Juego de Crueldad

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Si la base del terror es el miedo ¿Quién determina que la vida no lo sea?

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Si la base del terror es el miedo ¿Quién determina que la vida no lo sea?

La historia que les contaré inició en el momento en que otra acabó. Hablo de una relación en la que se compartió el lecho, comidas, risas, viajes y momentos, que se tradujeron en tiempo. No sabría decirles si es tiempo invertido o perdido, pero como fuese, no lo hizo más sencillo. Hablo de una ruptura que fue forjada con lágrimas y ansiedad, debido a una desconfianza latente por mentiras. A eso añádele los imperfectos que como personas solemos tener. Se vuelve una realidad que se torna inaguantable y simplemente estallamos.

Bueno, yo estallé.

Cuando se posee cierta edad, nos damos cuentas que las cosas no son sencilla como en la juventud creíamos. Sabemos que todo se debe trabajar con esfuerzo, paciencia y con mucho amor. Pero este último es tan abstracto, que no entendemos la magnitud de lo que es, si lo sentimos o no, si es real o no, o si es humano. Por eso, cuando se manifiesta algo que es intolerante para nosotros y que tiene la capacidad de movernos el piso a tal punto de romper nuestras fortalezas, las compensaciones buenas que se puede tener no parecen ser bases suficientes para mantener la estructura. Allí, se viene el cuestionamiento y la procrastinación. Una que me hizo dejarlo todo, aunque significara vivir en las calles de la soledad y la tristeza.

A una semana de aquel rompimiento, con una profunda decepción, cansancio y reproche acumulado en el corazón, con la osadía de dejarlo todo, tuve la valentía y la mala costumbre de embriagarme y cantar canciones buscando reparar mi corazón. Como dijo Belinda en su canción, "la terapia ayuda, pero la música sana más cabrón...". El problema estaba, en que, en momentos así, se suele cometer un error tras otro como si fuéramos forjadores de nuestro propio abismo, como si necesitáramos tocar fondo, un juego macabro, sombrío y destructivo que nos lleva a la miseria humana muchas veces. Pero ¿Cómo salir de allí?

Conocí a alguien esa misma semana. Estaba deseosa de enterrar mis sentimientos, sin saber, que todos ellos estaban a flor de piel. Recuerdo que se trataba de un encuentro casual y fortuito, de esos en la que esperamos saciar nuestra ansiedad para seguir llorando, pero que te proporcionan minutos de felicidad que, en tiempos oscuros, cualquier pedacito de luz, por muy mínima que sea, fugaz o efímera, es valorada como un tesoro que, de no tener cuidado, se podría convertir en un vicio. Bueno, en mi caso no se trató de algo tan corto, al menos, no para lo que creía.

No olvido que eran las dos de la tarde. Cuando le vi, me fue imposible no sentir nerviosismo, no solo porque era alguien que veía por primera vez, sino porque me cautivó verlo en persona y darme cuenta que era más atractivo de lo que creí. Aquella piel morena como si hubiera danzado alrededor del sol, curtida por el trabajo, el esfuerzo y el poco cuidado de su piel, y unos ojos vivaces que, al encontrarse con los míos, no pudimos evitar sonreírnos mutuamente. Creerán que soy muy romántica, lo cual no es una mentira, pero en esa mirada hubo un "click" de inmediato, cargado de deseo e impresión. Debí verlo como una oportunidad para sanar, pero mentiría si fue así. Estaba muy confundida.

Truco o Trato: Una Antología de Horror.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora