aquí, a ver la tele. Al fondo hay una puerta verde, donde está el lavabo, que tiene también una bañera. Limpia y reluciente. La gente viene aquí a ver la tele y a hacer caca a gusto. Pero de Grand Paraíso, nada. Tocare esa cama lo menos posible.

Dejo el bolso encima de la mesita, y de esta saco el móvil. Y me encuentro con la llave que me encontré en la casa de mi difunto padre. La cojo. Es una llave dorada, en el centro hay en relieve, una corona. No sé de donde es.

BAJA INHIBICIÓN LATENTE // PRISON BREAKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora