EL VÍNCULO DE DRAKORIA

Capítulo 3: SECRETOS AL AMANECER

Al amanecer, la casa de la abuela Evanore se llenaba de los aromas de café recién hecho y de las historias antiguas que susurraba con voz ronca. Lyria, sentada frente a ella, escuchaba embelesada mientras Onyx, el gato negro de ojos como esmeraldas, se enroscaba en su regazo.

En la cocina de Evanore , las paredes adornadas con hierbas secas y cristales vibraban con la energía de lo oculto. La abuela, una hechicera cuya sabiduría era tan profunda como los océanos, vertía café en dos tazas de porcelana descolorida.

- "Los dragones," comenzó Evanore, "no son solo bestias de fuego y furia. Son guardianes de secretos antiguos, protectores de la verdad que yacen en el corazón del mundo."

Lyria asintió, su mente aún enredada en los sueños de la noche anterior, donde alas enormes y escamas brillantes la habían protegido de las sombras.

- "Y aunque muchos creen que se han extinguido," continuó Evanore, "algunos aún caminan entre nosotros, disfrazados de formas que nunca esperaríamos."

Onyx maulló, como si estuviera de acuerdo, o tal vez solo pidiendo un poco de leche para su café.

La conversación fluía, entre sorbos y confidencias, tejiendo un tapiz de posibilidades que Lyria nunca había considerado. Y en algún lugar, en la frontera entre la realidad y la fantasía, Drakon sentía el eco de su nombre en los labios de la hechicera.

La luz del día se filtraba a través de las cortinas, bañando la habitación en tonos dorados y revelando los secretos ocultos en cada esquina. Evanore continuó su relato, cada palabra tejida con la magia de su voz.

- "Los dragones," dijo, "tienen enemigos, seres que temen su poder y buscan destruir todo lo que representan. Pero también tienen aliados, aquellos que comprenden la importancia de su existencia."

Lyria escuchaba, su corazón latiendo al ritmo de las historias de su abuela.
Onyx, ahora acurrucado en el alféizar de la ventana, observaba el mundo exterior con una curiosidad que parecía casi humana.

- "Entre esos aliados," continuó Evanore, "hay un grupo secreto, los Guardianes de la Llama, humanos que han jurado proteger a los dragones y sus secretos."

Un escalofrío recorrió la espalda de Lyria. ¿Podría ser que ella...? No, era imposible. O eso creía.

Evanore se levantó, moviéndose hacia un armario antiguo. Con un gesto, abrió sus puertas, revelando un manto tejido con hilos de plata y oro.
- "Este," dijo, "ha sido pasado de generación en generación, esperando a aquel que pueda unir a los dragones y a la humanidad una vez más."

Lyria se quedó sin aliento. El manto brillaba con una luz propia, como si las estrellas mismas estuvieran atrapadas en su tejido.

- "¿Para mí?" preguntó con voz temblorosa.

Evanore asintió con una sonrisa misteriosa.
- "Sí, mi querida. Para ti."

Y así, con el manto de los Guardianes de la Llama sobre sus hombros, Lyria comenzó a comprender su destino.

La revelación del manto dejó a Lyria en un estado de asombro. Evanore, con una sonrisa sabia, observaba cómo su nieta se acostumbraba a la idea de su nuevo destino.

- "Este manto," explicó Evanore, "no solo te otorga habilidades, sino que también te conecta con la esencia de los dragones, con su valor y su corazón."

Lyria se envolvió en el manto, sintiendo un calor reconfortante que parecía emanar de su interior.

- "¿Cómo lo uso?" preguntó.

- "Con intención," respondió Evanore.
"El manto responde a tus deseos más profundos y a la pureza de tu espíritu. Pero debes ser prudente, porque cada acción tiene su reacción, y el poder que contiene puede ser tanto una bendición como una maldición."

De repente, la casa tembló. Un estruendo distante resonó, como si el cielo mismo estuviera fracturándose. Onyx saltó del alféizar, con el pelo erizado y los ojos brillantes.

- "Los enemigos de los dragones," murmuró Evanore, su voz ahora cargada de urgencia.
- "Han llegado."

Lyria se puso de pie, el manto fluyendo detrás de ella como una llama viva.

-"¿Qué hacemos?"

Evanore se acercó a la ventana, sus ojos escudriñando el horizonte.

- "Nos preparamos para la batalla. Y tú, Lyria, debes aprender rápido. El destino de ambos mundos ahora descansa sobre tus hombros."