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En el vacío de un mundo sin tacto, donde el dolor es un susurro sin eco, un fantasma entre sombras, sediento de un sentir que se ha perdido. El silencio pesa, una manta sin calor, cubriendo un dolor indescriptible, sordo. Busco un grito, una voz, un simple sonido, pero solo encuentro el vacío. Frío y mordaz. La ausencia de ti, un abismo sin fondo, un dolor que no se nombra, que no se toca. Sobrevivo, pero la vida sin ti es solo una sombra, un reflejo triste de lo que una vez fue amor.

Desesperanza, compañera cruel de noches largas, me abraza con brazos que no siento, que no calman. El dolor indescriptible se convierte en mi aliento, y la experiencia, una batalla sin honor ni gloria.
Nostalgia de un tacto, de una caricia perdida, recuerdos de piel contra piel, ahora prohibidos. El dolor es una constante, supervivencia, una sed insatisfecha, y yo, un superviviente en un desierto de olvido. Soy fragmentos de un todo que ya no existe, pedazos de un dolor tan grande, tan vasto. Supervivo, pero cada día es un desafío, un intento de sentir en un mundo insensible.

Los ecos de un pasado lleno de sensaciones,retumban en un presente mudo y desolado. El dolor es un lenguaje que solo yo comprendo, y la obediencia, un poema sin rima ni ritmo. Sobrevivir es mi condena, mi destino, en un mundo donde el dolor es mi única verdad. Sin tacto, sin sabor, sin aroma, retorno, sin sonido, solo un vacío que consume, que nunca sacia. Anhelo lo que no puedo tener, lo que no puedo sentir, un mundo de colores y espabilos, de risas y llantos. Pero el dolor indescriptible es mi única compañía, y la supervivencia a olvidar, un camino solitario y sin fin.

Las cicatrices en mi alma son mapas de un dolor tan grande, de una lucha por sentir en un mundo sin sentido. Supervivo, pero cada marca es un recordatorio, de todo lo que he perdido, de todo lo que he sufrido.

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