Capítulo 7: EL GUERRERO Y LA DRAGONA

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La noche se había instalado alrededor del fuego, y mientras Drakon descansaba, recuperándose de su reciente curación, Lyria se volvió hacia Sirius con una pregunta que le pesaba en el corazón.

- “Sirius, has luchado a nuestro lado con la fuerza de un ejército,” comenzó Lyria.
“Pero, ¿por qué nos has ayudado tanto?”

Sirius miró las llamas, y en su danza vio reflejados recuerdos de un pasado lejano.

-  “Una vez amé a una dragona,” confesó con una voz que llevaba el peso de la nostalgia. “Ella era magnífica, con escamas que reflejaban el cielo al amanecer.”

Lyria escuchaba, su corazón latiendo al ritmo de la historia.

- “Para protegerla de aquellos que la cazaban, tuve que alejarla,” continuó Sirius. “Le hice creer que no la amaba, que los humanos y los dragones no podían compartir un destino. Fue la única manera de salvarla.”

Las palabras de Sirius estaban cargadas de un dolor que no necesitaba magia para ser sentido.

- “Nunca volvió a confiar en los humanos después de eso,” dijo, “porque fui yo quien rompió la confianza primero, quise olvidarla , pero no pude".
Pero al verlos a ti y a Drakon, luchando juntos, he empezado a creer de nuevo.
En vosotros, veo la posibilidad de un mundo donde mi sacrificio ya no sea necesario.”

La fogata crepitaba, lanzando sombras danzantes sobre las caras de Lyria y Sirius, mientras Drakon dormía, recuperándose de sus heridas y del viaje a la Caverna de los Milagros.

Lyria, con una sonrisa cálida, extendió su mano hacia Sirius.

-“El pasado nos ha traído hasta aquí, pero es hacia adelante donde debemos mirar,” dijo ella.

Sirius tomó su mano, el gesto simple pero significativo.

- “Tienes razón. El futuro es una página en blanco, y juntos podemos escribir una historia diferente, una historia de unión y esperanza.”

La conversación entre ellos fluyó, hablando de planes y sueños, de cómo podrían trabajar juntos para construir un mundo donde la amistad entre humanos y dragones no fuera solo posible, sino la base de una nueva era.

El nuevo día trajo consigo el despertar de Drakon. Sus ojos se abrieron lentamente, reflejando la luz del amanecer que se filtraba a través de las ramas de los árboles. Se levantó, sintiendo su fuerza renovada y su cuerpo libre de heridas.

- “¿Qué ha pasado?” preguntó Drakon, mirando a Lyria y Sirius.

Lyria se acercó, una sonrisa iluminando su rostro.

- “Has sido curado por las aguas de la Caverna de los Milagros,” explicó. “Y mientras dormías, Sirius y yo hemos defendido el campamento de los lobos sombríos.”

Drakon asintió, impresionado por la valentía de sus compañeros.
- “Gracias a ambos,” dijo con gratitud.

Sirius, con una mirada de respeto hacia Drakon, compartió su historia.

- “He luchado por ti porque creo en nuestra causa. Y porque una vez, el amor por una dragona cambió mi vida.”

Drakon escuchó, comprendiendo la profundidad del sacrificio de Sirius.

- “Tu ayuda no será olvidada,” prometió Drakon. “Juntos, haremos de este mundo un lugar donde tales sacrificios ya no sean necesarios.”

Drakon se acercó a Sirius con una mirada llena de esperanza y le preguntó:

- “Sirius, ¿te gustaría acompañarnos a Drakoria?”

Sirius, con un destello de sorpresa en sus ojos, asintió lentamente. No sabía que en Drakoria se encontraría con un rostro del pasado, aquel antiguo amor que aún latía en su corazón. La posibilidad de reencontrarse con aquel sentimiento perdido lo llenaba de una mezcla de temor y anhelo.

La aventura hacia Drakoria prometía ser un viaje lleno de magia, misterio y, tal vez, una segunda oportunidad para el amor.


Al pisar las tierras de Drakoria, Sirius no pudo evitar que los recuerdos afloraran en su mente. Cada rincón le recordaba a su amada, con quien había compartido momentos inolvidables. Mientras se perdía en sus pensamientos, Furybelly se acercó sigilosamente.

Con una mirada que mezclaba sorpresa y reconocimiento, Furybelly usó el amuleto de dragones para adoptar su forma humana. Sus ojos se encontraron con los de Sirius, y en ellos, Sirius pudo ver un torbellino de emociones: había odio, sí, pero también una profunda tristeza que parecía consumirla.

- “Sirius,” dijo ella con voz temblorosa, “nunca pensé que volvería a verte aquí, en el lugar donde todo comenzó… y donde todo terminó para nosotros.”

El reencuentro era amargo, pero inevitable. Ahora, en medio de la majestuosidad de Drakoria, ambos tendrían que enfrentar los fantasmas de su pasado.

Sirius se acercó a Furybelly con una mirada que reflejaba la pena y la sinceridad de sus intenciones. Con voz suave pero firme, le dijo:

- “Furybelly, sé que no será fácil, pero necesito que me des la oportunidad de explicarte por qué tuve que irme. ¿Podemos hablar en privado, por favor?”

Ella asintió con cautela, y juntos se alejaron del grupo, caminando hacia un lugar más tranquilo de Drakoria, donde los secretos del pasado podrían ser revelados y las heridas, quizás, comenzar a sanar.

EL VÍNCULO DE DRAKORIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora