35 (Huir con calma)

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Paranoia... Es como una parálisis inquieta y recurrente.

I. Susurros en la noche, la quietud, susurros se deslizan,
sombras de duda que en mi mente divisan. El reloj marca las horas del desvelo, y en cada tic-tac, un ojo espía desde el cielo.

II. Ecos en la desconfianza, ecos de pasos que me siguen en la brisa, una paranoia que como vino, embriaga y hechiza.
La mente juega, trampas en cada esquina, en el laberinto de la desconfianza, la razón declina.

III. En la vigilia perpetua, el corazón se acelera, la presa, un fantasma que no espera y, con cada sombra, un enigma, un posible final, en este juego mental, la paz es un bien anormal.

IV. Amnesia, fragmentos de mí, intentando olvidar,
amnesia, dibujos de no estar quieta, dispersos en el olvido, parálisis que roba lo que una vez he vivido.
Un rompecabezas con piezas faltantes, en la niebla de la memoria, deseos distantes.

V. De un ayer que no puedo recordar, la lujuria me desvive, un mar sin orillas para anclar. Historias perdidas en el vórtice del tiempo, un libro sin letras, un silencio sin argumento.

VI. Identidad Perdida ¿Quién soy en este espejo sin reflejo? ¿O qué es el reflejo que mira para mí? La amnesia a veces me despoja de mi viejo complejo. Busco respuestas en un pasado borrado, una identidad perdida, un yo desamparado. Abrazo mi oscuridad por mucho tiempo, hasta que ella se vuelva parte de mi cuerpo. Un amante sin rostro, en su manto encuentro un destino postizo. La ligadura sin sangre pero parental. La incertidumbre, mi única certeza, y en la noche, busco mi naturaleza, esa que adule tanta importancia.

VII. Danza el destino, me lleva en una danza, un vals con la paciencia, un amor sin confín. La compensación de vivir en la cuerda floja, es el sabor de la aventura, la vida que se antoja. Ser inviolado por la cordura, paz sin reguardar.

VIII. Compensación en la letra, encuentro mi compensación, la libertad de elegir sin la presión de la razón. El comienzo, un mapa sin rutas definidas, y en la oscuridad, descubro mis salidas.

Es por cuestiones de intención, que la mejor opción, es contar una historia desde el final, final como principio, comienzo por el final, donde el dolor se desliza por la hoja esa historia sin precipicio, donde un alma ficticia ruega. El papel arrugado, testigo de mi tormento, acogedor del lamento y llanto, en cada línea, un suspiro, un infinito rencor. El ser se despeja al trazo de la pluma, dibujando olvidos, en la noche bruma, mira indesición a la mitad de perfecciones. El dolor, un río que en el lienzo fluye, y en su cauce, una verdad que huye,  dibujando el color permanente en mi cuerpo.
En el aura de mi ser, el misterio, una historia al revés, donde el alma acuerda. No hay comienzo, solo un eco que persiste, un adiós que en el viento triste insiste. Escribo para sanar, para liberar la pena, para dar forma al vacío, a la cadena. El olvido inexistente, en palabras se convierte, la cumbre de mis pasiones no existe si yo decido ser permanente a mis locuras, y en el arte de amar, el ser se liberte.

Shaknlópez.

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