CAPÍTULO 26: NUEVAS OPORTUNIDADES

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—¿Estás ocupada? —preguntó Kin, asomándose por la puerta.

—No, ya no —contestó Dara, removiendo las hierbas que adornaban su cama.

Habían pasado nueve daius desde que volvieron a Krabularo. Tras ganar la confianza de su equipo, Dara se propuso aumentar sus conocimientos. Pidió que la dejaran estudiar en el jiramkiriki onen para tal fin. Desde entonces pasaba largas horas en ese lugar, juntándose menos con su equipo.

En ese momento, su dormitorio estaba de cabeza. Montones de hierbas y potes de arcilla desparramados por su cama y el piso.

—Oye, Dara —inspeccionó rápidamente con su mirada—, este lugar está un poco...

—¡Ay, perdón! Estuve practicando algunas recetas, no he tenido tiempo de arreglar.

—Bien...

—¿Sucede algo? —preguntó mientras levantaba los potes con celeridad.

—Sí, por eso vine. Hay que ir con el viejo, dice que tiene un comunicado para nuestro equipo.

—¿Una misión?

—No lo sé, un soldado me avisó, ni siquiera el maestro lo sabe. Tú eres la primera en saberlo.

—Gracias —musitó, un poco sonrojada.

—Nos vemos allá, tengo que decirle al maestro.

—¡Pasen! —gritó Dante al escuchar que tocaban el gran portón, sin apartar su vista de unos pergaminos

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—¡Pasen! —gritó Dante al escuchar que tocaban el gran portón, sin apartar su vista de unos pergaminos.

—Ya estamos aquí, su majestad —avisó Gerark, trayendo a sus alumnos por detrás.

—Bienvenidos —suspiró—, no les quitaré mucho tiempo. —Enrolló sus pergaminos y se levantó del escritorio.

—¡Entra! ¡Sé que estás afuera! —señaló, desconcertando por un momento a los presentes.

El portón se abrió, permitiendo que entre un sujeto de contextura media, cabello azabache y ojos rasgados. Vestía una gabardina de cuero ajustada y un pantalón negro, ajustado también. Lo escoltaban cinco soldados.

—¿Ya es hora, señor Dante? Parece que vine a tiempo —refirió el sujeto misterioso, cuidando el más mínimo detalle en sus movimientos y habla.

—Gerark, jóvenes, les presento al señor Mateo Zoridan. Pertenece al consejo de los cincuenta jefes y es el Shahankiller (canciller) de Krabularo.

—Es un gusto —exclamaron todos en coro. El hombre atinó a levantar una ceja en respuesta.

—¿Cuál es la razón de presentarnos a un señor tan importante, su majestad? —preguntó Gerark.

—Esta es la cuestión. Hemos estado conversando con el país de Laria para formar una alianza militar y comercial. En señal de amistad, la reina dispuso al kuyichi de su país para el entrenamiento de Kin.

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