Capítulo 8: BAJO EL MANTO ESTRELLADO

9 0 0
                                    

Drakon miró a Lyria con una ternura que no necesitaba palabras. Tomó su mano delicadamente y, con un gesto suave, depositó un beso en su mejilla. Sus ojos brillaban con una promesa no dicha.

- “Lyria,” susurró Drakon, “hay un lugar al que siempre he querido llevarte. Un lugar donde podemos estar solos, lejos de todo.”

Guiándola a través de los senderos ocultos de Drakoria, llegaron a unas cascadas de agua cristalina. El sonido del agua era una melodía tranquila, y las gotas que salpicaban creaban arcoíris efímeros en el aire. Allí, en ese santuario de belleza natural, Drakon y Lyria podrían compartir momentos de paz y conexión, lejos de las miradas del mundo.

Lyria se detuvo en seco, sus ojos azul cielo reflejando la majestuosidad del amanecer que bañaba las cascadas. La luz del alba se filtraba a través de las hojas, tiñendo el agua de tonos dorados y rosados. La naturaleza despertaba en un coro de sonidos y colores, y en ese instante, todo parecía posible.

- “Es hermoso,” murmuró ella, su voz apenas audible sobre el murmullo del agua.

Drakon la miró, sintiendo una profunda conexión con Lyria en ese momento compartido.

El agua fresca y cristalina acogió a Drakon y Lyria, envolviéndolos en su abrazo líquido. Drakon, en su forma humana, era la viva imagen de un héroe de leyenda. Su cuerpo, musculoso y perfectamente proporcionado, parecía esculpido por los dioses. El azul de su cabello se mezclaba con los reflejos del agua, mientras que sus ojos dorados capturaban la luz del amanecer, brillando como dos soles pequeños.

Lyria no pudo evitar quedar cautivada por la visión de Drakon, quien parecía pertenecer tanto a ese mundo natural como a los reinos celestiales. Juntos, en las aguas danzantes de las cascadas, el tiempo parecía detenerse, y solo existían ellos en ese instante eterno.

En las aguas tranquilas, Drakon y Lyria se movieron instintivamente el uno hacia el otro, sus cuerpos casi tocándose. La mirada de Drakon estaba fija en Lyria, cuyo pelo plateado brillaba con la luz del amanecer, dándole un aire etéreo, como si de un ángel se tratara. Con una ternura palpable, Drakon acarició su mejilla, sus dedos deslizándose por el cabello plateado que fluía como un río de plata líquida.

Lentamente, con una delicadeza que contrastaba con la fuerza de sus emociones, Drakon se inclinó hacia Lyria. Sus labios se encontraron en un beso que sellaba promesas no pronunciadas, un beso tan dulce que superaba la miel en su dulzura, tan suave que parecía ser solo un sueño. En ese momento, en ese lugar mágico, todo lo demás se desvaneció, dejando solo a dos almas en perfecta armonía.

Bajo el manto estrellado, Drakon y Lyria se tendieron en la orilla, envueltos en un abrazo que parecía abarcar el universo entero. Las estrellas titilaban como testigos silenciosos de su unión, y en la quietud de la noche, Lyria sintió emociones desconocidas florecer dentro de ella.

Era una sensación abrumadora, un deseo profundo que la impulsaba hacia Drakon, queriendo explorar cada faceta de su ser. “Drakon,” susurró con una voz que temblaba ligeramente, “hay algo en mí que anhela conocerte completamente, no solo tu corazón, sino cada parte de ti.”

En ese instante, con la galaxia desplegada sobre ellos, se dieron cuenta de que su conexión iba más allá de lo físico; era cósmica, tan antigua y profunda como el mismo cielo nocturno.

Drakon empezó acariciando cada parte de su cuerpo desnudo , haciendo que Lyria se estremeciera y sintiera un calor que emanaba por cada poro de su piel.

Cada vez la tensión entre ellos era más palpable y en algún momento no podrían parar, Drakon miraba a Lyria como si de un tesoro se tratase, la devoraba con la mirada.

- "¿Estás segura de esto?" Le preguntó Drakon deseando que su respuesta fuera afirmativa.

- "Jamás he estado más segura de algo en mi vida"

En el silencio de la noche, con el único sonido del agua susurrando en la distancia, Drakon y Lyria se entregaron a un beso que parecía capturar la esencia de la naturaleza que los rodeaba. Drakon cerró los ojos, saboreando el momento, y en su mente, Lyria tenía el sabor de un huerto salvaje: fresas, moras y una mezcla de frutas silvestres que hacían que el momento fuera aún más dulce y embriagador.

Era un sabor que hablaba de libertad, de días soleados en campos sin fin, y de noches estrelladas compartidas. Un sabor que, sin duda, recordaría por siempre, asociado con el amor y la belleza de Lyria en ese lugar mágico.

Drakon agarró la cintura de Lyria y la trajo hacia él, poco a poco se la introdujo , suavemente, estaba muy apretada y quería que ese momento no acabara nunca.

Sus abdominales duros como rocas se tensan con cada embestida , las venas de sus brazos parecían estallar ante la congestión y su mandíbula se contraía por el deseo.

- " Si por mi fuera, no te dejaría escapar de este lugar jamás" le susurró bajito en el oido, mientras le daba un pequeño mordisco en ella.

Lyria excitada gemía de placer, Drakon era su mayor fantasía , hacía que su cuerpo ardiera en llamas cada vez que sus manos grandes le tocaban partes de su cuerpo totalmente sensibles a su tacto.

- "soy toda tuya Drakon" , " cada parte de mí grita tú nombre".

Juntos llegaron al Clímax, entre gemidos, besos y caricias pasaron la noche abrazados , como único testigo las estrellas.

EL VÍNCULO DE DRAKORIAWhere stories live. Discover now