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En la penumbra de la noche, tu silueta, insaciable calentura que me espera, un deseo oculto que palpita en la sombra. La luna, cómplice de nuestras almas entre amor y castigo, testigo del fuego que en silencio nos devora, nos ha consumido. Tu mirada, un mar de promesas no dichas, sensualidad desbordante en el aire que respiro. Cada gesto tuyo, una invitación al pecado, un baile de pasión que solo nuestros cuerpos entienden.

Como la brisa que roza la flor del cerezo, mística, admirante, disimulada, así es nuestra pasión, efímera y fugaz, adjunta a demolición fantástica. Un instante de locura, un suspiro en el tiempo, un recuerdo que arde en el aire, imposible de extinguir. Camino entre sueños rotos, ilusiones perdidas, cada paso un eco de lo que pudo haber sido. La esperanza, un fantasma que aún persigo, en el laberinto de un césped movido.

El crepúsculo cae, y con él, nuestro amor, propiedad que se cierne como la noche sin estrellas. Busco en el cielo una señal, un destello de cariño, pero solo encuentro el vacío, la oscuridad de tu ausencia. La crueldad de tus palabras, un cuchillo en mi pecho, silente, pero mortal, desgarrando mi esperanza, ahuyentando la filosofía de existir. Aún así, el cariño persiste, un susurro tenaz que desafia la tormenta, buscando tu calor. Los celos, guardianes celosos de un amor incierto, construyen muros donde debería haber puentes.

La temperatura de mi corazón, ahora fortaleza, protege y aprisiona, en un mismo latido, mi fluida voz, que ya no espera y se impacienta. Tus ojos, dos océanos de melancolía clara, reflejan la delicadeza de un alma que ha amado, pero lo ha borrado de la mente. En ellos me pierdo, buscando respuestas, a preguntas que solo tus labios pueden resolver.

La curva de tus labios, promesa de un paraíso, me lleva al borde del abismo, al deseo de caer. No me agarro de recibir ayuda, necesito no pedirla, deseo undirme en un oscuro silencio donde quede dibujada y pueda ver, tu sonrisa. Y cuando tus labios finalmente encuentran los míos, el mundo se redefine, en el sabor de su beso. Alquimia del tesoro de la luz, belleza del pensamiento, solitaria en su esplendor, acompaña al ser que en el amor no cree, que al amor repele. Prefiere la danza solitaria de la existencia, a la monotonía de un sentimiento resistente y repetitivo, que no se atreve a ser.

A Través De La Poesía Where stories live. Discover now